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Desde mayo pasado los mercados mundiales se han estado reacomodando, por lo que reciénteme se ha visto una apreciación de las monedas de los países emergentes y una volatilidad en las bolsas, desde Asia, pasando por Australia, hasta Latinoamérica. La razón de esta turbulencia es simple: la clara intención de la Reserva Federal de Estados Unidos de reducir los estímulos económicos para alentar la economía norteamericana (llamado QE3), que se ha caracterizado por una tasa de interés cercana a cero y una compra de bonos del tesoro que ha rondado los 80 mil millones de dólares mensuales solo en 2013. Naturalmente, reversar esta tendencia hace muy atractivo llevar el capital a EE.UU.

 

Mirémoslo de esta manera: este cambio natural de posición que se está dando –de un mayor flujo de capitales de países emergentes a desarrollados– tiene un costo en términos de mayor depreciación de las monedas locales frente al dólar, incrementos en el precio de los bonos locales (TES) –con la consecuente disminución en el interés y los retornos– y una caída en los índices bursátiles. Colombia no ha sido la excepción y hemos sido testigos de la apreciación del dólar en cerca del 9%, el retroceso del índice general de la bolsa de valores (IGBC) en 10% en lo corrido del año; así como de la abrupta caída en la rentabilidad de los papeles de renta fija. Y este será más o menos el panorama en los meses venideros.

 

Es tentador decir que estos hechos estilizados antecedieron a la crisis argentina de 2001 o a la asiática de 1997. Pero a pesar de las convulsiones, hoy las economías emergentes están mejor preparadas. Primero, a diferencia de entonces, los déficits en cuenta corriente de los países emergentes ya no son tan grandes. En aquella época una salida de capitales como la que enfrentan hoy, provocó el colapso de las divisas, la quiebras de empresas y de los respectivos sectores financieros y, finalmente, provoco una recesión. Segundo, en la actualidad la mayoría de tipos de cambio son flotantes y las monedas no están muy atadas al dólar (dando margen de maniobra a los bancos centrales), de modo que es poco probable que la economía colapse ante el repliegue de los inversionistas. Por último, no hay que olvidar que en la actualidad, las reservas internacionales de las economías emergentes son mucho más altas.

 

Estos comportamientos de los mercados son sin duda una característica de la integración financiera de las economías, del flujo de capitales de una región a otra, y debemos acostumbrarnos a ellas. Naturalmente la globalización en términos de intercambio de bienes y servicios y de oportunidades de inversión tiene ventajas, pero a la vez plantea es un reto gigante a los gobiernos y bancos centrales, encargados de la política monetaria, para mantener las economías relativamente estables frente a los ajustes en la política macroeconómica de otros países, sin que esto se convierta en la semilla inevitable de una recesión.

 

 

@jhbarrientos 

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