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Entre líchigos, talleres de mecánica y droguerías de barrio, Kinjo populariza la comida cantonesa, coreana y japonesa sin reventarte el bolsillo.

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).


Para la mayoría de quienes buscamos comida asiática de calidad en Bogotá, la mente suele viajar a zonas como El Chicó, Chapinero Alto o Usaquén, barrios que han hecho de la gastronomía su sello distintivo. Sin embargo, hay un rincón que desafía esta extraña norma y te sorprende con una experiencia auténtica y gratificante: Prado Veraniego, un barrio enclavado entre las calles 129 y 134, entre Autonorte y carrera 49.

 

Allí, en medio del bullicio de talleres de mecánica, puestos callejeros de comida y lavaderos de carros, se encuentra un lugar que redefine lo que significa comer bien, lejos del glamour y las luces de neón de las zonas más encopetadas de la capital colombiana.

 

Te hablo de Kinjo, un novísimo restaurante que ha llegado para cambiar la forma en que piensas sobre la comida asiática moderna, no solo por su ubicación tan popular, sino por su elevada gastronomía y precios realmente moderados que distan mucho de otros conceptos asiáticos que pueden reventarte la billetera.

 

Olvídate de los precios exorbitantes que suelen acompañar a la comida asiática en la ciudad; aquí, un Udon Batayaki por $47.500 o un Pulpo Chifero a la parrilla por $39.900 son una verdadera ganga.

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

PANCETA, TARTAR Y PALETERO

Desde esponjosos y suaves baos de panceta de cerdo por $16.500 ideales para compartir, hasta un paletero al carbón en técnica robatayaki sobre piedras calientes por $34.900, cada bocado es una invitación a disfrutar sin temores.

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En Kinjo respetan la manera tradicional de cocinar los baos al vapor hasta lograr su característica suavidad, un elemento básico en la cocina de china, taiwanesa y japonesa.

 

Para su fundadora y gerente general, María Alejandra León, “Los baos son populares en muchas culturas asiáticas y se disfrutan tanto en restaurantes como en mercados callejeros. De hecho, son la entrada preferida en nuestro menú”.

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

¿Quieres algo más elaborado? Pide un Crispy Bite, un platillo de cinco bocados compuesto por tartar de pescado, mayonesa especiada, quinoa y masago sobre arrocito crujiente. Puedes elegirlo con salmón, atún o Nikkei (fusión japonesa-peruana), por $33.900.

 

“Desde el sushi fresco que preparamos al instante, hasta el bibimbap que te calienta el alma, pasando por los dim sum que evocan la esencia de Cantón, Kinjo ofrece un recorrido por un mundo de sabores excepcional”, plantea León.

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

Así las cosas, el extenso me transcurre a un teppanyaki muy bien logrado, con tres variantes, todas con pollo y lomo de res: ‘Distrito’, a base de langostinos; ‘Salmón de Kinjo’ y el clásico ‘Obrero’, entre $51.900 y $46.500. Todos, con show del chef frente a la plancha.

 

LABORATORIO PARA COMPARTIR

Con 98 tenedores dispuestos en dos niveles en la carrera 49 # 128C-06, Kinjo, que traduce ‘barrio’ en japonés, se precia de usar ingredientes frescos y técnicas ancestrales que te hacen sentir como si estuvieras compartiendo una comida familiar.

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

La Japanese Kani Salad, es muestra de ello. Con su juego de texturas entre kanikama, yuzu kosho, kiuri, mango y aguacate, este platillo proviene de algo que María Alejandra León denomina ‘Kinjo Lab’ un laboratorio de experimentación que fusiona ingredientes locales con técnicas y sabores asiáticos.

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Bajo este concepto es posible encontrar platillos artesanales basados en mezclas de ajíes, curry, maracuyá, aguacate y edamame con atún, salmón, steak de res y palmitos de cangrejo. No dejes de probar el Usuzukury de salmón o la Sushi Pizza, una tortilla crujiente coronada por atún o salmón, yuzu, aceite de trufa negra, ajonjolí y toques de mayonesa, por $37.900. ¡Imperdible!

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

En Prado Veraniego, Kinjo desescala la comida asiática al nivel popular (Foto Orlando Gómez).

“La frescura de los ingredientes es protagonista, con carnes maduradas y mariscos de pesca responsable que llegan al plato listos para degustar”, prosigue León, quien expone que Kinjo es un espacio en donde la calidad se encuentra con la accesibilidad; “Un lugar que recuerda que lo bueno también puede venir de lugares inesperados”.

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Luego del café y el postre, uno entiende que el lujo no es el protagonista, sino el sabor. Así las cosas, Kinjo parece ser la mezcla perfecta: un rincón auténtico y súper deli en un barrio que —a primera vista— podría parecer cualquier cosa menos un destino culinario.

 

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