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Y,… los periódicos..!vuelve y juega!

La situación, después del atentado del que fuera objeto en Cali, siendo gerente del periódico El Pais, me había dejado completamente desubicado, tratando de no figurar en nada y ofreciendo mis servicios de asesoría a empresarios en Bogotá. Sin embargo, no me sentía seguro, veía mafiosos por todos lados y sentía que me perseguían permanentemente. Era víctima de la paranoia que, creo yo, afecta a todos los que hemos sufrido este tipo de circunstancias.

Después de tres meses de haber salido de Cali, recibí una llamada de Juan B. Fernández Renowitzky, Director del Diario El Heraldo de Barranquilla, quien sabía de mi situación y quería ayudarme y aprovechar mis conocimientos como gerente de periódicos, para que trabajara, como primer gerente no propietario e independiente de las familias accionistas, con los hijos de los fundadores.

El periódico tenía ya, a estas alturas, 60 años de existencia y no tenía problemas de circulación ni de posicionamiento. El tema se centraba en la necesidad que manifestaban los socios de tener una administración independiente y no vinculada a ninguna de las familias accionistas.

El Heraldo había sido fundado por Juan B Fernández Ortega, padre del Director de aquella época, Juan B. Fernández Renowitzky; Alberto Pumarejo, padre de uno de sus gerentes, Alberto Pumarejo Jr., al que sus amigos llamábamos el Puma; y, Manuel de La Rosa, esposo de Carolina Manotas, a su vez, hija de otros de sus fundadores, Luis Eduardo Manotas.

Las dos gerencias del periódico eran la participación, en la cuota de poder, de las dos familias distintas de la Fernández que manejaba, a través de Juan B., la dirección. Algo muy propio de las costumbres culturales de la costa colombiana, expresión palpable, en la práctica, del realismo mágico que se evidencia, tan bien mostrada, en los escritos de García Márquez, a mi juicio, periodista emérito que debió ser de este diario que con sus crónicas, en su tiempo, nutrió este periódico.

La crónica, fue una de las herramientas literarias que  marcaron la impronta de este diario que las hizo parte de la lectura permanente de toda la sociedad, en todos sus niveles. Este género, más tarde, con la vinculación de otro maestro de la narrativa colombiana, como Juan Gossaín (que había sido echado del diario Espectador por razones que hoy nadie justificaría), consolidaron el posicionamiento de un periódico que penetró, hasta los tuétanos, esa región del Caribe colombiano.

El trauma producido por el atentado del que había sido objeto en Cali, me hacia, en principio, rechazar cualquier oferta de este tipo. Sin embargo, la cordialidad y buen trato de Juan B., unido a su capacidad argumentativa, me animaron a aceptar la propuesta. Jairo, me decía, en Barranquilla no hay problemas como los que enfrentaste en Cali. “Aquí la mafia no hace daño a nadie, porque los costeños somos muy chismosos y, si hay un atentado, en minutos, gracias a esta virtud, se conoce rápidamente el autor. Por ello, vivimos todos tranquilos”

Le manifesté que, para asegurar mi gestión, era necesario determinar un protocolo de familia que fijara la forma como las familias propietarias se relacionarían entre sí y con el gerente. Esa fue mi primera tarea y, gracias a ella, se logró aprobar el protocolo que construimos con la participación de todos y el liderazgo de Juan B.

La confianza dada por los socios a mi gestión, era unánime. Ello permitió iniciar una transformación administrativa y de infraestructura de modernización que se pudo alcanzar en un tiempo muy corto, gracias al compromiso laboral y de creatividad de todos sus estamentos.

Esto, para un “cachaco” escéptico como yo, parecía una misión imposible, en medio de la cultura relajada que, equivocadamente, consideraba típicamente costeña.

Pronto descubrí que la gran capacidad del costeño estaba en su creatividad que, bien estimulada, iría a ser el impulso innovador que el periódico necesitaba y el motivo que remplazaría, la disciplina con los horarios por el compromiso con la tarea.

Esa era la razón por la cual, esa tierra, había sido capaz de darnos un Premio Nobel como Garcia Márquez, pintores como Alejandro Obregón y tantos músicos que al nombrar alguno, llegaría a ser injusto con los demás.

En próxima entrega:

“Un cachaco tildado de conservador, gerenciando un periódico costeño y liberal”.

Como dicen en la costa: “no jodaaa…manda cáscara.”

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