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“No es prudente estar demasiado seguro de la propia sabiduría. Es saludable recordar que el más fuerte puede debilitarse y el sabio, equivocarse”.
Gandhi.

Descalificar lo que funciona es el disfraz de miedos, incertidumbres o desconocimientos. Es sabio cuando vencemos el ego y reconocemos que no solo lo nuestro vale y sirve, sino también lo de los demás.

Esto ocurre cuando, por ejemplo, un nuevo líder llega a un equipo de trabajo. Esta nueva persona puede darse a la tarea de revisar qué funciona y qué no dentro de su equipo, para tomar las decisiones que le permitan alcanzar los objetivos trazados. Por otro lado, están quienes de inmediato quieren borrar todo lo del pasado e implementar, sin ningún tipo de consideración, su plan de trabajo a rajatabla, pensando que solo lo nuevo traerá buenos resultados.

Procultivos ANDI, con sus más de 30 años de experiencia en el trabajo conjunto con el sector agrario, puede decir que estas dos maneras de actuar se han hecho presentes a la hora de definir una política nacional de insumos agrícolas.

En este punto vale hacer una primera y muy significativa aclaración: cuando nos referimos a insumos agrícolas hay que ser precisos sobre cuál de ellos en específico se está hablando, ya que su universo agrupa desde semillas, alimentos, fertilizantes sintéticos y biológicos, plaguicidas, medicamentos veterinarios…En fin, la bolsa de productos es amplia y diversa.

Ahora, en ese sentido, cabe resaltar que desde 2006 los fertilizantes, insecticidas, fungicidas y herbicidas —es decir, los insumos para la nutrición y protección de cultivos— tienen intervención de precios por parte del gobierno con un régimen de vigilancia, que le significa a los empresarios reportar cada mes los precios y, ahora, los costos de sus productos al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.

Sin duda, el inicio de esta intervención fue incómoda y tortuosa para la industria y el agro, pero en ese tránsito aprendimos que la vigilancia sirve para suministrar información precisa y fiable a la comunidad interesada, lo que es un derecho fundamental. Además, permite al gobierno tomar decisiones fundamentadas con datos, pues vale recordar que años atrás, cuando no existía información suficiente, las autoridades ordenaron un control de precios sobre estos insumos, que terminó por fracturar la sanidad agrícola de los cultivos, situación que tomó más de dos años para repararse.

Por cuenta de esta intervención de precios, los insumos para la protección y nutrición de los cultivos han aprendido lecciones sobre este tema por más de una década. Una de ellas es que esta vigilancia de precios tiene virtudes que no se deben desconocer. Por supuesto y con seguridad esa normativa podrá mejorarse, pero sería imprudente suspenderla de raíz sin analizar primero sus beneficios y posibilidades de mejora. Ya lo dice un viejo y conocido refrán, muy popular en inglés: “If ain´t broken, don´t fix it” (Si no está roto, no lo arregles).

Nos vemos pronto.

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