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El camino de la conciencia de unidad y el crecimiento interior, se construye paso a paso, a cada instante de nuestra vida.  El tema no es saber, si comprender y tomar conciencia de aquellos aspectos de nosotros que no nos gustan y reflejamos en los demás.  En la existencia del Universo está la integración de las polaridades: Luz, y sombra, blanco o negro, femenino-masculino, día-noche, en fin, estas polaridades envuelven una hermosa sabiduría e inteligencia infinita.  Todo se integra.  Sin embargo, nuestra mente dual, aquella que nos hace pensar que estamos separados de todo, nos hace percibir y observar con ese racero.  No obstante,  el crecimiento de la humanidad, empieza por comprender e integrar esa conciencia de unidad.  Como estudiante del postgrado en Bioneuroemoción de Enric Corbera Institute y la Universidad de Torreón de México, quiero compartir uno de los blog, del maestro Enric Corbera, sobre el tema que brinda tres consejos prácticos de cómo hacer conciencia de nuestra sombra y como integrarla.

A continuación.

Cuando tomamos conciencia de cómo nos proyectamos en los demás, cada relación se convierte en una oportunidad única de conocernos mejor. Según el psicólogo Carl Gustav Jung, todo aquello frente a lo que nos emocionamos tiene que ver con nosotros. Aquellos aspectos que nos molestan de otras personas son atributos personales sobre los que hemos emitido un juicio, que opera de forma inconsciente, hasta que integremos la sombra.
1. Conocernos a través de nuestros juicios.

A menudo realizamos juicios sin darnos cuenta, algunos incluso nos pueden parecen irracionales. Usar la sombra en nuestro beneficio consistiría, precisamente, en hacer consciente aquello que juzgamos de los demás y ver dónde se refleja en nosotros mismos. Estamos constantemente proyectando información en los demás, y como resultado percibimos en ellos aspectos de nuestra propia psique. Como nos diría Carl G. Jung, “el conocimiento de tu propia oscuridad es el mejor método para hacer le frente a las tinieblas de otras personas”.
2. Utilizar la sombra como válvula de escape.

En el cine, la psicología y la literatura vemos continuamente referencias relacionadas con la sombra. Desde obras clásicas como Doctor Jekyll y Mr. Hyde, hasta otras más modernas como Hulk. En todas ellas, se muestra cómo una personalidad reprimida e incapaz se torna destructora y extrema en un momento determinado. Son dos personalidades totalmente descompensadas. Esto es precisamente lo que provoca el rechazo de la sombra. Mediante la represión de todo aquello que creemos no ser, acabamos expresando todo aquello que «odiamos” de una u otra forma. Según la psicología de Jung: “La gente hace cualquier cosa; no importa lo absurdo que esto sea, si es para evitar hacer frente a sus propias almas”.
3. Des-identificarnos con nuestro ego.

Precisamente el ego es aquello que “creemos que somos”. Un hábito que, bien integrado, nos ayudará a conocer mejor nuestra sombra, es dejar de usar el verbo “ser” para definirnos y comenzar a usar el verbo “estar” u otros que transmitan el mismo significado. Por ejemplo, en lugar de decir “soy tímido”, expresaremos “estoy tímido”. De este modo, nos abrimos a otras posibilidades de comportamiento. Simplemente se trata de definir cómo actuamos sin identificarnos con ello, eliminando así nuestra necesidad de defendernos. Decía Ghandi que “toda palabra que uses después del “soy”, te empequeñece”.

“Perder nuestro nombre es como perder nuestra sombra; ser sólo nuestro nombre es reducirnos a ser sombra.” (Octavio Paz).

La Bioneuroemoción propone, a través del estudio de la sombra, que la persona integre aquellos aspectos de su personalidad, que no quiere reconocer o aceptar, para que dejen de ser inconscientes, y así poder gestionarlos conscientemente, de forma que contribuyan a su bienestar personal.

Nota, tomado de la página www. Enric Corbera Institute. com

 

 

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