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Desde una perspectiva sociológica, Pierre Bourdie plantea que el capital social se refiere a los recursos que una persona o grupo posee gracias a las redes sociales a las que pertenecen. En ese sentido, Bourdieu enfatizó la importancia de las relaciones sociales y las redes de contactos en la generación de oportunidades y recursos, lo que puede ser especialmente relevante en el ámbito laboral y económico.

Ahora bien, la relación entre la salud mental[1] y el capital social se ha convertido en un tema importante de investigación justamente por la necesidad de adquirir una comprensión más completa y precisa de cómo se relacionan la salud mental y el capital social.

Algunas investigaciones han examinado cómo los diferentes tipos de capital social afectan la salud (Ehsan y De Silva, 2015; Rodgers et al., 2019); la teoría económica también ha reconocido cada vez más el capital social como importante en la producción de salud (Laporte, 2014). Sin embargo, la teoría económica también predice que la mala salud resulta en un menor capital social, ya que reduce la capacidad de los individuos para crear capital social (­Laporte, 2014). A pesar de reconocer que esta relación simultánea puede existir, la mayoría de los estudios se han basado en gran medida en datos transversales (Ehsan y De­ Silva, 2015; Rodgers et al., 2019) y relativamente pocos estudios han examinado el efecto de la salud o la salud mental en el capital social. Esta es una brecha importante ya que un estudio utilizando datos longitudinales encontró que los efectos de la salud sobre el capital social son mucho mayores que los efectos del capital social sobre la salud ( Sirven y Debrand, 2012).

Grossman (1972) señala que las reservas de salud física reflejan el nivel general de salud de una persona, las cuales se deprecian con el tiempo. La tasa de depreciación de la salud física, aumenta con el paso de la edad, los comportamientos de salud riesgosos­ y la mala salud mental. En contraste, la tasa de depreciación de la salud mental, está fuertemente influenciada por experiencias de condiciones estresantes o traumáticas como abuso infantil, pobreza o mala salud física.

Así las cosas, la mala salud mental puede disminuir aún más la inversión de capital social al aumentar los costos de oportunidad de socializar, ya que la falta de placer, conocida con el nombre de anhedonia, y el retiro social, son síntomas comunes de numerosas enfermedades mentales (Rubin y Burgess, 2015). Así mismo, la mala salud mental también puede aumentar, ya que las personas con enfermedades mentales experimentan discriminación asociada con niveles más bajos de capital social (Webber et al., 2014).

El resultado de la investigación de Lebenbaum et al. (2021) destacan la influencia perjudicial de la salud mental en los resultados de la vida y respaldan la necesidad de que los responsables políticos aumenten la financiación en torno a un mejor acceso a estrategias de prevención y tratamiento de la salud mental basadas en pruebas. Estos resultados también sugieren la necesidad de incluir medidas de capital social en la evaluación de las intervenciones de salud mental. En adición, las personas con problemas de salud mental­ pueden necesitar apoyo adicional, ya que su capacidad para construir o mantener el capital social puede verse inhibida. También, los hallazgos demuestran la necesidad de una­ mayor investigación sobre intervenciones de participación social en poblaciones con enfermedades mentales dada la falta de efectividad entre el limitado número de estudios realizados hasta la fecha sobre intervenciones tales como la formación de habilidades sociales y el apoyo socialización (Mann et al., 2017). En futuros estudios también se debería considerar la posibilidad de realizar análisis de mediación para identificar posibles mecanismos de salud mental sobre el capital social, que podrían identificar objetivos de intervención para mejorar el capital social.

Es importante señalar que la situación de la salud mental en Colombia sigue siendo preocupante. Según el Ministerio de Salud y Protección Social, el 9,2% de la población colombiana sufre de trastornos mentales y del comportamiento, y la depresión es una de las principales causas de discapacidad en el país. Además, el acceso a servicios de salud mental sigue siendo limitado en algunas zonas del país, especialmente en las zonas rurales y marginadas. Las Estadísticas del DANE muestran que en el 2022 hubo 3018 suicidios, con una tendencia moderada de aumento en relación con el período 2019-2021, cuando se presentaron 8727 casos.

