¿Tenemos el control de nuestras propias decisiones?. Reflexión: la racionalidad de las decisiones.
En la economía y en gran parte del compendio teórico de las ciencias sociales se establece como supuesto fundamental la racionalidad del hombre, sin embargo, también es normal encontrar quienes refutan este supuesto, tal es el caso de Richard Thaler nobel de economía quien manifiesta que la economía está más allá del homo economicus y es la misma naturaleza la que expande al individuo analizable en la economía y demuestra de manera empírica que lo que se ha considerado como irrelevante es en realidad muy influyente “pequeños detalles inspiran al hombre a tomar grandes decisiones, incluso en detrimento de su beneficio” ha expresado. Lo que conlleva a cuestionar los microfundamentos de gran parte de la teoría ya establecida.
Es importante comprender que esta visión de racionalidad natural en el hombre por parte de muchos autores es la tendencia a creer que las personas buscan la optimización en sus decisiones, aunque parezca algo utópico que un individuo siempre tome de manera racional sus decisiones optimizando sus beneficios, en conjunto social si se da dicha racionalidad, esto dado que no todos somos irracionales al mismo tiempo, y la irracionalidad de unos pocos no supera la racionalidad colectiva es más normal tomar buenas decisiones que malas aunque todos en el diario vivir incurramos en ambos comportamientos.
Ahora bien, luego de vislumbrar que no todo el tiempo optimizamos en nuestras decisiones, se resalta el hecho que somos fácilmente persuasibles y esto combinado, conlleva a manifestar que una persona puede tomar decisiones irracionales o no óptimas bajo la persuasión de un tercero, esto traído a un plano cotidiano se puede percibir fácilmente en algo tan vano y sencillo como ver un anuncio publicitario en internet o en seguir un consejo de una moda o realizar alguna actividad porque está de tendencia, denotando todo esto que en realidad son más importantes las expectativas que tenga el individuo que la propia optimización.
Es común encontrar empresas que invierten grandes cantidades de dinero en marketing, presentando mediante distintos canales informativos “redes sociales, televisión radio periódico, libros, vallas publicitarias entre otras variadas cosas” con el fin de transmitir las ventajas que puede tener un producto o servicio en específico y esto persuade a un usuario que se supone racional a replantear sus expectativas, pensando que a futuro tendrá mejores beneficios, sin realizar verdaderamente un análisis del panorama; a pesar de que está demostrado por la psicología que una serie eventos puedan conducir a un individuo a tomar cierta decisión deseadas por un tercero, es prudente decir que las personas somos libres de pensar y actuar de manera autónoma por lo que el dejar influenciarse para la toma de otra decisión también depende de nosotros, y aunque esto complique más el análisis y reducción de la incógnita de si tenemos el control de nuestras decisiones, facilita el verlo desde distintos planos, casi como quien intenta analizar una paradoja.
Con todo lo anterior se puede decir que un hombre se puede enfrentar a muchas disyuntivas, las cuales lo conducen a tomar decisiones, el gran interrogante es si son impulsadas estas por el instinto natural de optimización o por las expectativas teñidas de incertidumbre sobre los pagos futuros que conlleve.
Todo esto permite concluir que es normal los tintes de irracionalidad en las decisiones cotidianas de un agente económico dado que no siempre la información es completa; las expectativas respecto a los beneficios futuros son manipuladas sin dar la posibilidad de comprobar si esto es o no posible y qué en realidad es verdad y qué es mentira, lo que me permite afirmar que en el mediano y largo plazo tendemos a ser racionales debido al tiempo para analizar y corregir las decisiones equivocas.
Estudiante
Facultad de Economía Seccional Bucaramanga
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