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Por Camila Ortiz Gómez. Investigadora RADDAR CKG.

Después de 5 meses, el cine vuelve a tener una oportunidad. El 2019 fue uno de los mejores años para la industria del cine, pues según Proimágenes, acudieron 73,1 millones de espectadores a las salas de cine colombianas, registrando un máximo histórico y proyectando cifras alentadoras para el año entrante.

Sin embargo, el 2020, se ha caracterizado por ser un año odiado por muchos y amado por otros pocos, pues nuestros hábitos cambiaron y los miércoles de cine donde las tarifas eran económicas y podíamos ir a ver las grandes obras de Steven Spielberg, Quentin Tarantino, Cristopher Nolan o Martin Scorsese se acabaron por aproximadamente 5 meses, perjudicando no solo a la industria cinematográfica globalmente sino también a todos los consumidores del planeta que veían en el cine la oportunidad de distraerse, de encontrar en la experiencia la idea de la primera cita,  de ir a comer palomitas en los primeros 5 minutos de la película, aguantarse las ganas de ir al baño para no perderse ningún detalle, y de disfrutar con las charlas amenas que surgían espontáneamente al salir de las salas comentado todo sobre la cinta.

En marzo de este inolvidable 2020, la industria cerró sus puertas y aquello que los hogares destinaban hacia este servicio cayó drásticamente, pues en servicios relacionados con diversión donde se incluye el cine, el gasto real de los hogares registró cifras históricas llegando a un declive de -74,47% y aunque ha presentado una recuperación no ha sido por este servicio de entretenimiento.

gasto hogares cine

Durante esta época, hemos recurrido a las diversas plataformas de streaming para no perder la cultura de apreciar el séptimo arte pero llego agosto y ¡boom!, luz verde para la reapertura del cine – Claro, no las salas -. Esta noticia alentó a la población, pues aunque la reactivación cada vez es mayor, los servicios de entretenimiento han sido y serán de los últimos en activarse, y pese a que se han reinventado, no todos tenemos carro para ir a la nueva versión del autocinema.

Sin embargo, con el Covid-19 aun rondando nuestras calles e incluso con más fuerza, las medidas son muy estrictas, pues tan solo pueden operar al 50%, sin vender comidas (un rubro importante para este servicio) y el distanciamiento, complica la situación. ¿Después de tantos meses de perdidas es posible abrir tan solo al 50% de su capacidad? ¿Las personas querrán ir al cine alejados dos sillas de sus acompañantes? ¿Cine sin comida no es lo mismo? Son muchas las preguntas e inciertas las respuestas.

Solo resta por decir, que como todos los sectores han tenido que adaptarse a meses de pérdidas y recuperaciones lentas, el cine no puede ser la excepción, y aunque el gremio y la población lamenten estas medidas, son mayores las ganas de salir y distraerse un rato viendo una película con una pantalla gigante a quedarse en casa. Así que, aprendamos a ir al cine solos y sin comida, pero disfrutemos una de las tantas cosas que nos quitó la pandemia, el maravilloso “plan cine” que es una ventana para soñar.

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