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El cansancio de las tres horas de viaje en carro desde Bogotá hasta un poco más allá del municipio de Tinjacá (Boyacá) desaparece apenas se avista la estructura del hotel Alma y el jacuzzi al aire libre que nos dan la bienvenida. Enclavado en la parte alta de un cerro, el edificio principal se integra con su diseño minimalista al paisaje del Desierto de La Candelaria que le rodea.

El diseño de Alma se integra al paisaje del desierto de la Candelaria, en medio del cual fue construido. Fotos: Archivo particular y Honoria Montes.

Después de pasar por Tinjacá nos desviamos por una vía angosta y destapada, y luego de unos cinco minutos de trayecto en carro llegamos aquí, a Alma. Para referenciarlos un poco, está ubicado a 22 kilómetros de Villa de Leyva.

En la entrada nos esperan ya Leonor Osuna y Felipe Sardi, la pareja de esposos que decidieron apostarlo todo para vivir a diario en este paraíso creado para el bienestar y la desconexión.

Leonor es abogada y docente universitaria con un gran conocimiento en terapias de bienestar; Felipe es ingeniero, profesor universitario y un experto del mundo de las finanzas, ambos unieron sus conocimientos y sus sueños en el Hotel Alma, un proyecto que ya va por su quinto año, aunque empezó a funcionar en forma luego de la pandemia.

Leonor Osuna y Felipe Sardi, creadores del hotel Alma, en Tinjacá, Boyacá.

Aquí no hay una recepción tradicional, simplemente entramos y Dianita Ruíz nos hace el ingreso rápidamente en el bar, mientras ella y Stella Martínez, la gerente del hotel, nos reciben con un coctel y pasamos al corazón del lugar, su restaurante Vita. Un espacio semicircular con una vista panorámica que nos quitará el aliento a la mañana siguiente.

Allí nos preparamos para nuestro taller de pizza con el chef del hotel, David Alejandro Arias, un talentoso cocinero que un día llegó a visitar a su mamá a Tinjacá y decidió quedarse después de conocer el proyecto, poniendo en práctica lo aprendido por su trayectoria en cadenas como Marriot, un par de marcas españolas muy exclusivas, y su trabajo en el Club de Oficiales en Bogotá.

Mientras amasamos nuestra pizza de masa madre (ya famosa entre sus comensales habituales) nos cuenta un poco sobre su cocina de sabores mediterráneos con una fuerte influencia italiana, acerca de la huerta del lugar de donde vienen los vegetales que usamos en la preparación y de los quesos, parte de los cuáles son fabricados por artesanos de Tinjacá.

El hotel

Ya en nuestras habitaciones empezamos a entender de verdad los resultados del trabajo de sostenibilidad tan juicioso que ha logrado Felipe Sardi en el hotel Alma.

Siempre curioso, se ha dado a la tarea de aprender sobre los mejores materiales de construcción para lograr la eficiencia en el uso de los recursos, el aprovechamiento de la energía solar (hoy el 80% del consumo del hotel lo cubre esta alternativa), sistemas de riego, tratamiento de aguas limpias y residuales y la minimización de desperdicios.

 

A eso se suma una importante labor de reforestación de la que ya se aprecia el resultado en las zonas cercanas al hotel cuyo terreno abarca más de 60 hectáreas, la mayor parte de ellas, al natural, sin construcción.

Esto suena fácil contado así, pero Felipe explica que ha sido un proceso arduo que requiere en principio de una gran inversión, permisos especiales y compromisos con el cuidado del medio ambiente por el entorno donde están ubicados, pero asegura que cada paso ha valido la pena para llegar al proyecto que tienen hoy.  “Inviertes 100, pero en tres años ahorras 300”, afirma.

Las 12 habitaciones del hotel Alma se distribuyen en cuatro edificios de dos pisos, cada uno de ellos con una suite Premium y dos suites. Aquí los materiales de construcción han logrado un clima interior perfecto que no requiere del uso del aire acondicionado y su diseño aprovecha al máximo el paisaje de los cerros cercanos.

La decoración ha sido el aporte de Leonor Osuna inspirada en esos detalles que más han llamado su atención durante sus viajes por el mundo, logrando unas habitaciones hermosas y con todos los detalles para los visitantes más exigentes.

“Este complejo hotelero fue pensado para que el huésped pueda disfrutar de habitaciones amplias y modernas con vista a la naturaleza; la lencería, los amenities y la decoración fueron cuidadosamente seleccionados para brindar el mayor confort”, nos cuenta.

El silencio de la noche es total, solo interrumpido de vez en cuando por los sonidos de la fauna y del viento que durante la tarde va haciendo su aparición. La mañana en cambio, nos despierta con los chillidos de las guacharacas y las aves que han ido regresando a medida que los nuevos árboles crecen.

