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Este es un blog de indicadores y mercados, aun así he sostenido enfáticamente en varios de mis artículos que al ser la economía un credo (o por lo menos los modelos económicos), las cifras de un país dicen poco, si no se comprende el contexto social en donde dichas números se generan, ya que el PIB, la inflación o la balanza comercial no son más que mediciones o un intento de cuantificar lo que las personas en general hacemos en una sociedad. Debe advertir al lector que a diferencia de otros artículos en donde desde unas fuentes especificas desarrollo un tema esta vez compartiré unas cuantas cifras, muy generales, para expresar mi opinión sobre la paz en Colombia.

¿El acuerdo con las FARC es el fin del conflicto?

Lejos de los panfletarios Uribistas como los irreverentes y las noticias falsas que siguen corriendo por las redes sociales aun después de que Juan Carlos Vélez confesó sus artimañas, debo ser honesto y decirle, que el acuerdo de paz con la guerrilla no es el final de la violencia en Colombia, aunque como dijo esta mañana el periodista Daniel Coronell en su twitter “El conflicto en Colombia no termina mágicamente, pero el acuerdo de paz es un gran paso en la dirección correcta”. A pesar de esto debemos tener claro que ese acuerdo tiene muchas “piedras en el zapato” y desde que lo leí sabía que las primeras veintidós páginas, referentes al tema de la tierra, generaría descontento entre muchos despojadores que iban a hacer hasta lo imposible por desvirtuar el acuerdo, como muchos lectores informados ya habrán visto por su cuenta; sin embargo , (a mi parecer) esta no es la razón principal por la que la violencia va a continuar en el país, el problema es más general hacia nuestra especie que algo específico de Colombia.

Una era de paz mundial

Muchas personas no son conscientes de la era de paz que nuestra especie vive hoy, una época que irónicamente, entre más infrecuentes son las guerras más llaman la atención. En el año 2.000 murieron 56 millones de personas, de estas las guerras causaron la muerte de 310.000 personas y el crimen violento cobró la vida de unas 520.000. Estás 830.000 víctimas supusieron el 1.5% del total de muertes de ese año. Por otro lado en accidentes automovilísticos murieron 1.260.000 de individuos (2.3% de la mortalidad total) y 815.000 personas se suicidaron. En 2012 también murieron 56 millones de personas (un descenso de la tasa de mortalidad si tenemos en cuenta el crecimiento de la población en 10 años) de las cuales 65.000 murieron en guerras y 437.000 en homicidios, un 0.9% del total de muertes de ese año. En accidentes automovilísticos murieron 1’240.000 individuos (un 2.2% de la mortalidad total) y se suicidaron 804.000 personas (1.4% del total de muertes). Estas cifras nos dan la conclusión apresurada de que es más probable morir en un accidente de tránsito o suicidarse, que ser asesinado, sin embargo no es tan así, depende de en qué lugar del mundo viva usted por algo que le voy a explicar a continuación.

La violencia está parcializada.

En el medioevo la tasa de muertes violentas estaba entre 30 y 40 personas por cada 100.000 habitantes en el mundo, en 2012 (como puede consultar en el estudio mundial sobre el homicidio de las naciones unidas) es de 6 personas por cada 100.000. ¡Maravilloso! Pero poco creíble si usted como yo vive en Colombia y muy razonable si vive en la “comunista” Noruega que tanto critican los Uribistas (No soy político, no miento, en la marcha del Uribismo, el día de la tragedia de Mocoa, había gente protestando contra el comunismo de Noruega, les adjunto la foto). Según este informe que cité en este párrafo, la dispersión de la violencia a nivel mundial está muy alejada de la media, esto quiere decir que hay países donde casi no hay homicidios y otros donde la tasa es muy cercana a la de la edad media. El 36% de los homicidios en el mundo ocurren aquí en América, seguidos por un 31% en África, 28% en Asia, 5% en Europa y 0,3% en Oceanía. Entonces ¿Qué tienen Europa y Oceanía que no tienen el resto del mundo?

El estado

Al contrastar la edad media versus la actualidad vemos un descenso impresionante de la violencia y diferentes antropólogos e historiadores lo explican desde la organización política de las sociedades. La edad media se caracterizaba por agricultores que no conocían organización política superior a su comunidad, en estos reinos descentralizados eran donde se presentaban las tasas de homicidio que hablamos en el párrafo anterior. En recientes épocas donde los estados y los mercados se han hecho “todopoderosos” y las comunidades han desaparecido, la violencia tuvo una caída abrupta. Por esto muchos expertos coinciden en que el factor clave en la violencia es el estado y toda la forma de gobierno que este representa, de ahí que donde los estados son débiles, la violencia prolifera y donde son fuertes la violencia es poco frecuente.

