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Capital intelectualAunque persiste la idea de un departamento de talento humano enfocado en temas administrativos, de a poco se toma consciencia de la importancia de transformar a esta área en estratégica. Sin embargo, uno de los retos a los que debe enfrentarse en este proceso de transición es la medición del capital intelectual. ¿Es posible encontrar indicadores que permitan reconocer los aportes del talento humano en la creación de valor económico? 

Situación actual

Muchas empresas contratan procesos de desarrollo del talento humano, como capacitación, mentoría o coaching profesional. ¿Por qué lo hacen? De alguna forma, los líderes comprenden la relevancia de fortalecer el capital intelectual. Este se refiere a los activos basados en el conocimiento que posee una empresa.

Es decir, el capital intelectual, son los activos intangibles que posee una empresa y que contribuyen a su capacidad para generar valor y obtener una ventaja competitiva. Sin embargo, estos activos no se reflejan en los estados financieros tradicionales, lo cual suele dificultar el cálculo del impacto e incluso pueden invisibilizar el potencial que dispone para la economía actual, basada en el conocimiento. 

La intangibilidad del capital intelectual

capital intelectual

Estas limitaciones provienen de la naturaleza intangible del capital intelectual. No es igual contabilizar una máquina que le pertenece a la empresa, que el capital humano que le pertenece a los empleados. Es decir, se dificulta el establecimiento de la propiedad del activo. Además, los estados financieros tradicionales toman como base las transacciones pasadas. No reflejan los costos de oportunidad o el potencial futuro del capital intelectual en la creación de valor. 

El problema de medir de forma precisa el capital intelectual puede resultar bastante complejo. Aunque, de a poco se van adoptando varios indicadores y modelos que permitirían visibilizar este tipo de activos en el dominio financiero. 

La limitación de los sistemas contables tradicionales 

Muchos de los indicadores contables tradicionales, como el ROI, ROE, EPS y NOPAT, hacen énfasis en la rentabilidad contable. No consideran de forma explícita el costo del capital. El resultado es que estas métricas no siempre reflejan con precisión si una empresa está realmente generando valor para los accionistas. 

Además, estas métricas pueden “manipularse” para generar una percepción de rendimiento. Por ejemplo, podemos despedir a un experimentado y costoso Gerente Comercial, o cortar la inversión en I+D, y eso mejoraría el Estado de Resultados, pero podría mermar la posibilidad de generar valor a futuro. 

El surgimiento de los indicadores de valor

A causa de ello, han surgido indicadores de valor que se enfocan en medir la creación de valor real más allá de las métricas contables tradicionales. Por ejemplo, EVA (Economic Value Added, o Valor Económico Agregado). Este indicador resta el costo de capital de las ganancias operativas después de impuestos (ANOPAT). Esa diferencia es fundamental.

Revela si una empresa está obteniendo un rendimiento superior al costo de su financiamiento. Al considerar el costo del capital, permite seleccionar proyectos que generen un rendimiento superior al costo de oportunidad del capital. Esto significa que la empresa obtendría un retorno mayor al que obtendría al invertir en una alternativa comparable. Lo cual ofrece una excelente oportunidad para demostrar el valor del capital intelectual. 

La creación de valor del capital intelectual

Un alto rendimiento del capital intelectual, es decir, una gestión eficiente de los activos intangibles, puede contribuir a un EVA positivo, lo que indica que la empresa está creando valor para sus accionistas. Esto se debe a que el capital intelectual puede generar una ventaja competitiva sostenible, que a su vez puede impulsar un mayor crecimiento de los ingresos y la rentabilidad. 

Además, implementarlo como sistema de gestión puede incentivar a los gerentes a tomar decisiones que maximicen la creación de valor. Esto implica delegar responsabilidades y empoderar a los empleados para que contribuyan al crecimiento del capital intelectual. 

La adopción del EVA por empresas influyentes como Coca Cola, DuPont y Eli Lill, incluso Wall Street ha comenzado a utilizar este indicador en sus análisis, nos previenen de que empecemos a formar a los responsables de talento humano en estos indicadores de creación de valor. 

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