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Hace apenas unos días, el 31 de mayo de 2016, la agencia de noticias Reuters publicaba en su portal web las recomendaciones de la Comisión Europea a sus países miembros sobre la legislación aplicable a modelos de economía colaborativa, advirtiendo que las prohibiciones totales de una actividad comercial deben constituir el último recurso a aplicar y, que las restricciones a los nuevos servicios que se prestan por plataformas tecnológicas en línea deben ser justificadas y proporcionadas al interés público que esté en juego.

Lo anterior no es indiferente a los informes de entidades internacionales y lo discutido en foros económicos. Ya en enero del presente año el Banco Mundial publicaba el informe sobre el desarrollo mundial 2016 y clamaba por la necesidad de ajustar la normatividad a la situación económica actual, con el fin de crear condiciones favorables en las que la tecnología pueda ser eficaz y producir los beneficios sociales que se esperan de ella; la advertencia fue clara y las conclusiones en este específico punto contundentes: si el ajuste normativo no se da, se causan deficiencias en la competencia de mercado, desigualdad y excesivo control del gobierno.

El mismo informe señaló que en la actualidad la normatividad no cuenta con herramientas que regulen el empoderamiento de modelos innovadores, lo que conduce a que se refuercen los cimientos de modelos tradicionales que impiden la innovación, la competencia y producen pobreza digital.

Palabras más, palabras menos, tenemos dos consecuencias nefastas: una apertura de la brecha de desigualdad y de la pobreza digital y no son consecuencias despreciables o poco considerables si se tiene en cuenta que en el mismo mes de enero de 2016, el Foro Económico Mundial se habló del acontecer de la cuarta revolución industrial, la misma que sobre la bandera de la irrupción de la tecnología, movería las plazas de empleo hacía puestos de trabajo que requerirían habilidades diferenciales, principalmente basadas en la creatividad y fundadas en el conocimiento.

«…Es importante que las entidades gubernamentales sigan impulsando el crecimiento de la economía apoyando el emprendimiento, pero estas mismas entidades y el legislativo no pueden desligar el concepto de emprendimiento del concepto de innovación…»

Si se tiene en cuenta que la creatividad es el motor de la innovación y que la innovación tecnológica de manera frecuente da paso a la apertura de nuevos mercados desconocidos para la legislación, en los que se producen zonas grises de regulación, podemos concluir que, la falta de preparación nos podrá llevar a que la desigualdad se acentúe de forma tal que se convierta en un muro infranqueable de protección de mercados tradicionales que nos deje rezagados en los modelos normativos del siglo XX.

No es menor el impacto de la declaración de la Comisión Europea y no podemos hacernos los sordos con la excusa de proteger modelos tradicionales de negocio como el del transporte, la hotelería y la mensajería o servicios postales cimentados en una normatividad construida sobre bases no digitales.

Si se quiere estar a tono con los cambios laborales y empresariales que se avecinan, es importante que las entidades gubernamentales sigan impulsando el crecimiento de la economía apoyando el emprendimiento, pero estas mismas entidades y el legislativo no pueden desligar el concepto de emprendimiento del concepto de innovación, un buen emprendimiento puede resultar en un modelo innovador que debe ser entendido, acogido, apoyado y promovido de la misma forma que es impulsada la formación del negocio en sí.

Negarse desde el mismo gobierno o crear barreras restrictivas al mercado digital desde la normatividad es no entender la nueva economía, la economía digital que conforma no menos que la base de lo que se llama hoy en día la cuarta revolución industrial. Hasta que este entendimiento no se dé por parte de los entes reguladores y hasta que estos propicien condiciones que impulsen la competencia en los mercados, dejando entrar nuevos competidores que beneficien el consumidor final, estamos lejos de vivir la cuarta revolución industrial y asumir sus cambios a nivel local.

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