
Volvo le saca ROI social a sus baterías más allá del ciclo automotriz
Una batería en desuso de un carro Volvo, que en teoría ya no servía, ahora alimenta a una cocina comunitaria en el Valle del Cauca. Un ejemplo a seguir.
Volvo encontró una forma distinta de sacarle el jugo a las baterías en desuso de sus carros eléctricos: no es con más kilómetros, sino con más impacto social.
En Colombia, la marca puso en marcha un piloto que reutiliza una batería usada para darle energía a un comedor comunitario en Nashira, una ecoaldea en Palmira, Valle del Cauca, habitada por 88 mujeres cabeza de hogar, muchas de ellas víctimas del conflicto armado.
Allí, estas mujeres cocinan para dar alimento a más de 70 personas al día. El sistema instalado puede operar entre 15 y 20 años sin necesidad de cambiar la batería.
Es una de esas vueltas interesantes que no estaban en el radar de la industria automotriz hasta que llegaron los carros eléctricos. Resulta que las baterías —incluso cuando ya no sirven para un carro— todavía tienen mucha vida útil para otras cosas. Aguantan un promedio de hasta 10.000 recargas. La que se usó en este piloto de Nashira iba en 8.000.
EL DILEMA DE LAS BATERÍAS
“La pregunta que nos hacían siempre era: ¿y qué van a hacer con tantas baterías después? Esto es una respuesta concreta a eso”, me explicó Ángela Bolívar, gerente de Mercadeo de Volvo en Colombia, durante el evento de presentación en Bogotá
En vez de pasar esas baterías a una cadena de reciclaje tradicional, Volvo decidió probar con un uso comunitario. No lo hicieron solitos: trabajaron con Batx, una firma especializada en reconversión energética, que se encargó de adaptar el sistema y con Dynamo Projects, especialistas en iniciativas de energía limpia.
Aunque Volvo no operó el proyecto, puso la batería y abrió el camino.
No es menor que este sea el primer piloto en Colombia con una batería de carro eléctrico usada que se convierte en una fuente de energía doméstica.
Y tampoco es casual que lo hayan hecho en Nashira. La comunidad ya venía organizándose para temas productivos, y al tener electricidad constante pueden planear cosas más ambiciosas: refrigeración, formación, expansión.
“Lo que hicimos fue poner una semilla. Ahora son ellas quienes están hablando de instalar más paneles solares y baterías, no nosotros”, dice Bolívar.
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El proyecto —además— se convierte en una especie de termómetro de lo que se viene. Volvo tiene desde 2021 una flota en crecimiento de vehículos eléctricos e híbridos en Colombia. Hoy, el 70% de los carros que venden son eléctricos.
Eso quiere decir que en unos años habrá baterías suficientes como para replicar este modelo en otras zonas. Por ahora, no hay un inventario de baterías usadas disponibles, pero sí hay una proyección de mediano plazo para que esa segunda vida se multiplique.
Gracias al sistema instalado —que incluye paneles solares y la batería de Volvo— la cocina de Nashira ya no depende más de conexiones inestables o costosas al sistema eléctrico convencional. Eso reduce significativamente los costos de energía del comedor comunitario y da autonomía real a la comunidad para sostenerlo en el tiempo.
“Nos interesa tener una solución lista antes de que el volumen de baterías sea muy alto. Este fue un experimento para aprender, no para figurar”, aclara Bolívar.
BATERÍAS RECONVERTIDAS
Ahora bien, reutilizar esta batería evita que entre prematuramente al proceso industrial de reciclaje, que suele implicar transporte, fundición y manejo de materiales peligrosos. “Además, permite aprovechar más de un 80% de su capacidad restante antes de entrar en su fase final de reciclaje, alargando su vida útil y reduciendo la huella de carbono”, revela Bolívar.
Y aunque todavía no hay cifras exactas sobre cuánto costó la intervención, la empresa confirmó que ya tienen un segundo proyecto en camino. No han revelado los detalles, pero lo anunciarán apenas esté listo.
Si una sola batería puede sostener una cocina comunitaria durante 15 a 20 años, imagina lo que podrían hacer 10, 50 o 100 baterías con escuelas, centros comunitarios o zonas rurales sin conexión estable.
Lo que comenzó como piloto tiene el potencial de escalar a una red de usos comunitarios para baterías ‘jubiladas’ en todo el país.
El enfoque está claro: no es solo vender eléctricos, es también hacerse cargo de lo que viene después. Y si en el camino eso deja valor para otras personas, pues mucho mejor.
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