Colombia un estado débil

Nuestro país, como muchos estados débiles, está marcado por la corrupción y la impunidad, esta es la razón por la cual así el presidente diga que va a trabajar por la paz, no la vamos a alcanzar hasta que esta realidad se corrija, ya que al firmar la paz con un grupo armado, ahí justo donde se arranca esa maleza, crece otro. La corrupción y la impunidad son simbiontes, además de ser un círculo vicioso difícil de romper. Los políticos corruptos (perdón por el pleonasmo) del legislativo hacen las leyes impunes, para que en el judicial las apliquen de tal forma que si uno de sus “amigotes” (rara vez pasa) a través del ejecutivo (los que ejecutan el presupuesto) desfalca al país, por mal que le vaya termina en una “casita” fiscal haciendo asados, llevando prostitutas y celebrando con Whisky que se robaron nuestros impuestos; sumémosle la ironía, descaro y/o ridiculez de que todo lo pagan con esos tributos hurtados. Por eso no es raro ver personajes del ejecutivo o sus amigos (testaferros) muy cercanos a personajes del legislativo y o judicial. Un ejemplo de esto fue la reelección de Uribe, un proyecto que sale del ejecutivo, pasa por el legislativo y se perfecciona repartiendo notarías en el judicial. Esto solo muestra que nuestros poderes, en la práctica no son independientes. Y esto es solo la ante sala del movimiento principal, ya que una vez la obra está en su clímax llegan los artistas invitados: “los contratistas” que si son ajenos al político, lo sobornan para que después les devuelva contratos, como en el caso de Obredecht y las campañas de Zuluaga y Santos, pero si son cercanos a algún “dotor” se alían con él para desfalcar el erario, tipo Samuel Moreno y los Nule. Me tocaba nombrar al polo “democrático” para que después no salga en “los irreverentes” un artículo de mi comunismo o militancia en el ELN, la FAR o en todos los anteriores, pero también para dejar claro algo que he sostenido desde hace varios artículos: “La corrupción es ambidiestra”.

Lo peor de un estado débil

El problema no acaba ahí, la verdadera tragedia la vivimos el resto de la sociedad, ya que esos impuestos que se roban, representan una desinversión para el resto de nosotros, es decir no invierten en educación, salud, infraestructura etc. Tampoco se invierte en que el estado funcione adecuadamente; por ejemplo mecanismos de control de la corrupción, estructuras más eficientes que aligeren el gasto del país (tenemos más congresistas que Estados Unidos, 273 versus 100 que tiene el país del norte) y otras grandes perlas de ineficiencia estatal; Si lo vemos del lado de los homicidios, en Colombia 9 de cada 10 homicidios quedan en la impunidad, casi nadie en este país va a la cárcel y aun así hay “hacinamiento carcelario” otro ejemplo de desinversión por parte los gobiernos por cuenta de la corrupción. La mayor desgracia la corrupción, en mi concepto, es la poca inversión que se hace en ciencia y tecnología, en términos económicos repercute, en que Colombia es un país a la deriva de las corrientes económicas mundiales que depende de los precios de las materias primas. Nosotros, no somos capaces de crear industrias competitivas que exporten dichos “commodities” con algún valor agregado. La ciencia y la tecnología son la columna vertebral de la industria en países donde ni siquiera hay petróleo pero a diferencia de nosotros, no pertenecen al “tercer mundo”.

La verdadera paz

Si usted es de los que cree que el país se lo van a entregar a la “FAR”, déjeme decirle que el niño dios no existe, son los papás. El acuerdo de paz no es un manifiesto comunista, pero debemos ser honestos en algo y es que es insuficiente para acabar con la violencia en el país, no sobra, pero le falta. Según el análisis que hoy les presento, dejando claro que en temas de corrupción me quedé extremadamente corto, mi conclusión y mi opinión (sujeta a debate, por supuesto) es que nuestro país necesita una reforma integral del estado, empezando por las leyes que algunos políticos y abogados quieren presentar como “sagradas” pero que en la práctica, saben y son conscientes que están viciadas, porque si sirvieran para algo mejor que el papel higiénico, Colombia sería una potencia mundial y hace rato estaría en paz, como todos los países del mundo que cuentan con un estado fuerte en su organización política.

Jarek Duque

Inversiones y Consultorías

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