Sonesta Cartagena, Radisson, Holiday Inn y Las Américas quieren que la ciudad sea considerada como un destino rural, sostenible y responsable.

Jorge Michaels, Gerente General, Sonesta Cartagena (Foto Orlando Gomez Camacho).


Navegar en canoas por túneles de manglar repletos de moluscos y peces saltarines; zambullirte en un volcán de lodo y luego bañarte a orillas de la ciénaga; relajarte en un mar cristalino de tonos verde turquesa y jugar con sus arenas blancas; irte al amanecer con los nativos para aprender a pescar con atarraya; escuchar el canto de más de 100 especies de aves tanto acuáticas como playeras; maravillarte por las mejores alboradas del Caribe. La lista parece interminable. Y de hecho, lo es.

Es el nuevo turismo de La Heróica, que ha dejado de ser vista como un destino meramente histórico y de ‘sol y playa’ para consolidar una oferta llena de fauna y naturaleza exótica, lista para explorar.

“Cartagena es más que murallas y fortificaciones”, le escucho decir a Jorge Michaels, Gerente General del Sonesta Cartagena, quien asegura que cada vez más turistas llegan a la ciudad buscando actividades ecológicas, avistamiento de aves, deportes náuticos y senderismo.

Vienen además a conocer de cerca las costumbres, vivencias y tradiciones de las comunidades que han poblado históricamente los alrededores de la Ciénaga de la Virgen, un bellísimo ecosistema costero de 32.000 hectáreas que cada año es visitado por cientos de aves migratorias que vienen huyendo del frío de Norteamérica antes de emprender el vuelo hacia el sur, hacia Bolivia y Brasil.

“La exploración, la navegación por manglares y el ecoturismo son el nuevo polo magnético de Cartagena”, prosigue Michaels, quien no se cansa de admirar los alucinantes amaneceres y puestas del sol que se observan desde las habitaciones de su hotel, un vacanísimo full service construido en una ubicación privilegiada: una franja de terreno entre el Anillo Vial y las playas de La Boquilla, justo en el cauce occidental de la ciénaga.

«La exploración, la navegación por manglares y el ecoturismo son el nuevo polo magnético de Cartagena”.

Desde los balcones del Sonesta Cartagena es posible observar la vastedad de este humedal marino, que por años ha sufrido los embates de la contaminación, las basuras y el abandono del Estado, pero que ahora intenta ser recuperado, no solo por los entes territoriales, gremios y comunidades, sino también por los hoteleros.

JUNTOS POR LA ZONA NORTE

Michaels es consciente del impacto que puede causar la actividad turística en este frágil ecosistema, del cual hacen parte otros tres hoteles: el Holiday Inn Cartagena Morros, Las Américas y su centro de convenciones y el Radisson Cartagena Ocean Pavillion: “En nuestra búsqueda por hacer que el turismo sea una actividad más sostenible, decidimos unir fuerzas para crear conciencia a nivel gobierno, comunidades locales y turistas. La iniciativa lleva por nombre ‘Juntos por la Zona Norte’”.

El proyecto inició en noviembre de 2017, cuando un ‘ejército’ de 100 colaboradores (25 por cada hotel) recorrió hombro a hombro los 1.700 metros de playa a la que tienen acceso. “Todos, completamente uniformados y con un objetivo: peinar la playa para dejarla reluciente. Ese día recogimos 400 kilos de basura entre botellas, bolsas de polietileno, llantas en desuso y zapatos viejos”, recuerda.

Un año más tarde se unió la Secretaría de Infraestructura, Corpoturismo, Cotelco y Pacaribe. Durante su más reciente jornada, se logró recolectar una tonelada de basura. Participaron 250 personas entre empleados de hoteles, funcionarios, carperos y residentes de La Boquilla. “Incluso asistieron huéspedes. Madrugaron, se pusieron la camiseta y regresaron más conscientes acerca de su responsabilidad ambiental”, afirma Michaels.

Con un inventario conjunto de 1.021 habitaciones, 18 salones para eventos y un centro de convenciones para 5.000 invitados, los cuatro hoteles quieren llevar esta iniciativa más al norte, hasta las playas de Manzanillo del Mar, donde están otros hoteles internacionales como el Conrad Cartagena, el Meliá Cartagena y el Estelar Playa Manzanillo, «Para entre todos sacar la zona norte adelante”, plantea Michaels.

 

Atractivos únicos e irrepetibles como la Cueva del Manglar, el Volcán del Totumo, el Centro Cultural Leandro Díaz o el Vivarium del Caribe hacen parte de este nuevo turismo natural del norte de Cartagena.

“Estamos frente a un escenario en el cual el turista ha interiorizado su rol como agente activo de un ecosistema donde todos ganan: el medio ambiente, las diferentes industrias -transporte, alojamiento, alimentación y recreación-, la cultura y sobre todo, las comunidades y colectivos locales”, finaliza Michaels. “La idea es hacer del turismo rural nuestra fuente de inspiración al transformar la competencia hotelera en ‘coopetencia sostenible’, un lugar común donde debemos estar todos los hoteleros para ayudar en la promoción de las ciudades”.