La neblina ligera de la madrugada da paso a la vista de los cerros alrededor del hotel, sus terracotas y cafés, prueba de su explotación por largos años de arcilla (entre otros minerales) para las famosas artesanías de la región, se funden con los nuevos verdes del paisaje y se alcanza a escuchar el sonido de uno de los nacimientos de agua cercano, que aprovisiona al hotel Alma.

La gastronomía

El desayuno refleja claramente el concepto gastronómico de Alma. Empezamos con el pan de masa madre horneado en la cocina del restaurante y unos huevos con longaniza; los huevos son de granja y la longaniza, elaborada especialmente para ellos por una pequeña fábrica en Tinjacá, es exquisita y ligera. Las naranjas del jugo y los arándanos de la mermelada artesanal provienen de cultivos locales.

En general, la mayor parte de los insumos llegan de los municipios cercanos como una forma de fomentar la economía circular y apoyar a las comunidades circundantes.

El hotel cuenta con una huerta propia de vegetales y frutas. Más tarde, los ingredientes de la ensalada de nuestro almuerzo son prueba del buen producto orgánico que ya empieza a cosecharse.

Sus carnes a la parrilla son también bastante solicitadas y en ello el chef David es muy exigente. La carne proveniente de reses jóvenes se compra en Tinjacá y llega a ellos inmediatamente después del sacrificio. Allí se desposta, se separan los distintos cortes y se hace la maduración de la misma. El resultado, carne muy tierna y jugosa.

Su menú incluye bocados de la región, preparaciones con pescados y mariscos, pastas y sus pizzas personales de masa madre, así como carta de coctelería y vinos. El plus, sus talleres de elaboración de pizza y de mixología. El restaurante está abierto al público.

Aquí no hay desperdicio, pues los residuos orgánicos de su cocina pasan a un proceso de compostaje y vuelven a la tierra en forma de abono.

Terapias de bienestar

Después del desayuno iniciamos el recorrido por los senderos del hotel, un plan para hacer también en bicicleta. Es impresionante la cantidad de fauna y vegetación que se puede descubrir aún en un terreno tan árido y arenoso donde la reforestación es un trabajo de constancia, como ya lo han comprobado Felipe y Leonor.

Felipe es nuestro guía y nos va mostrando las fuentes de agua que abastecen el hotel, podríamos quedarnos el día entero en La Chocherra, un manantial escondido con altas paredes naturales por donde el agua se desliza, creando un espacio perfecto para la meditación.

Paramos en las plantas de tratamiento tanto para purificar el agua (aunque la prueba y asegura que ya es potable por sí misma) como la de aguas residuales, que, gracias al estricto proceso de tratamiento de los desechos de habitaciones y cocina vuelve a la naturaleza muy limpia.

Luego de un par de horas llega el momento de alimentar el alma. Podemos escoger entre reiki, lectura del tarot con un enfoque holísitico, masajes, yoga, TRE o bioenergética, algunos de ellos llevado a la práctica por Leonor. De regreso una limonada y el almuerzo dan por terminada nuestra estancia en hotel Alma.

Una noche y un día han sido suficiente para recomponernos y volver a las actividades diarias, pero hay que regresar porque se nos quedó pendiente uno de los mejores planes de la región: ver las estrellas y, este, es el sitio perfecto. Aquí se juntan el Observatorio Astronómico del hotel diseñado por Raúl Joya, director del Observatorio Astronómico de la Universidad Sergio Arboleda y el cielo límpido de Boyacá, famoso por sus noches estrelladas.

¡Ah! y  su pequeño y muy bien capacitado equipo de trabajo hacen la estadía aún mejor.

Reservas: (57) 318 7874572. www.hotelalma.co Instagram: @hotelalma_tinjaca

Para más recomendaciones sigue mi cuenta en Instagram: @honomontes

 

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PERFIL
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Periodista y Prop Stylist para fotografía de alimentos. Escribo de gastronomía desde hace dos décadas, primero desde las páginas de las revistas Cocinemos, Nueva y Viernes Cultural en el periódico El País, de Cali, y durante 18 años en el periódico de circulación nacional El Tiempo y en sus revistas Eskpe, Buenamesa y Carrusel. Directora de arte y prop stylist para las secciones de gastronomía de revistas Cromos y VEA, de El Espectador. Autora de la guía de restaurantes y rumba Bogotá a la Carta (Intermedio, 2008) y coautora del libro Pajares salinas. Desde 1953 (IM Editores, 2012). Desde hace cuatro años escribo el blog: www.somosibaritas.wordpress.com del que pueden disfrutar también en este espacio.

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