Las cifras de Hidroituango: crónica de otra ‘muerte’ anunciada
¡Nada es pequeño en Hidroituango! Ni el tamaño de la tragedia, ni las cifras que rodean el proyecto. Pero, ¿no había otra forma de abastecernos de energía eléctrica? Aquí, las respuestas a este interrogante.
Con una demanda de energía que pasó de 66,315 a 66,893 Gigavatio-hora (GWh) entre el 2016 y el 2017 (crecimiento del 0,87%), y una generación de energía de 66,681 GWh que implica incluso la necesidad de importar la energía que requerimos como país, es claro que nuestro desarrollo, como el de todas las naciones del mundo, demanda energía eléctrica. La forma como la producimos es la debe llevarnos a la reflexión, pues ya va pasando el momento de la energía azul (gran hidráulica).
“La forma como producimos energía es la que debe llevarnos a la reflexión, pues ya va pasado el momento de la energía azul (gran hidráulica)”.
La situación de alerta máxima declarada en municipios ribereños del río Cauca, que no es otra cosa que el crecimiento de la situación de contingencia que se inició el pasado 28 de abril, ha generado un drama humano que, sin dejar víctimas mortales, ha afectado la vida y bienes de más de 50 mil personas evacuadas de 12 municipios de Antioquia, Sucre, Córdoba y Bolívar. Así mismo, 600 damnificados en Puerto Valdivia vieron cómo la creciente del río, que buscaba una salida cual animal encerrado y desesperado, se llevó o inundó sus bienes, tumbó paredes y acabó con mucha infraestructura. No es una situación menor.
Y esto pasa porque Hidroituango no es una hidroeléctrica más; una vez terminada (de lograrse), sería la central hidroeléctrica más grande de Colombia, con 2.400 Megavatios de capacidad (superando con creces los 1.240 MW de El Guavio, los 819 MW de Hidrosogamoso o los 400 MW de El Quimbo); y para ello, ha desviado el río Cauca, que tiene un caudal promedio de 2.400 m3/s (200 veces lo que consume de agua una familia promedio colombiana en un mes). Este proyecto es una megaobra que busca contener 20 millones de m3 de agua en una gran área de terrero, a una altura de 225 metros, para que turbinas enormes aseguren la generación de energía que Colombia requerirá en los próximos 10 años o más. Han sido $11,4 billones de inversión estimada y cerca de 5 mil empleos directos durante la obra… ¡Nada es pequeño en Hidroituango!
La pregunta que surge es: ¿Y no había otra forma de abastecernos de energía eléctrica? ¿Era necesario usar más de 5 mil hectáreas para este proyecto? Nuestra energía proviene casi en un 70% de grandes centrales hidráulicas en todo el país; y el aporte actual de pequeñas centrales o de filo de agua, sistemas eólicos y solares es inferior al 9%. Si bien la UPME estima que para el 2023 cerca del 20% de la energía eléctrica en Colombia provendrá de fuentes renovables no convencionales, estas plantas hasta ahora se empiezan a construir, facilitadas por una ley muy reciente (1715 de 2014). El cambio se va a dar, y nuestra energía azul se volverá más solar, más eólica, pero primero parece que tenemos que acabar de pasar por esta tempestad.
“El cambio se va a dar, y nuestra energía azul se volverá más solar, más eólica, pero primero parece que tenemos que acabar de pasar por esta tempestad”.
En otro país, con otras capacidades, seguro la transición hacia fuentes de generación habría pasado años atrás y, tal vez, no tendríamos un Hidroituango. Pero estamos en Colombia, un país que pugna por ser considerado desarrollado, aunque aún arrastra el legado de estar “en vía de desarrollo”.
Seguramente, este proyecto será el punto final de una historia. Hoy, nos queda confiar en que la gran inversión y la planeación hecha sea suficiente para pasar al otro lado de la emergencia actual y de este periodo de lluvias que ha despertado no solo al Río Cauca, sino a muchos ríos en todo el país. Esto es un debate sobre sostenibilidad, sobre energías limpias, pero también sobre resiliencia: cómo nos adecuamos y adaptamos al cambio (natural o inducido) para llegar a donde queremos. Hidroituango es la crónica de una muerte anunciada: la muerte de los grandes proyectos hidroeléctricos en Colombia y, ojalá, el nacimiento de muchos otros proyectos que aprovechan otros recursos naturales de una forma más racional e inteligente, propia del país que queremos ser.
José Alejandro Martínez
Director del Departamento de Sostenibilidad
Instituto para el Emprendimiento Sostenible
Universidad EAN
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