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Durante dos días, Medellín fue algo más que una ciudad anfitriona: se convirtió en una especie de laboratorio vivo, donde más de 900 líderes del sector público, privado y académico debatieron no solo sobre lo que está pasando con la movilidad en Colombia, sino sobre lo que debería pasar. Latam Mobility & Net Zero Colombia 2025 dejó muchas cifras y presentaciones, sí, pero también dejó preguntas, reflexiones y, sobre todo, pistas. Pistas de hacia dónde vamos y qué decisiones se deben tomar para que moverse —en carro, bus, patineta o bicicleta— sea cada vez más limpio, eficiente, accesible y justo.

Latam Mobility & Net Zero Colombia 2025 tuvo lugar en el Orquideorama del Jardín Botánico de Medellín. Foto cortesía.

Estas cinco ideas resumen buena parte del espíritu que se vivió en el evento. Y más que conclusiones cerradas, son puntos de partida para seguir pensando, discutiendo y construyendo.

  1. La movilidad eléctrica dejó de ser un experimento

Hace apenas unos años, hablar de carros eléctricos en Colombia sonaba a lujo exótico. Hoy, no. Solo en los primeros tres meses de 2025 se vendieron más de 3.300 vehículos eléctricos en el país, lo que representó un crecimiento del 247 % frente al mismo periodo del año anterior. Y no se trata solo de autos particulares: camiones, SUVs, buses y motos eléctricas están entrando cada vez más fuerte en el mercado.

Lo que se vio en el evento es que ya no estamos discutiendo si la movilidad eléctrica va a pasar, sino cómo escalarla de forma ordenada y sostenible. Con metas ambiciosas —como los 600.000 vehículos eléctricos proyectados para 2030— y un mercado que responde, el foco ahora está en temas como tarifas, mantenimiento, expansión de infraestructura y formación técnica para atender esta nueva industria.

  1. No basta con que sea eléctrico, también debe ser accesible y útil para todos

Uno de los puntos más interesantes del evento fue ver cómo la conversación está evolucionando. Ya no se trata solo de cuántos carros eléctricos se venden o cuántas estaciones de carga se instalan. También se está hablando de quiénes se benefician (y quiénes no) de esta transformación.

La movilidad sostenible también debe ser socialmente justa. Eso significa pensar en soluciones para personas que no tienen carro, que viven en zonas periféricas o que dependen del transporte público. Significa, por ejemplo, diseñar rutas integradas con bicicletas y caminar, planear buses eléctricos que lleguen a barrios vulnerables, o impulsar patinetas y motos compartidas donde el transporte masivo aún no cubre bien.

Bogotá, por ejemplo, mostró cómo su red de 1.485 buses eléctricos ha reducido más de 94.000 toneladas de CO₂, pero también cómo esa flota opera en zonas claves para la movilidad cotidiana de miles de personas. Medellín, por su parte, enseñó cómo sus corredores verdes no son solo vegetación: son espacios compartidos, seguros y conectados para peatones, ciclistas y nuevos modos de transporte.

En los primeros tres meses de 2025 se vendieron más de 3.300 vehículos eléctricos en Colombia. Foto cortesía.

  1. El sector privado está listo, pero pide reglas claras

Un mensaje que se repitió en varios paneles fue claro: el sector privado ya no necesita convencerse, necesita estabilidad. Fabricantes de vehículos, operadores de energía, plataformas tecnológicas, entidades financieras y startups están entrando con fuerza al ecosistema de la movilidad sostenible. Pero para invertir a gran escala, necesitan que el terreno regulatorio sea predecible.

Se habló, por ejemplo, de la interoperabilidad entre estaciones de carga, de incentivos coherentes para modernizar flotas, o de la urgencia de actualizar las normas técnicas y logísticas para vehículos pesados eléctricos. También se planteó la necesidad de una mejor coordinación entre entidades nacionales y territoriales, para que las políticas de movilidad no sean contradictorias entre ciudades.

  1. Las ciudades son las protagonistas silenciosas de esta transición

Si algo quedó claro en Medellín es que la transformación de la movilidad ocurre, sobre todo, en lo local. Los grandes planes nacionales son fundamentales, sí, pero quienes implementan, prueban y corrigen sobre la marcha son las ciudades. Desde los sistemas de transporte masivo hasta las ciclovías, pasando por los espacios para carga eléctrica o los incentivos tributarios, la movilidad se decide barrio a barrio.

Medellín, de hecho, recibió reconocimiento por su capacidad de planificación urbana. Sus corredores verdes no solo mejoran la movilidad activa, sino que han logrado reducir hasta 2 grados la temperatura urbana. Y la expansión de infraestructura ciclista en ciudades intermedias también fue parte del debate: hoy Colombia ya suma más de 1.300 kilómetros de vías para bicicletas.

  1. La movilidad del futuro será integradora o no será

El evento también dejó claro que hablar del futuro de la movilidad no es solo hablar de tecnología. También es hablar de gobernanza, de datos, de educación ciudadana, de sostenibilidad financiera y hasta de cultura. El auto eléctrico es solo una pieza del rompecabezas: lo que realmente está en juego es cómo se mueven nuestras ciudades y cómo diseñamos ese movimiento para que sea más ordenado, menos contaminante y más humano.

La movilidad del futuro —y del presente— será multimodal, conectada, compartida y sostenible. Requiere que el sector transporte trabaje con el energético, que los datos se usen para planear mejor, y que las decisiones de política pública vayan de la mano de las necesidades reales de la ciudadanía.

Colombia ya está caminando hacia una nueva movilidad. Pero más que una carrera de velocidad, esta es una carrera de resistencia y coordinación. Lo que viene ahora es consolidar avances, cerrar brechas y construir —con paciencia y ambición— un sistema de transporte pensado para el planeta, pero también para las personas que lo habitan.

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