Los conceptos de emprendimiento y funcionalidad son indispensables de entender, en la medida en que, atados a la teoría de la generación de riqueza, constituyen los fundamentos organizacionales de las estructuras sobre las cuales se ha construido la civilización Occidental en el transcurso de la última mitad del siglo XIX y todo el siglo XX, de forma que, al inicio del tercer milenio, su influencia en todo el globo terráqueo se entiende como el fenómeno de la Globalización de los mercados o la Internacionalización de la economía (Donald L. Brady, 2010),donde el eje que hace girar la rueda se fundamenta en las propuestas que las acompañan, fundadas en las teorías de Libre Mercado.
Independientemente de las discusiones de tipo filosófico que puedan atacar o defender las propuestas (Jagdish N. Bhagwati, 2003),que de por sí merecen atenta consideración por las implicaciones políticas y sociales que acarrean, nos corresponde, en este momento, centrarnos en entender el fenómeno de la generación de riqueza, su sostenimiento en el largo plazo y los soportes estructurales de las organizaciones que permiten alcanzarla.
El tema que, de manera importante y con mayor peso específico, es tratado en la academia, en las facultades de Administración, está estrechamente ligado a la formación de profesionales idóneos para desempeñar funciones en las organizaciones, capacitándolos y desarrollándolos en destrezas y habilidades relacionadas con las disciplinas propias de la teoría tradicional de la Administración, condicionada a una visión estructural y no sistémica de las diferentes áreas de desempeño organizacional, donde las teorías y los planes de estudio, se concentran en las formas ortodoxas de entender esas disciplinas que, para el caso de las Facultades de Economía y Administración, las dividen en áreas de conocimiento tales como: Desarrollo Human0; Finanzas, Mercadeo, Operaciones, Producción, Calidad, Servicio, micro economía, macroeconomía, contabilidad, etc.
Quien se ha formado en la academia tradicional como Administrador de Empresas, sale con suficientes y profundos conocimientos de cada una de aquellas propuestas pero, con frecuencia, sin capacidad para interrelacionarlas y tomar decisiones que, en muchos de los casos, afectan todas las áreas y, por tanto, el futuro de la organización.
Es más; suelen tratarse, en muchas facultades de administración, las diversas disciplinas, como si fueran susceptibles de manejarse aisladamente y concebidas como función específica de un área o división particular (Jan vom Brocke, Michael Rosemann, 2010),cuando, en realidad, estas transcienden la estructura, para conformar la base de la cultura organizacional de las empresas que, sí las han sabido interpretar, les permite diferenciarse, innovar y liderar los nichos de mercado en los cuales se encuentran involucradas.
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