
Tenía presente comentar que en Europa, el jueves, bajaron tasas. Solo por cultura general, y precisamente porque aquí promuevo la cultura general, hay 3 tipos de tasas allá: la tasa de depósitos bajó del 2.25% al 2.00%; la de refinanciación bajó del 2.4% al 2.15% y la de líneas de crédito marginales bajó del 2.65% al 2.40%. Es más complicado que aquí en Colombia, ya que aquí tenemos solo una tasa de referencia y es el 9.25%. También tenía presente comentarles que el viernes fue el caos total en los Tes ya que por el anuncio de la “válvula de escape”, que les mencioné el viernes, al principio todo abrió y operó súper arriba; luego todo se calmó un poco y al final en promedio los tasa fija pesos se subieron 18.6 puntos. Que se suban los 46s 24 puntos es demasiado, es absurdo (del 12.957% al 13.197%), pero en cierto momento llegaron como al 13.30%. Los UVRs se subieron 9.8 puntos.
Todo mal, así le pongamos eufemismos o disfemismos.
Sí, ya tenía presente contarles todo este anterior libreto, diciendo que todo era una desgracia financiera. Pero nada de esto, ningún dato malo financiero, números, cifras, se compara con dispararle a alguien. Ningún mal dato, por muy malo que sea, se compara con recibir un disparo y estar ahora en una clínica luchando por sobrevivir. Todo esto, en el marco general, es inane frente a un atentado contra la propia vida de un ser, contra un ser humano que vive, que tiene una familia (y así no tuviera familia, también). Intentar robar la vida con un artefacto en unos segundos, esto no tiene comparación, esto sí es el sino de la desgracia, esto nos muestra que el ser humano puede lograr lo más bello pero también lo más bajo, lo más ruin. Toca continuar, a veces eso es lo malo, que toca continuar. Atentar contra la vida es inaceptable. Escribía esto el domingo por la mañana cuando veo que todo se mueve a mi alrededor. Luego del temblor, o terremoto, qué más da el rótulo, bajamos todos y nos dimos cuenta que todos en últimas somos iguales, todos quedamos asustados, con piyamas similares, en la portería o el parque, todos con diferentes labores, unos con más cosas que otros, pero todos con el mismo susto, con la misma impotencia ante una naturaleza que nos puede dar vuelta seca en un par de segundos.
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