Por Juan Sebastián Téllez; Investigador Junior RADDAR CKG.
El consumo de cigarrillo y tabaco, que en el siglo pasado era habitual y generalizado entre hombres y mujeres, con una poderosa industria publicitaria y una gran importancia durante la segunda guerra mundial, llegó al punto de ser considerado bien de primera necesidad e incluso, a hacer parte de los suministros de tropa; De hecho, ha pasado a ser un acto castigado socialmente y su prevención de suma importancia para la salud pública global. Y no es para menos, las consecuencias para la salud, el medio ambiente y la economía han llevado a considerar múltiples estrategias para disminuir su consumo dentro de la población.
El Convenio Marco para el Control del Tabaco auspiciado por la OMS en el año 2003, del cual hace parte Colombia, es el primer acuerdo mundial contra el tabaquismo y tiene como objetivo la disminución de la demanda de tabaco. Dentro de las estrategias esbozadas por el acuerdo se tocan temas como la exposición al humo de tabaco, la publicidad, la educación, el contrabando, la reglamentación del contenido de los productos, y las medidas fiscales y de precios (WHO, 2003).
Dentro de este marco, la regulación colombiana no se ha quedado atrás y ha avanzado en todos los frentes antes mencionados. Incluido en estos avances, están las medidas fiscales. La reforma tributaria del año 2016 durante la presidencia de Juan Manuel Santos incluyo un aumento de la tarifa cobrada por cada cajetilla de cigarrillos, la cual paso de 1.400 pesos en 2017 y 2.800 pesos en 2018, a considerar la inflación más cuatro puntos porcentuales a partir de 2019. A pesar que esta reforma se desarrollaba en un contexto en el que se necesitaba cubrir un hueco fiscal de 2 billones de pesos, el ministerio de salud se proponía con este impuesto reducir de 12,9% en 2016 a 11,2% en 2018 el número de fumadores, recaudar 500 mil millones de pesos adicionales y prevenir 2.300 muertes por consumo de tabaco.
Las cifras dadas por el ministerio de salud muestran que el progreso fue aun mayor, el numero de consumidores de tabaco en Colombia es de 9% para 2019. Este logro es de suma importancia, pero puede tener múltiples causas, quizás el impuesto no sea una de ellas. Los cigarrillos tienen la característica de ser bienes inelásticos, es decir, los cambios en los precios no afectan de forma importante el consumo de este bien.
Dinámica del consumo de cigarrillos en Colombia. 2012-2019*, frecuencia mensual.
*Datos disponibles hasta octubre 2019.
Teniendo esto en mente, si observamos la Gráfica encontramos un incremento de precios importante en 2017, por dicho impuesto, acompañado por una respuesta del gasto corriente proporcional. Esto quiere decir que ante el aumento de los precios los consumidores respondieron manteniendo las cantidades consumidas, y no disminuyéndolas como se esperaría. La tendencia del gasto real indicaría entonces, que los volúmenes de consumo tuvieron una leve disminución en 2017 frente a 2016, pero en 2018 ya con el choque asimilado, la tendencia retoma una rápida aceleración creciendo 6,5% en octubre de 2019 frente al mismo mes del año pasado.
Si el tamaño de mercado no se vio afectado por el drástico aumento de los precios y los volúmenes de consumo retomaron su senda de crecimiento ¿Qué causo la disminución del número de consumidores al 9% de la población? Además, ¿si el consumo de cigarrillos sigue aumentando, aunque en una menor proporción de la población, tiene sentido el impuesto como medida contra el tabaco? La respuesta a la primera quizás es un cambio en los consumidores. Mientras en el siglo pasado la publicidad era de amplio impacto, hoy la educación del consumidor lo es mucho más. Quizás estos cambios están relacionados con educación al respecto de los efectos nocivos de los cigarrillos y de las externalidades negativas que genera el humo de tabaco, al igual que la limitación de estos productos en la publicidad y la regulación.
La respuesta a la segunda es: Si, tiene sentido. Según estimaciones del ministerio de salud, el consumo de tabaco le cuesta al sistema 4,5 billones de pesos por causa de las enfermedades no trasmisibles relacionadas con el tabaquismo. Por lo tanto, tiene sentido social que sí un individuo genera más peso en el gasto en salud por causa del consumo de tabaco, este pague mas que alguien que no fuma.
Referencias:
World Health Organization. (2003). Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco.
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