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El coronavirus o COVID 19, para ser más precisos, está poniendo a prueba a la humanidad.  Es innegable que está planteando retos científicos y médicos muy importantes, pues los mejores doctores e investigadores del mundo están corriendo una carrera contra el reloj para lograr una cura que permita la pronta contención de tan temido virus, pues su rápida expansión tiene en vilo al planeta entero.

De igual forma, a nivel político se han tenido que tomar muchas decisiones trascendentales. No quisiera imaginarme qué podría pasar si un gobierno decidiera cerrar ciudades con millones de personas dentro o se decidiera poner un país entero en cuarentena, en un contexto diferente al actual. Sin embargo, esto fue posible gracias al enorme temor que se espació en el ambiente con ayuda de los medios de comunicación y las redes sociales. De igual forma, muchos países alrededor del mundo han tenido que recortar sus tasas de interés para evitar una posible recesión global, mientras analizan nuevas formas de estímulo para mantener sus economías a flote.

Los mercados financieros también han sido presa del virus que, junto con la guerra por los precios del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia, han generado pérdidas únicamente comparables con las presenciadas en 2008, tras la ruptura de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos. La situación ha sido tan caótica, que muchos mercados de valores han tenido que cerrar sus operaciones por algunos minutos para contener las grandes pérdidas en sus activos, como es el caso de NYSE y la bolsa de Sao Paulo, entre otros.

Sin embargo, existe un reto que cada vez toma mayor trascendencia y es el tecnológico. Suena un poco extraña esta afirmación en pleno siglo XXI, pues los avances que ha presenciado la humanidad en este campo han sido monumentales y esta tendencia sigue creciendo a un nivel exponencial. No obstante, aún existen algunas barreras que han limitado en alguna medida su dominio sobre algunos ámbitos, pero que gracias al coronavirus, estos podrían caer muy pronto.

Con esto me refiero al teletrabajo y a la seguridad de la información, de un lado, y a la capacidad tecnológica de las empresas del otro.

El sector financiero se ha caracterizado por ser uno de los más avanzados tecnológicamente, pero altamente restringido en varios aspectos. La seguridad de la información es vital para ellos y el teletrabajo es algo con lo que no se sienten muy cómodos, ni los empresarios ni las autoridades. Sin embargo, las recomendaciones por parte de los especialistas han sido muy claras: una buena asepsia y evitar lugares concurridos o de alta densidad poblacional. Así, muchos empleos podrían trasladarse a los hogares de los trabajadores, pero ¿Qué pasará con aquellas personas que trabajan en bancos o los corredores de bolsa? Ellos no solo tienen restricciones corporativas para acceder remotamente a las bases de datos, sino que también existen barreras legales, como en el caso de los traders, que no les permiten operar fuera de un espacio físicos establecido.

Por tal motivo, ante esta pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud, muchas ciudades se podrían poner en cuarentena, lo que llevaría a la desaparición de estas barreras o al cese de las operaciones financieras, lo que resultaría muy costoso para una industria altamente golpeada por el ruido y la especulación. De igual forma, sería un duro golpe para la economía de los países. Por tanto, este tema debe ser analizado con suma cautela, pero sin darle más largas.

De igual forma, las universidades se enfrentan a un enorme reto de capacidad tecnológica. Campus universitarios como el de Columbia y Yale en Estados Unidos han decidido cerrar sus puertas para el próximo ciclo y dictar sus clases por medio de plataformas virtuales. Estas no tienen problema gracias a que llevan años implementando este tipo de tecnologías y en la actualidad dictan muchos de sus cursos por estos medios a estudiantes alrededor del mundo. Es más, tienen carreras virtuales de alta calidad y cuyos cursos se cotizan muy bien en diferentes plataformas educativas.

Universidad del Rosario - Claustro

En Colombia, por ejemplo, la Universidad del Rosario ya les permitió a los profesores con algún tipo de quebranto de salud dictar sus clases de forma remota a través de sus plataformas virtuales. Igualmente, la Universidad de los Andes canceló todos los eventos académicos, excepto las clases, dentro de sus instalaciones y apuesta por contenidos virtuales. Del mismo modo, las demás universidades top del país tienen grandes avances al respecto. Sin embargo, no todas tienen los mismos adelantos, lo que podría implicar un gran reto para algunas.

Asimismo, fuera del plano educativo, las pymes tendrán que adaptarse rápidamente a este nuevo aspecto si quieren mantenerse en el mercado. Deberán invertir en tecnología de la información y capacitar a sus empleados para el correcto uso de esta. La ventaja para ellas es que corporaciones como Microsoft y Google tienen herramientas muy amigables para que el trabajo no se limite a un espacio físico, es decir, que se pueda llevar la oficina a todas partes. Por tanto, no se necesitan desarrollos tecnológicos propios para acceder a los más altos estándares de calidad y seguridad que se tienen al respecto. Puede que en este aspecto sea la cultura corporativa la más difícil de moldear hacía una nueva apuesta en las políticas de la información.

Por ende, el actual panorama será propicio para potenciar aún más el uso de la tecnología en aspectos como la educación y el trabajo, mientras se debate sobre la seguridad de la información y los derechos de autor. Así, nadie quedará exento del Coronavirus y sus efectos colaterales.

 @joseluisalayon

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