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Empieza un nuevo año, y con él la necesidad de hacer una proyección de lo que será el 2014, en especial, en aquellos temas que nos impactan de forma más directa. Como es el caso de la situación económica y financiera del país, que sin lugar a dudas está dentro de las más analizadas en los medios de comunicación. Hecho que es apenas lógico, dada la alta relación entre el bienestar social de un país y la salud financiera de sus habitantes.

 

Hasta el momento, los pronósticos en esta materia para el país han sido prudentes, pero positivos, lo que es un buen indicador. Los buenos resultados económicos en Estados Unidos, el repunte sorpresivo de Europa, y que Asia se haya logrado mantener en una senda de crecimiento sostenido son buenos indicadores de lo que podría ser el 2014 en términos económicos mundiales, y con ellos un buen augurio de lo que sería este año para Colombia.

 

Por su parte, los mercados financieros empiezan a mostrar “tracción”. Término acuñado por algunos analistas hace ya varios años, con el que buscaban caracterizar un mercado rentable bajo una economía mundial en expansión. Aunque el fenómeno se predijo año tras año, en cada ocasión surgía algún problema que hacía temer una segunda recesión mundial (problemas en Grecia, España, Italia, etc). Sin embargo, de todos los años éste pareciera ser el que tiene un mejor semblante y una mayor probabilidad de alcanzar tal título, pese a que aún falta mucho camino por recorrer en términos de fortalecimiento financiero, confianza inversionista y desempleo.  

 

Al tiempo que Colombia también ha hecho una labor importante en este campo. El Banco de la República ha logrado construir una confianza férrea alrededor de sus políticas monetarias y cambiarias, hecho unido a la estabilidad política y normativa del país, han llamado la atención de muchos inversionistas extranjeros y locales, que cada vez le creen más al país y a sus empresas. Aunque lamentablemente esto no nos libera de estar atados a temores internacionales y a sus constantes fluctuaciones.

 

Pero no caben dudas de que una tasa de inflación controlada, un tipo de cambio dentro de los estimativos del Banco Central y una economía en crecimiento son las mejores credenciales del país en términos económicos y financieros. Del mismo modo, la estabilidad del proceso de paz emprendido por el gobierno Santos también juega un rol bastante importante, y de su éxito o fracaso depende gran parte de las inversiones del país.

 

Con ello, el panorama nacional es positivo aunque conservador, tal como se afirma en los principales diarios. Hay muchas variables en el plano económico mundial y local que cambian rápidamente junto con el ánimo de los inversionistas, empresarios y de los mismos analistas, pero el panorama cada vez es más alentador. Los temores son menos y de menor intensidad, y los indicadores económicos se mantienen en niveles que llaman a la tranquilidad a sus agentes. Así que este podría ser un buen año para creerle al país y para aportarle un poco de confianza, que es lo que a la larga impulsa las inversiones, el consumo, y por ende, a las empresas y al país. 

 

@joseluisalayon

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