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Una de las problemáticas más relevantes en el mercado laboral colombiano es sin duda la informalidad. Según los datos del DANE, para el trimestre abril – junio 2023 la informalidad laboral a nivel nacional está reflejada en un 55,8%.

Es importante identificar el alcance de esta problemática ya que en la producción económica del país se tiene un gran impacto, pues los trabajadores informales suelen tener menos acceso a capacitación y tecnología que permitiría un mayor crecimiento económico, también esta población carece mayor vulnerabilidad económica. Sin embargo, en la realidad socioeconómica de las mujeres este escenario tiende a ser mayoritariamente significativo debido a la desigualdad de condiciones que a diario enfrentan.

Inicialmente, es primordial entender la desigualdad de género como una problemática fundamentalmente ligada a las desventajas que condicionan a las mujeres a establecer un estilo de vida que perpetúa y agrava las circunstancias económicas y sociales que enfrentan. Seguido de esto, el acceso a la educación, la raza, la estratificación social son efecto de la desigualdad de género que en conjunto son factores determinantes a la propensión de la informalidad laboral en las mujeres (Ortiz, 2019).

En consecuencia, las mujeres a menudo enfrentan una «doble carga de trabajo», ya que la mayoría son responsables del trabajo doméstico y del cuidado de la familia. Esta carga adicional de responsabilidades reduce su tiempo y energía disponibles para mejorar sus habilidades, participar en actividades de formación o integrarse al sector formal del trabajo. Según Bolívar Restrepo (2021) “En Colombia, las mujeres ocupadas destinan en promedio 25.7 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, mientras que los hombres asumen sólo 10.4 horas semanales a estas tareas”.

Los roles de género que se han presentado desde el origen de la familia influyen sustancialmente en la necesidad de las mujeres de ajustarse a un empleo informal donde no hay protección social para los trabajadores en general y las mujeres están más propensas a vivir escenarios de violencia que los hombres.

Asimismo, se ha detectado que la institucionalidad también tiene una alta relación con los índices de informalidad como lo son los altos impuestos, los costos de la formalidad laboral y demás barreras del mercado laboral (Bolívar Restrepo, 2021).

Ahora bien, a lo largo de toda la historia de la economía se ha ignorado el rol de la mujer, el impacto del trabajo doméstico y las tareas del cuidado como potenciadores del crecimiento económico, pues el trabajo doméstico no remunerado participa indirectamente en la generación de capital.

Estos efectos socioeconómicos y culturales hacen que las mujeres en empleos informales a menudo enfrenten condiciones laborales precarias y estén expuestas a explotación y abuso por parte de empleadores. La falta de protección laboral y derechos laborales en la informalidad las deja en una posición vulnerable.

Finalmente, avanzar hacia una sociedad más equitativa y una economía más inclusiva exige no solo un mercado laboral más sólido sino un reconocimiento de los trabajos del cuidado en la economía. Entonces, ¿ha sido el sistema económico el responsable de estas problemáticas? ¿cuál es el interés de los planes de desarrollo en resolver esas dificultades?

Luisa Fernanda Trujillo Jiménez

Estudiante Economía

Facultad de Economía- Universidad Santo Tomás

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