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¿Se imaginan que todos fuéramos juzgados cada navidad por las promesas que hicimos al inicio de cada año? De seguro serían muy pocos los que recibirían el incentivo o ¿no?

El quid de este asunto radicaría en cómo podríamos medir la efectividad con la que cumplimos nuestras promesas. Si ya de por sí es difícil pensar en los doce propósitos de media noche, cuánto más difícil es medir en qué medida nos aproximamos a ellos.

Pensemos en un ejemplo sencillo: bajar de peso. ¿Cómo lo medirías? ¿A corte de diciembre o si en algún momento lo conseguiste, sin importar cuándo, o cuántas veces lo hiciste durante los últimos doce meses? Sin importar la medida que escojas, lo cierto es que la mayoría nos sentimos decepcionados en diciembre pues creemos que el año se fue demasiado pronto y no alcanzamos a cumplir con todas nuestras metas. Siempre tenemos mejores expectativas para el año que viene y el optimismo nos llena de confianza y así pasamos el guayabo de las metas no cumplidas. Es un ciclo sin fin. Entonces, ¿por qué somos tan fuertes con nosotros mismos al final?

La psicología nos puede echar una mano para responder esta pregunta. Según Daniel Kahneman, cada persona tiene dos sujetos (ficticios): uno que recuerda y uno que experimenta. Lo curioso del primer sujeto es que tiende a enfocarse en los finales. Poco vale para él el inicio, los intermedios e incluso los promedios. Estas fallas no nos permiten ver el verdadero efecto de nuestras acciones a través del tiempo.

Este sesgo nos lleva a que cada diciembre olvidemos o, por lo menos, subvaloremos todas las cosas buenas que hemos hecho durante el año y de forma simplista nos enfoquemos en nuestras ultimas acciones, cuando ya se han roto las dietas y pocos van al gimnasio. Diciembre, en definitiva, no es la mejor época para medir nuestros esfuerzos y trabajo duro. Así, al final somos más auto-críticos de lo que deberíamos.

Por tal motivo, de seguro son muchos más los que realmente merecen un juguete por sus buenas acciones que los que no.
quien se merece un regalo

Por último, por si aún tienes dudas, dejo esta entretenida fórmula que ronda internet para su tranquilidad.

 

¡Feliz Navidad!

 

  • Pensar Rápido, Pensar Despacio. Daniel Kahneman. Capítulo 35: Dos yo.

 

@joseluisalayon

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