La firma definitiva de la paz es un anhelo nacional. Pese a que hoy es un tema politizado y polarizado, yo no creo que haya alguien en contra de terminar un conflicto que, pese a que ha sido internalizado por todos los agentes y es considerado en todos los cálculos económicos y de crecimiento del PIB, sin duda le ha costado mucho al país. El malestar de algunos sin duda viene del hecho de cómo se llegó a la Habana y sobre todo cómo se están llevando las conversaciones allá, pero es sabido que en este tipo de situaciones no se llega repentinamente y, además, todas la partes saben que de llegar a acuerdos éstos incluyen concesiones necesarias para pasar de las palabras y promesas a los hechos concretos.
Pero supongamos que se llega a un acuerdo definitivo donde todas las partes tienen incentivos a respetarlos y se logra la anhelada paz. La pregunta crucial es cómo hacerla sostenible en el tiempo, en otras palabras como disminuir, e incluso eliminar, la probabilidad de que alcanzado un estado de paz real no se recaiga en el conflicto. Bien, esto depende de cómo se maneje el posconflicto desde el punto de vista social, político, económico y humanitario. Todos estos aspectos son muy importantes, pero la evidencia empírica sugiere que el aspecto sobre la sostenibilidad económico brilla especialmente.
La literatura sobre los conflictos y las guerras nace con el objetivo de analizar y proponer medidas concretas para evitarlas. Algunas guerras y potenciales conflictos se han evitado, pero otros han surgido sin nada que pueda detenerlos. En general, las guerras suelen tener para la mayoría de involucrados efectos intergeneracionales perversos sobre el bienestar socioeconómico. Bien, la literatura científica sobre la relación conflicto y economía data de tiempo atrás, pero la literatura empírica sobre como sostener la paz en el posconflicto es relativamente reciente, aunque ambas, sin embargo, resaltan el papel que juega el manejo de la política económica en la sostenibilidad de la paz en el tiempo.
A los estudios recientes sobre los aspectos socioeconómicos de una paz sostenible, se suma una investigación hecha en la Universidad de Antioquia, en éste se analizan 42 países los cuales durante el período 1990-2005 llegaron a acuerdos de paz que dieron por terminado oficialmente los conflicto internos que padecían. En algunos casos la paz aún persiste, en otros no duro demasiado y recayeron en la guerra. Si se considera la recaída en el conflicto como un evento probabilístico, podemos sin duda analizar los factores económicos que disminuyen la probabilidad de que ese evento suceda.
El estudio muestra que hay seis factores cruciales para mantener la paz (técnicamente que disminuye la probabilidad de recaer en el conflicto), a saber: la ayuda financiera internacional –en especial cuando hay que llevar a cabo grandes reconstrucciones en obras civiles–, la formación de capital bruto, el mejoramiento y cobertura de la tecnología, la deuda del gobierno, y dos que yo considero especiales, la apertura al comercio internacional y la cantidad y calidad de infraestructura, estas son las variables que, en conjunto, más contribuyen a reducir la probabilidad de que un país después de alcanzar un acuerdo de paz recaiga en la guerra.
En consecuencia toda la inversión 4G planeada por el gobierno nacional será de suma importancia, en especial en las regiones, así como el desarrollo de una política agroindustrial que estimule el empleo y la productividad de las zonas rurales. En este punto, no puedo dejar de mencionar a Antioquia, una región con un potencial agrícola enorme, de modo que el desarrollo de la región pasa necesariamente por manejar bien el posconflicto y esto a su vez pasa por el desarrollo rural.
Finalmente, hemos de enfatizar que los acuerdos comerciales justos pueden ser muy beneficiosos para la mayoría, pero una condición necesaria para ser competitivos es la calidad de la infraestructura, de carreteras, puertos, aeropuertos y un desarrollo agroindustrial que genere economías de escala a los pequeños campesinos. Sin esto no hay progreso sostenido ni tampoco una paz duradera. Esto sin duda puede dejar lecciones positivas para el país, pero claro, la tarea primero es llegar a la paz definitiva.
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