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El tema de la educación tiene mucho que ver con las potencialidades que una nación pueda tener para su desarrollo futuro, entendido como la posibilidad de la expansión de las libertades de las que goza la gente.

A más libertad más desarrollo.

No bastan las metas de crecimiento económico que se proponen los gobiernos ni las mediciones econométricas positivas que puedan mostrar.

Se hace necesario crear condiciones sociales, políticas, económicas y religiosas para que la gente, haciendo uso de su libertad responsable, pueda buscar y alcanzar su sueños legítimos de mejor estar, sin que esas aspiraciones se vean frustradas por regímenes que pretenden imponer su manera de pensar a los demás, irrespetando esa idea de libertad y ese anhelo personal de ser mejores, de manera responsable, consigo mismo y con los demás.

Es frecuente encontrar, en la historia de la humanidad, regímenes que, con el propósito de imponer sus ideas, coartan la educación, limitándola a la enseñanza de las doctrinas que son exclusivamente de su conveniencia. Para así sostenerse en el poder o perpetuar en la historia su visión del mundo, sin dar opción a la manifestación de pensamientos diferentes que bien pueden contribuir, por el debate de las ideas, a lograr estadios mejores de desarrollo, gracias a la amplitud de conocimientos que un Estado garante de las libertades, responsablemente manejadas, permite alcanzar.

La educación, entendida como el conjunto de medios que, con metodologías adecuadas al propósito fundamental de aprender, por vía de compartir conocimientos, investigar y vivir experiencias –no necesariamente exitosas–, es la que logra expandir la libertad de acción, comportamiento, conocimiento y capacitación de las personas. Y, como consecuencia directa de esto, logra mayor desarrollo, en función de lo que aquí hemos entendido como tal.

La intervención del Estado en los sistemas educativos, debe, necesariamente, limitarse a determinar y promover la calidad de los procesos educativos en los diferentes medios con los cuales cuenta la sociedad. Pero, con un objetivo fundamental de respeto y promoción del desarrollo individual y colectivo, en función de la expansión responsable de la libertad personal.

Cualquier intervención diferente del Estado, obstruye el proceso de enriquecimiento del sistema, al impedir la presentación de propuestas novedosas de formación humana que, más que contrastar, seguramente, se complementan y adecuan a las diferentes necesidades de los individuos, de acuerdo a su visión de desarrollo personal y social. Lo que se ajusta mejor a la diversidad innata de la naturaleza de las personas, y promueve, por esta vía, su complementariedad que se evidencia en términos de solidaridad.

Una propuesta orientada por el Estado, hacia un modelo de educación único y exclusivo, atenta contra estos principios de libertad y desarrollo que hemos considerado consustanciales a la naturaleza de las personas y que se caracterizan por la diversidad de pensamiento, fuente esencial de conocimiento y participación racional ciudadana que promueve la creatividad, la controversia sana y el producido de conclusiones novedosas, por medio de las cuales, avanza una sociedad.

No es extraño que, la falta de procesos de educación variada, que correspondan a las necesidades de los diferentes grupos de personas que conforman una sociedad, sea la causa del subdesarrollo de los pueblos que, frustrados por esta concepción, sienten su falta de formación y, ante las falencias sociales que no les permiten alcanzarlas, se desencanten y se tornan, por ello, antisociales, violentas y anárquicas, ante un estado de cosas que no les permite realizar sus sueños, en función de las libertades que nunca pudieron lograr.

Es, entonces, muy importante, tener en cuenta que la riqueza de las naciones está en su diversidad y que es necesario promoverla, si queremos progresar.

Los lideres que convienen a una sociedad no son aquellos que la conciben conformada por un solo tipo de persona. Esos, son fabricantes de clones que, para lograrlo –mientras se perfeccionan las prácticas de laboratorio–, tienen que basarse en los centros de enseñanza y, por eso, intervienen la educación.

Ejemplos de esto, en la historia reciente, hay muchos, y, todos, sin excepción, son promovidos por regímenes autoritarios de la derecha o la izquierda como: Pinochet, Videla, Castro y Chávez en Latinoamérica; Stalin, Hitler, Mussolini y Franco en Europa: o Mao y, otros tantos, que causaron tanta sangre y dolor en Asía y África.

Algunos, le temen a la libertad, porque no conocen a que se refiere la responsabilidad.

Esta responsabilidad de la que aquí hablamos, tiene que ver con ser responsable de la libertad personal y colectiva. Cualquier cosa que pueda afectar, así sea, en materia leve, mi libertad, es mi responsabilidad prevenirme contra ella. Del mismo modo, cualquier cosa que pueda afectar la libertad de otro, yo, responsablemente, estoy en la obligación de evitarla..

Si Dios no ha coartado la libertad de las personas para decidir su destino natural o sobrenatural –Él que sí podría hacerlo, por amor–, por ese mismo amor que nos tiene, nos la respeta. Entonces, ¿por qué habríamos de coartarla nosotros?

Dios nos advierte, con nuestra conciencia, y nos da la libertad de escoger entre el bien y el mal; asumiendo plenamente las consecuencias, producto de nuestra propia responsabilidad.

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