Por cada mujer que se suicida cuatro hombres lo hacen, mientras que esa relación hace 20 años era de tres a una. Por otra parte, el 76,1 % ocurre en cabeceras municipales, especialmente en las de municipios involucrados en procesos de metropolización, y el restante 23,9 % en zonas rurales, especialmente entre la población rural dispersa.

En ese sentido, La salud mental puede tener un impacto significativo en el capital social y económico de una persona y, por lo tanto, en su calidad de vida en general. Por un lado, las personas con problemas de salud mental pueden tener dificultades para establecer y mantener relaciones sociales, lo que puede reducir su capital social. Por ejemplo, pueden tener dificultades para establecer nuevas amistades o para mantener relaciones familiares o de pareja saludables. Además, pueden experimentar discriminación y estigmatización, lo que puede llevar a la exclusión social y reducir aún más su capital social.

Por otro lado, la salud mental también puede tener un impacto en el capital económico de una persona. Las personas con problemas de salud mental pueden tener dificultades para mantener empleos o para desempeñarse de manera efectiva en el lugar de trabajo, lo que puede limitar su capacidad para ganar dinero y aumentar su capital económico. Además, pueden experimentar dificultades financieras debido a los costos asociados con el tratamiento de la salud mental, incluyendo la terapia y los medicamentos.

Finalmente, la salud mental puede tener un impacto significativo en el capital social y económico de una persona, y viceversa; por tanto, es importante abordar tanto la salud mental como el capital social y económico para mejorar la calidad de vida y promover el bienestar de la sociedad en general.

Alba Yaneth Varón Torres, PhD

Referencias

Ehsan, A.M., De Silva, M.J., 2015. Social capital and common mental disorder: a systematic review. J. Epidemiol. Community Health 69, 1021–1028. https://doi. org/10.1136/jech-2015-205868.

Rodgers, J., Valuev, A.V., Hswen, Y., Subramanian, S.V., 2019. Social capital and physical health: an updated review of the literature for 2007–2018. Soc. Sci. Med. 236, 112360.

Laporte, A., 2014. Chapter 4: social capital: an economic perspective. In: The Economics of Social Capital and Health: A Conceptual and Empirical Roadmap. World Scientific, pp. 27–43

Lebenbaum, M., Laporte, A., & de Oliveira, C. (2021). The effect of mental health on social capital: An instrumental variable analysis. Social Science & Medicine272, 113693.

Sirven, N., Debrand, T., 2012. Social capital and health of older Europeans: causal pathways and health inequalities. Soc. Sci. Med. 75, 1288–1295

Grossman, M., 1972. On the concept of health capital and the demand for health. J. Polit. Econ. 80, 223–255.

Rubin, K.H., Burgess, K.B., 2015. Social withdrawal and anxiety. In: The Developmental Psychopathology of Anxiety, pp. 407–434. https://doi.org/10.1093/med:psych/ 9780195123630.003.0018.

Webber, M., Corker, E., Hamilton, S., Weeks, C., Pinfold, V., Rose, D., Thornicroft, G., Henderson, C., 2014. Discrimination against people with severe mental illness and their access to social capital: findings from the Viewpoint survey. Epidemiol. Psychiatr. Sci. 23, 155–165. https://doi.org/10.1017/S2045796013000243

Mann, F., Bone, J.K., Lloyd-Evans, B., Frerichs, J., Pinfold, V., Ma, R., Wang, J., Johnson, S., 2017. A life less lonely: the state of the art in interventions to reduce loneliness in people with mental health problems. Soc. Psychiatr. Psychiatr. Epidemiol. 52, 627–638. https://doi.org/10.1007/s00127-017-1392-y.

[1] La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como un estado de bienestar en el cual una persona puede hacer frente al estrés normal de la vida, puede trabajar de manera productiva y fructífera y es capaz de contribuir a su comunidad. La OMS también señala que la salud mental no es solo la ausencia de trastornos mentales, sino que es un estado positivo de bienestar emocional, psicológico y social que permite a las personas realizar su potencial, hacer frente a las demandas cotidianas de la vida y contribuir al bienestar de sus comunidades.

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