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Es necesario replantearse como se enseña hoy en día la Economía. El uso de las matemáticas se ha convertido en una herramienta fundamental en esta ciencia, pero el enfoque hacia esta ha ido poco a poco relegando otros campos de estudios. La Filosofía, por ejemplo, resulta muy interesante para comprender la relación Estado-mercado, también sobre los problemas éticos alrededor de la redistribución de la renta. El Derecho puede ayudar a profundizar en los problemas derivados de conceptos como la propiedad privada o el de la propiedad intelectual. Estas y otras disciplinas son escazas —por no decir que son inexistentes— en los planes de estudios de Economía ofrecidos por las universidades en la actualidad.

Ante esta circunstancia, resulta necesario entrar en reflexión alrededor de este tema, como bien señala la docente María Blanco González: “Seguramente la solución no consiste en descalificar la economía matemática sino en dejar que se tenga en consideración otras ciencias que pueda complementar a la economía” (Gonzáles, M., 2007, p. 101).

Que en el presente la ciencia económica este permeada altamente por la matemática resulta muy preocupante, puesto que la economía, en un sentido mas amplio, es el estudio del ser humano. Ahora, se debe abarcar el problema que genera este enfoque positivista. Para esto, tomaremos como eje de análisis un modelo que seguramente el lector haya podido escuchar en algún momento: el modelo de competencia perfecta. Este esquema, es sin duda alguna, uno de los más estudiados a lo largo de la vida universitaria de un economista.

Ahora bien, para poder experimentar con este modelo, se hace necesario partir de unos supuestos, o como lo indica la expresión latina: “Ceteris Paribús”, esto quiere decir que el porvenir de lo demás resultará constante. El propósito principal de este modelo es poder entender la realidad por medio de abstracciones, que se traduce al lenguaje matemático.

Lo problemático de esta concepción sobre la Economía es que interpreta esta ciencia de una manera estática, como si se tratara de un fotograma, donde no hay ningún movimiento. Dentro de este estado paralizado, se parte de unos supuestos, donde existe una gran cantidad de ofertantes, que ofrecen el mismo bien o servicio —con las mismas cualidades— y también al mismo precio. Para poder demostrar este modelo se realiza una considerable cantidad de formulaciones matemáticas. ¿Pero dónde está lo problemático?, hasta este punto es claro que el problema es que se parte de un modelo estático, esto nos lleva a preguntarnos ¿es el modelo de competencia perfecta una buena manera de entender la realidad económica, cuando en el mundo real todo cambia cada día, incluso cada segundo?

Esto es algo que funciona de manera extraordinaria en las ciencias naturales o en las formales. Ejemplo, dentro del campo de la astronomía, los modelos para predecir las orbitas de algún objeto celeste, resultan muy precisos, como observamos en el caso del cometa Halley que suele aparecer cada 75 años. Así lo podemos observar con otra gran cantidad de teorías que han sido comprobados a través del método científico, sin embargo, hay una característica fundamental de estos eventos: son repetitivos. El lenguaje matemático resulta muy útil para poder comprender los estados repetitivos.

No obstante, recordemos, que la Economía parte del estudio del ser humano, y resulta que este no es estático ni repetitivo. Pero la Economía parte de unos supuestos (posteriormente los comprueba mediante el lenguaje matemático), dentro de un modelo estático. Pero en el mundo real, “Lo que ayer fue de un modo, mañana puede ser de otro. Todo conocimiento científico en el ámbito social deriva de la experiencia pasada, que siempre puede ser invertida por una nueva experiencia” (Mises, L., 2013, p. 39).

Lo último expuesto, nos indica como se intenta que la Economía se parezca más a una ciencia formal, alejándose de la realidad, si se le quiere, a un intento de escapismo. La realidad es dinámica, los empresarios buscan innovar en todo momento, todo a través de la creatividad humana, ¿acaso se puede cuantificar la creatividad humana?

Que la ciencia económica hoy en día tenga una fuerte inclinación por emular a las ciencias formales no es nuevo, es algo que comenzó en el siglo XIX, época en la cual se dio la revolución marginalista, de la mano de autores como William Jevons, León Walras y Carl Menger. De estos autores, sería León Walras, el que pondría los mayores esfuerzos en convertir o emular la economía hacia una ciencia formal. La teoría del equilibrio general propuesta por Walras consistía en que siempre debería haber un equilibrio perfecto, en el que los que participan son los productores y consumidores, donde ambos buscan maximizar su utilidad —microeconomía—. De esta manera se consideró una ecuación continua, que consiste de “n” incógnitas y “n” ecuaciones, esta es la denominada Ley de Walras.

Con León Walras, también nacería la escuela neoclásica y con ella la formalización de la economía. Asentando los cimientos suficientes para que esta ciencia tuviera un exagerado carácter positivista.

En su momento el economista Roy Weintraub afirmó «Ahora todos somos neoclásicos, incluso los keynesianos, porque lo que se enseña a los estudiantes, lo que es la corriente principal de la economía hoy en día, es la economía neoclásica” (Weintraub, s.f.). Teniendo esto en cuenta, debemos repensar como se enseña la economía en el presente, de esta manera, se hace urgente ampliar la perspectiva en el material de estudio, no quedarnos estancados en la corriente neoclásica, que ha plagado de vicios a esta ciencia social, dejando de lado a otras disciplinas, e incluso, otras escuelas económicas, que de seguro pueden aportar grandes herramientas a la hora de interpretar la realidad, y no caer, en este imperante formalismo.

Por: Andres Enrique Cudris Peñaranda, Estudiante Facultad de Economía, USTA.  mail: andrescudris@usantotomas.edu.co

 

Referencias

González, M. B. (2007). El rechazo de Carl Menger a la economía matemática. Una aproximación. Revista Procesos de Mercado, 79-106.

Mises, L. (2013). Problemas epistemológicos de la economía. Unión Editorial.

Simón, J. L. M. (1992). El uso (y el abuso) de las matemáticas en la Economía: A propósito del libro» Microeconomía y Conducta» de RH Frank. Cuadernos de estudios empresariales, (2), 115-130.

Camino Muñoz, C., & Fernández Bollo, E. (1986). Orígenes y problemas teóricos de la matematización de la economía en el Siglo XIX.

Weintraub, R. (s.f.). Neoclassical Economics.

https://www.econlib.org/library/Enc/NeoclassicalEconomics.html

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