Hágalo, no hable. Cuánto vale no hacerlo?
Mucha conversación, mucha explicación, mucho plan y poca ejecución o poca acción trae como resultado cero avance en positivo o en negativo.
Hay genios que gozan retardando, enredando o complicando las acciones mayormente por temor al resultado que puede ser menor de lo deseado o lo esperado, pero peor es nada.
Yo prefiero el movimiento, así sea una reversa o un retroceso porque ello genera las acciones y las acciones a la larga son las que permiten avanzar o permitirán avanzar en el inmediato futuro.
Cuando uno comete un error o falla, no le queda otra alternativa que corregir o arreglar y eso es sin duda lo que lleva luego al avance verdadero. Ahora bien, si se acierta con el movimiento el resultado es doblemente valioso y eso solo genera más entusiasmo y motivación para seguir en movimiento o en acción.
Una vez un amigo iba conduciendo su auto y yo iba de copiloto. El recorrido era largo y la carretera poco variada. Mi amigo se quedó dormido y cuando vi, el auto estaba por salirse de la carretera y de inmediato tome el control del timón y de un codazo desperté al amigo. Si yo no hubiera tomado en segundos las acciones que menciono, nos hubiéramos estrellado muy feo y hasta nos habíamos podido matar esa noche…Cuanto valía no hacerlo? Cuanto valía no tomar el control? Había que romper el esquema de tu manejas y yo voy de copiloto porque con las reglas tradicionales y el respeto por su posición de pelito, nos hubiéramos accidentado. De eso se trata el ¡Hágalo. No hable!
Los niños pequeños exigen acciones y decisiones rápidas en su cuidado, porque es famoso que si uno se descuida unos segundos pueden comerse algo indebido o pueden caerse o golpearse duro o hacerse daño sin querer. Los niños exigen acción inmediata y no hacerlo puede ser doloroso. Si el niño se hace daño y no actuamos, cuanto sale costando no haber actuado?
En las empresas mucha gente se la pasa esperando al jefe para que de la bendición o guiño o autorización de una acción que suele ser importante y urgente pero la gente quiere que el riesgo lo tome la autoridad para no exponerse en caso de falla.
Cuando la organización es civilizada y de avanzada y genera gente autónoma, las decisiones o las acciones cotidianas clave se ejecutan en su mayoría en forma autónoma y si llega a ocurrir un suceso inesperado en esa ejecución de la acción, se analiza luego para aprender de ello y así evitar una nueva falla en el futuro, pero jamás se busca culpables y menos se castiga a alguien por haber tenido la iniciativa de ir adelante, actuando de buena fe y con la mejor voluntad y mente en pro de la organización. Aquí sale bien el proverbio que dice “Pida perdón y no permiso”. Suena agresivo pero al final agiliza y convierte la empresa en una organización activa y madura.
En la mayoría de los casos la forma de trabajar que acabamos de describir para una empresa es en resumen trabajar con base en la confianza y autonomía, asunto que genera productividad y agilidad, aparte del hecho de asegurarse de tener gente o colaboradores que actúan como personas maduras y responsables, en vez de tener empleados tipo jardín infantil donde la empresa parece llena de niños pequeños a los que hay que cuidar y decir qué hacer cada minuto, a pesar de tener, muchos de ellos, estudios profesionales y o larga experiencia, aparte de ser mayores de edad, pero en la empresa terminan tratándolos como niños, es decir, necesitan en todo momento un adulto mayor y responsable que los supervise.
Esto último que mencioné en el párrafo anterior, suele ser un estilo que imperó en la mayoría de empresas hace muchísimos años y todavía, lamentablemente, hay un buen número de organizaciones que opera en forma centralizada y con un gran jefe autoritario que es el embudo que autoriza todo y sin cuya aprobación no se mueve una hoja.
Para un mundo como el de hoy donde la competencia es ágil e ingeniosa y los clientes exigentes y ávidos de atención rápida, ese estilo centralizado es mortal para la organización, resultado que se ve más temprano que tarde.
Hágalo, no hable…Es el símbolo real del “empowerment” o empoderamiento en castellano, pero al mismo tiempo es concentrarse en la ejecución y el resultado sin dar vueltas y vueltas en pensamientos y planes, pero sin acción específica. En otras palabras es dejar de estar pasándose “la papa caliente” de unos a otros hasta ver a quien la cae, para pasar a comerse esa papa de una vez así en la tarea nos quememos un poquito la lengua al principio.
Cuánto vale no decidir a tiempo?…Cuanto vale no ejecutar a tiempo?
En una enfermedad donde puede haber riesgo de vida no decidir y no ejecutar a tiempo puede significar perder la oportunidad de salvar a la persona o por lo menos de intentar hacer eso. También hay gente que le busca el lado positivo a la ausencia de acción y dice “Lo dejamos morir tranquilito”…
Aquí no hay posición mala ni buena, pero dejo como reflexión la siguiente pregunta: De qué lado está Usted, del actuar o del quedarse estático?
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