Desarrollo y Libertad.-
Como habíamos comentado con anterioridad, al inicio de este trabajo, las teorías del desarrollo estuvieron, por mucho tiempo, ligadas a paradigmas netamente económicos, desde la propuesta de Adam Smith y su obra: La Riqueza de la Naciones, hasta el fracaso de las propuestas de Brethon Woods (Bretton Woods: Un nuevo arreglo institucional : El Blog de Finanzas y Dinero» (HTML), como resultado de los acuerdos posteriores a la Segunda Guerra mundial y el consenso de Washington, propuesto a principios de los años 90.
Es dentro de este contexto que nacen los proponentes de lo que podríamos llamar la nueva economía. Un conjunto de propuestas que plantean un nuevo paradigma del desarrollo con un alto contenido humanista, donde la participación de la Iglesia Católica, con sus respetivas encíclicas de los papas, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, rescatan las propuestas de sus predecesores y presentan los nuevos retos que enfrenta el hombre moderno al sugerir modelos de desarrollo que procuran el crecimiento integral de la persona humana (Deus caritas et; Centesimus annus; solicitudo res socialis; Populorum progresio; Laborem exercens).
Los diferentes estudiosos del tema en las academias y centros de investigación en el mundo de los noventas, se cuestionan los procesos de desarrollo propuestos en los acuerdos anteriormente referidos, con base en la crisis del modelo de desarrollo que no aporta a la disminución de la pobreza, ni satisface los requerimientos de grandes masas de población mundial que continúan debatiéndose en la miseria; sin oportunidades de educación y salud, con niveles de ingreso inferiores a U$2.oo dólares diarios. Esta población que, de acuerdo con los lineamientos de las Naciones Unidas, están en la franja de pobreza, es más del 51% de la población del mundo, y el fenómeno se agudiza cuando, dentro de los mimos parámetros, se evidencia que en situación de pobreza extrema, es decir, personas con ingresos por debajo de U$1.oo dólar, se encuentran más del 25% de la población mundial (Bernardo Kliksberg, Hacia una economía con rostro humano. Fondo de Cultura Económica, 2002). Todo esto, a pesar de los propósitos economicistas del desarrollo que se plantearon los economistas de organizaciones que implementaron las propuestas de crecimiento y desarrollo, en función de las estrategias implementadas por organismos como: Banco Mundial, el FMI, el BID y otros (Joseph Stigliz 1998. Towards a new paradigm for development: strategies, policies and processes. Prebisch Lecture, UNCTAD).
Estos modelos de desarrollo, no solamente fracasaron en su intención de disminuir la pobreza, sino que, a pesar de lograr un aumento de la producción per cápita mundial, no pudieron evitar la concentración de la riqueza en manos de unos pocos. A principios del milenio, aproximadamente un 12% de la población poseía un 75% de la concentración de la riqueza mundial. En países como Colombia, el índice GINI, la colocaba, hasta hace poco, en un vergonzoso tercer puesto en América Latina, después de Haiti y Brasil. Ahora solo es superada por Haiti en esta desigual carrera (Bernardo Kliksberg, Mitos y Falacias Sobre o Desenvolvimento Social (UNESCO, Brasil,2002)
Ante esta dramática situación, las propuestas nuevas nacen de los mismos economistas que se proponen rescatar los principios éticos de la economía, entendida como la expresión de los comportamiento de las personas en sociedad, con el fin de asegurar su propia sostenibilidad y crecimiento integral. De manera que, el tema económico, se ve como un medio y no como un fin para el alcance de las metas de desarrollo de las personas y los pueblos.
La pregunta ahora es: ¿qué es desarrollo en función de lo que es la esencia de la persona humana? ¿Cómo se pueden entender? Cómo se puede medir? Cómo se puede construir?
En medio de este debate académico e investigativo, surge Amartya Sen, con su propuesta de desarrollo visto como libertad: “El desarrollo puede ser visto como un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfruta la gente.” “Este enfoque de desarrollo requiere eliminar las principales fuentes de la falta de libertad: la pobreza, al igual que la tiranía, las escasas oportunidades económicas, así como la carencia social sistémica, el descuido de las instalaciones públicas y la intolerancia o la actividad excesiva de los estados reprimidos.” (Amartya Sen, Development as Freedom, New York:Alfred A. Knopff, 1999)
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