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El bien común, como ya lo hemos visto, está estrechamente relacionado con la infraestructura física, intelectual y espiritual que requieren las personas para desarrollarse, libremente y con responsabilidad, en medio de la sociedad a la que pertenecen y para la cual, los líderes, deben dedicar todos sus esfuerzos; de manera que todas las personas, sin excepción, puedan acceder a los medios necesarios para alcanzar lo que, consideran, les permite lograr su felicidad, como medio de realización personal integral, dentro este sentido de libertad responsable. 

Es, por tanto, determinante, que los líderes se cuestionen acerca del proceso más eficiente para asegurar esos medios que son la base de la construcción del proceso del desarrollo del bien común.

En este orden de ideas, la escala de necesidades, que hace ya varios años nos proponía Maslow (http://www.simplypsychology.org/maslow.html ), es una buena herramienta para iniciar nuestro análisis.

En sociedades y organizaciones con recursos escasos, las prioridades que definen el por dónde iniciar, exigen el enfoque en el orden de lo fisiológico, donde los recursos aplicados a la salud y la alimentación, son los cimientos sobre los que se puede cimentar la construcción del modelo de desarrollo, en función del aseguramiento del bien común requerido para el avance de la comunidad. Sin estos requisitos previos: ¿a quién vamos a promover en la sociedad? ¿Para quién creamos la infraestructura necesaria que asegure ese bien común?

La razón de ser de las sociedades, es la persona humana que se asocia con sus congéneres para progresar en todos los aspectos que le son propios. El medio, como ya se ha visto, más adecuado e idóneo, es el desarrollo del bien común.

El Papa Francisco hace un llamado a toda la humanidad (https://www.aciprensa.com/Docum/LaudatoSi.pdf), destacando el cuidado del medio ambiente, como una de las prioridades; en la medida en que la tierra es nuestra morada y soporta la esencia del bien común que a todos, sin excepción, nos pertenece y estamos obligados a defender y desarrollar.

Cualquier persona que ejerce una posición de liderazgo, dentro del medio en el cual se desempeñe, tiene la obligación moral ineludible de preservar y promover, con sus acciones, la mejora de su comunidad y su medio ambiente, en procura de asegurar las condiciones básicas de salud y alimentación que permita, a la comunidad, desarrollarse y empezar, con el buen uso de sus capacidades y de su libertad responsable, su proceso de búsqueda de la felicidad, elemento esencial que estimula el desarrollo de la persona humana y la sociedad a la que pertenece.

Bien vale la pena cerrar este artículo con el primer párrafo de la encíclica del Papa Francisco, LAUDATO SI

Laudato si’, mi’ Signore » – « Alabado seas, mi Señor », cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una ma­dre bella que nos acoge entre sus brazos: « Alaba­do seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba ».

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