Si Colombia no desea quedarse en el grupo de los perdedores, debe apostarle al sector de los servicios globales, cuya producción no requiere necesariamente grandes inversiones iniciales y es un generador de empleos de alta calidad.
La producción a escala global ha sufrido cambios drásticos en los últimos veinte años, de la mano de una “segunda globalización”, caracterizada por la dispersión geográfica de los procesos productivos. Este fenómeno ha dado lugar al término de cadenas globales de valor (CGV), y ha producido manifestaciones como el auge de China y el declive de tradicionales regiones industriales en Estados Unidos y Europa, a la vez que ha traído desafíos para las estrategias de inserción internacional de todos los países.
Uno de los aspectos clave de este proceso, sobre el cual voy a referirme, es el papel del sector servicios. Veamos su importancia:
- Los servicios son los que posibilitan físicamente las CGV por medio de líneas como transporte, comunicaciones o logística.
- Hacen parte integral de las propias cadenas a través de campos como la informática, el diseño, el mercadeo, las ventas, etc.
- Existen cadenas de servicios propiamente dichas, como en el caso de los servicios financieros globales, las telecomunicaciones, entre otros.
En todas esas modalidades, se trata de servicios basados en conocimiento, que generan empleos de alta productividad.
Viniendo a nuestro país, ¿qué papel tiene Colombia en las cadenas globales de valor? Es bien conocida la especialización productiva de los países latinoamericanos: materias primas, bajo contenido tecnológico de las exportaciones y escasa generación de valor agregado. Ahora, ¿qué consecuencias genera dicha inserción en términos de empleo? Según estudios de la Universidad EAN, un 65% del trabajo generado por las exportaciones colombianas corresponde a empleos en el sector servicios, mientras que tan solo 23% se genera en la industria, 10% en la agricultura y un magro 2% en el sector “estrella” de los últimos años: la minería.
“Según estudios de la Universidad EAN, un 65% del trabajo generado por las exportaciones colombianas corresponde a empleos en el sector servicios, mientras que solo 23% se genera en la industria, 10% en la agricultura y un magro 2% en el sector “estrella” de los últimos años: la minería”.
Ante esta realidad, deberíamos estar prestando mayor atención al sector de los servicios globales, ya que tienen al menos dos características importantes para la realidad local: su producción no necesariamente requiere grandes inversiones iniciales, lo cual posibilita que surjan pequeños emprendimientos (por ejemplo, el mundo de las aplicaciones de software) y, por otro lado, son generadores de empleos de alta calidad, basados en conocimiento y con menor vulnerabilidad ante los procesos de automatización y robotización, característicos de los sectores agrícola, minero e industrial.
“El sector de los servicios globales no requiere necesariamente grandes inversiones iniciales, lo cual posibilita que surjan pequeños emprendimientos; por ejemplo, en el mundo de las aplicaciones de software”.
En las próximas décadas se habrá completado, a escala global, la transición desde el modelo intensivo en trabajo no calificado (característico del siglo pasado), hacia el modelo de trabajo altamente calificado presente en los servicios globales, que hoy ya está definiendo ganadores y perdedores. Para adaptarse a esos cambios, la educación tiene un rol primordial: si queremos una economía que progrese y que brinde oportunidades de forma sostenible, debemos apuntar a la formación de capital humano con altas capacidades para diseñar soluciones creativas y resolver problemas, los cuales, además, serán cada vez más complejos. El mundo está cambiando y seguirá cambiando: ¿También perderemos este tren?
Enrique Gilles
Profesor Titular y coordinador del Doctorado en Gestión
Universidad EAN
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