Se vienen creando expectativas muy altas sobre la mal llamada inteligencia artificial, con la pretensión de reconocer a estructuras electrónicas y cuánticas la capacidad de pensar y razonar como lo hacen las personas.
Esto, evidentemente, no es así. La organización de estructuras electromecánicas cuánticas son realizaciones de personas investigadoras capaces de generar algoritmos que se relacionan con tales estructuras para cumplir tareas que, por medio de ellas, se les imponen, con el propósito de sustituir el trabajo operativo, incluida la consecución de información que está contenida en los campos virtuales universales que invaden los grandes centros de almacenamiento de información, antes llamados simplemente servidores, pero que suena más sofisticado y conveniente, para potenciar el misterio, llamarlos como la nube.
Cuando los campesinos recogen la cosecha, el proceso se hace tan complejo como grande sea la extensión del terreno y la mano de obra disponible. Así sucede también con el manejo de la información que es la que permite, por ejemplo, a ChatGPT, desempeñar su tarea de cosechar, en el campo virtual, la información existente. Aquella que es apropiada para resolver las preguntas que se le proponen.
Recuerdo a mis secretarias cómo sufrían para poder colectar la información que les requería, en los archivos de la compañía, para luego organizarla de manera ordenada para obtener la información necesaria con la que nos sentíamos más confiados para tomar las decisiones.
En la medida en que las organizaciones y las personas, en general, exigían acopiar más información y mejor ordenada, el trabajo manual, más pronto que tarde, exigía la automatización de estos oficios; y así nacieron los ordenadores o computadores que la mayoría de las personas hoy en día conocemos y con los que diariamente convivimos.
Lo que hoy mal llamamos IA, no dista mucho de lo que hemos comentado. Simplemente, los algoritmos actuales, son mejor diseñados y han ganado mayor efectividad como producto de la experiencia adquirida. Y, lo que más nos asombra, es la velocidad que tienen para procesar la información, de manera cuántica y organizarla, de forma tal, que se presente de la manera más apropiada a las necesidades de los usuarios.
Pero, entonces, ¿dónde está la inteligencia?… Ella sigue en las personas que diseñaron estas máquinas y los algoritmos que permiten operarlas, así como en las que las usan para tomar decisiones.
El hecho de que un avión se sostenga en el aire, debido a la relación que existe entre su diseño estructural, el viento y la velocidad que alcanza, no quiere decir que el avión es inteligente, como tampoco lo es el navegador que usamos para llegar más fácilmente a nuestro lugar de trabajo o la residencia en que vivimos. Todo es el resultado de la imaginación e inteligencia de quienes los diseñaron. El resto, es puro marketing que, manejado por personas y con estrategias diseñadas por personas, nos impactan con las promociones de sus productos exóticos, resultado de los procesos de innovación de las empresas y que son bautizados con nombres que, en cierta forma, confunden la imaginación de los consumidores que se obsesionan por la forma como los hábiles comerciantes sorprenden a sus clientes, de manera que logran encantarlos como los genios de las clásicas fábulas, para sacarles el mejor provecho.
Uno de los determinantes más importantes de la vida de las personas es la de su formacion a traves de la educación. Nuestra especie ha sido diseñada para comportarse de acuerdo a cómo va siendo formada desde su nacimiento hasta la muerte. A diferencia de los otros animales,...
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