La paciencia, virtud necesaria ante los grandes retos
Una amiga me contó que la señora de un conocido le participó que su marido era muy impaciente y que después de la primera noche en la luna de miel se levantó preguntando para cuando le podría dar un hijo. Ella extrañada le indicó que ni siquiera sabía si estaba embarazada y menos cuando podría darle un hijo. El le pidió que se apurara con el encargo porque quería tener un hijo lo antes posible y preferiblemente antes de 6 meses. Ella sonrió y le dijo que los niños necesitan 9 meses para nacer y el furioso le dijo que no se pusiera con explicaciones tontas y disculpas baratas y enfurecido se fue de la habitación. Desde luego el matrimonio acabó ese día y el señor impaciente tuvo una corta vida por sus locuras y por obvias razones.
El diccionario dice paciencia: “Capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades o cosas molestas u ofensivas, con fortaleza, sin quejarse ni rebelarse. Calma o tranquilidad para esperar”.
Creo que los médicos llaman paciente a los enfermos porque para soportar los dolores, las investigaciones, los tratamientos, los posoperatorios y la atención en los consultorios o en las clínicas hay que tener paciencia.
Viene a mi mente que una vez tuve una tos que me duró 2 años, decía un amigo. Otro amigo mencionó que estuvo enfermo con terapias diarias de 3 horas por 12 años y otro tuvo un dolor intenso en un brazo por varios meses y decía que era como los dolores de amor que no se quitan con acetaminofén o ibuprofeno. En todos los casos se requirió persistencia, paciencia y valentía para aguantar mientras se logró la curación.
Ahora recuerdo esa frase femenina del famoso pedido “Dios, dame paciencia porque si me das fuerza, lo mato…” Menos mal Dios les concede paciencia…
Y hablando de relaciones, la otra frase célebre es:” No es que se haya acabado el amor, lo que se acabó fue la paciencia” y creo que esto es lo más cierto. Los matrimonios de hoy duran poco porque se les acaba muy rápido la paciencia.
El tiempo es la medida clave en este tema de la paciencia.
La construcción de la mayoría de lo que tenemos en la vida requirió meses y años, pero luego olvidamos que así fue. ¿Cuanto duramos en la infancia? ¿Tardamos en aprender a leer o a escribir? ¿Cuánto tiempo toma aprender a manejar los esf’interes? ¿Duró años la adolescencia, sus pruebas y errores? Hago estas preguntas porque se nos olvida que se construye vida con el tiempo. No nacemos siendo profesionales al otro día y menos PhDs. No se construye una casa y un hogar ni se amuebla o decora en un día, muchas veces tardamos meses y hasta años en los detalles.
Otra reflexión sobre la paciencia está en los tacos o trancones de tráfico en las grandes ciudades del mundo en las horas “rush” o pico que es cuando la gente va al trabajo o sale del trabajo. Hay tacos o trancones que duran horas y es allí donde un forzosamente aprende a tener paciencia. En la ciudad donde vivo hay que planear salir con hora y media de anticipación para poder llegar con alguna pequeña holgura a una cita de negocios, media hora o 45 minutos ya no sirve y corre uno el riesgo de llegar muy tarde.
Recientemente un amigo tuvo que vivir algunas incómodas dificultades de salud que derivaban en severos dolores musculares que no se quitaban ni con calmantes ni con desinflamantes ni con fisioterapias. Los dolores eran permanentes y ni siquiera lo dejaban dormir por la intensidad y continuidad. Los músculos estaban contraídos, como ocurre después de una operación o de algún trauma y lograr estirarlos a la forma original es un asunto de muchos días y hasta meses, lo que deriva en un gran aguante, mucha valentía, mucha persistencia y mucha paciencia, aparte de mantener la esperanza que algún momento en el futuro todo va a estar bien.
Popularmente se conoce que “el tiempo arregla las cosas” y es verdad.
Hasta para aflojar una simple tuerca oxidada hay que esperar que el aceite penetre y así se le pueda dar vuelta. Muchas recetas de cocina famosas y deliciosas requieren una elaboración larga y minuciosa y hasta un simple bife o carne gruesa requiere para ser asada una buena dosis de sal y mucha paciencia, me enseño un amigo chileno experto en asados patagónicos.
Ahora me viene a la mente la paciencia que tuve que tener para ir ascendiendo en la escala jerárquica en una multinacional hasta llegar a ser gerente en el área interna y luego volver a comenzar de cero en el área comercial hasta llegar a ser gerente de nuevo y finalmente llegar a ser un alto ejecutivo y gerente general o ejecutivo de primera línea…Lo hice muy rápido comparado con el promedio y lo logré a los 37 años, después de 15 largos años de carrera y de quemarme las pestañas y tener muchas trasnochadas, fines de semana sacrificados, emplear mucha inteligencia, estrategia etc. Si le hablara hoy a un milennial ¿que podría pensar al escucharme? ¿Tendría la paciencia?
Recordando, me gradué de 23 años como ingeniero y a los 29 era MBA, pero llegué a PhD a los 50…¡Mucho tiempo!…Y uno quisiera que todo fuera instantáneo.
Muchas veces un desea que los problemas se resuelvan de la noche a la mañana o que las decisiones sobre negocios importantes se den en días o semanas y se estrella con la realidad de la vida y unas duraciones que tardan meses y años de estar detrás empujando, creando, buscando ¿Que tal cuando hay un pleito laboral o comercial o penal?…Algunos pueden tardar más de una vida en resolverse o aclararse y a veces la solución nunca ocurre.
Mi invitación en este punto no es a bajar la aceleración o el nivel de perseverancia por alcanzar un objetivo, pero si es tomar conciencia que hay que mezclar una cierta dosis de equilibrio y paciencia en la vida real, asunto que es exigente y duele un poquito.
La mayoría de las veces olvidamos que hay que tener paciencia y le decimos al de arriba “Dios dame paciencia, pero dámela ¡Ya!”
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