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La semana anterior, en el marco del Congreso de la Asociación Colombiana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental – ACODAL, tuve el gusto de moderar un panel con diferentes actores: Asocapitales, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) y la Comisión de Regulación del Agua y Saneamiento Básico (CRA); en este diálogo se observó cómo el manejo de residuos en Colombia enfrenta un panorama complejo y desafiante, que incluso permitiría decir que Colombia vive en la actualidad una crisis de saneamiento básico, sobre todo en territorios alejados de las ciudades principales, aunque sus cifras de cobertura parecen buenas.

¿Por qué? Uno de los problemas más acuciantes es el corto tiempo de vida útil de los principales rellenos sanitarios. Estos sitios, esenciales para la disposición final de los residuos que no se aprovechan, están alcanzando rápidamente su capacidad máxima, generando una situación crítica para la gestión de residuos sólidos en el país.

Además, las cifras de aprovechamiento de residuos en Colombia son desalentadoras: actualmente, se estima que menos del 20% de los residuos generados son aprovechados, lo que indica un bajo nivel de reciclaje y reutilización. Esta realidad no solo representa una pérdida de recursos potenciales, sino también una carga significativa para la vida útil de los rellenos sanitarios. Además, según datos de CRA, cerca de 1 millón de toneladas de residuos al año se depositan en las diferentes cuencas del país. Esta situación no solo representa un riesgo ambiental, sino también una amenaza para la salud pública.

De allí que sea evidente que la necesidad de nuevos rellenos sanitarios o la extensión de las licencias ambientales para los existentes se presente como un desafío mayor, pero, esta habilitación enfrenta varios obstáculos.

En primer lugar, la ubicación de nuevos sitios suele estar en áreas lejanas a los centros urbanos, lo que conlleva problemas logísticos y un aumento considerable de los costos asociados al transporte de residuos, sin contar con el consecuente incremento de la huella de carbono, contraviniendo los objetivos de sostenibilidad ambiental; por otra parte, ningún centro poblado quiere tener en sus cercanías un sitio de disposición final de residuos, aunque todos necesiten de ellos para sus residuos. Una paradoja difícil de manejar.

Las ciudades

Por ejemplo, en Cundinamarca, la situación es crítica, al igual que en zonas como Medellín y el Valle de Aburrá o Bucaramanga y su área metropolitana. Con una población de aproximadamente 10 millones de habitantes concentrada en Bogotá y ciudades aledañas, solo existen dos rellenos sanitarios: Doña Juana, que recibe más de 8.000 toneladas diarias de residuos y Mondoñedo. Esta limitada capacidad de disposición subraya la urgente necesidad de desarrollar sistemas innovadores de manejo de fracciones de residuos y sitios alternos para dichas actividades, los cuales actualmente no existen.

La situación operativa y técnica se agrava porque hay vacíos significativos a nivel normativo, operativo y tarifario que deben ser abordados para mejorar la gestión de residuos en Colombia. Estos vacíos dificultan la implementación de prácticas eficientes y sostenibles en la gestión de residuos, afectando tanto a las zonas urbanas como rurales.

La pregunta clave que surge en este contexto es: ¿Cómo lograr la sostenibilidad de los sistemas de aprovechamiento de residuos en Colombia? La respuesta a esta pregunta podría ser la implementación de la economía circular en el servicio de aseo público de una forma integrada, que proporcione un nuevo marco integral para promover la sostenibilidad y eficiencia en la gestión de esos residuos que pasan a ser recursos.

Esta respuesta es multifacética y requiere un enfoque integrado que considere varios aspectos:

  1. Promoción de una cultura de reducción y reutilización: disminuir la generación de residuos es esencial. Esto puede lograrse mediante campañas de concienciación pública, incentivos económicos, y la implementación de programas de educación ambiental desde temprana edad.
  2. Infraestructura y tecnología: invertir en infraestructuras modernas y tecnologías avanzadas para el manejo y tratamiento de residuos puede mejorar significativamente el aprovechamiento e incrementar el valor de subproductos y materiales. Plantas de separación y tratamiento de residuos, así como la adopción de tecnologías de conversión de residuos orgánicos en energía, son ejemplos de inversiones necesarias.
  3. Regulación y políticas públicas: el fortalecimiento de la regulación y la implementación de políticas públicas orientadas a la sostenibilidad son cruciales. El Proyecto de ley 085 de 2023 – Nueva política general de residuos en Colombia y la modificación de la ley 142 que se discuten en la actualidad-. Otro excelente ejemplo es la entrada en vigor de la ley de plásticos de un solo uso a partir del próximo mes de julio.
  4. Colaboración y alianzas: la colaboración entre el sector público, privado, los recuperadores de oficio y la sociedad civil es fundamental para desarrollar soluciones efectivas y sostenibles. Las alianzas estratégicas pueden facilitar la transferencia de conocimientos y tecnologías, así como la movilización de recursos financieros.
  5. Innovación y emprendimiento: fomentar la innovación y el emprendimiento en el sector de gestión de residuos puede generar nuevas soluciones y modelos de negocio. Apoyar a startups y proyectos innovadores en esta área, cuyos orígenes son nuevas ideas o la consolidación de esfuerzos de recuperadores formales, puede ser una vía para encontrar formas más eficientes y sostenibles de manejar los residuos. El apoyo técnico y financiero a empresas de manejo de residuos es necesario, para obtener resultados a nivel local que aportan a la solución global.

En conclusión, el manejo de residuos en Colombia enfrenta retos significativos, pero también ofrece oportunidades para avanzar hacia un modelo más sostenible y eficiente. La implementación de una visión de gestión de recursos (y no de residuos), requiere una combinación de promoción del reciclaje, inversión en tecnología, políticas públicas robustas, colaboración multisectorial, educación ambiental y apoyo a empresas innovadoras. Estas pueden ser las claves para transformar el panorama actual y garantizar un futuro más productivo y sostenible para el país.

Escrito por: José Alejandro Martínez, docente e investigador, Universidad Ean

Universidad Ean

 

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