Es importante distinguir entre el proceso y la causa.
Estamos acostumbrados a ver las cosas en función de la causa y el efecto. Pero poco pensamos en que puede haber tres aspectos, pues existe uno que relaciona a la causa con su efecto. A este le denominamos el proceso.
Se ha hablado mucho de los términos causa y efecto, pero muy poco de lo que significa el proceso como relación intrínseca de lo primero y lo segundo. Sin el uno, no existe el otro. Pero, para que el otro se dé como un producido de su causa, siempre debe existir un proceso.
Es muy común confundir el proceso con la causa, pero esta no puede existir sin aquella.
Podría pensarse que el proceso es una sucesión de causas y efectos que se concluyen en el efecto que es motivo de nuestra atención.
Desde este punto de vista es importante tener presente que, además del efecto que está claro porque es lo primero que llama nuestra atención, debemos encontrar lo que podríamos llamar la causa primera del fenómeno que estamos analizando, distinguiéndola del conjunto de causas y efectos intermedios que consideramos el proceso. Este discernimiento es muy importante para poder entender el fenómeno que apreciamos por su efecto, pero que, para poderlo interpretar, de manera que podamos apreciarlo como una integración de la causa, el proceso y el efecto, se requiere considerar algunos aspectos que aquí explicaremos.
En la medida en que estemos inmersos en nuestro mundo, determinado por el concepto dimensional de espacio tiempo, todo, dentro de este contexto, sucede en condiciones de lugar y tiempo que determinan que, para que exista efecto (resultado), se hace necesario que aquella cosa que lo causa requiera de esos conceptos de tiempo y espacio dentro de los cuales se sucede el proceso del cual la causa se vale para que ese efecto se logre.
Siempre que hay un después hay un antes y lo que sucede entre los dos para que algo se genere en el espacio y tiempo que transcurre entre la causa y el efecto, es lo que denominamos proceso.
Pero, como diría mi abuelo, una cosa es una cosa y otra, bien distinta, es otra cosa. Los tres fenómenos enunciados, son diferentes aunque dependientes.
El efecto, no se da sin el proceso y este no se da sin la causa.
Podríamos buscar entre todas las causas de la infinidad de efectos que encontramos en la naturaleza y en nuestra imaginación. Y encontraríamos una maraña infinita de causas y efectos determinadas por procesos que, a modo de neuronas que se relacionan entre sí por medio de las dendritas en el cerebro, se organizan sistemas de alta complejidad para así lograr la capacidad de pensar, como efecto de una causa primaria que podríamos acusar al cerebro.
Así, también, sucede con todo el universo que nos rodea y llegaríamos, por esta vía, de conformidad con las teorías de Santo Tomás, a tratar de buscar de todos los efectos y sus procesos, cuál sería la causa primera.
Pero, fieles a las teorías pensamiento complejo y sistémico de Edgard Morin, podríamos sacar dos conclusiones únicas. El universo y, particularmente, nosotros como personas, somos producto de una causa que, por medio de diversos procesos, logró el efecto que esa primera causa se propuso.
La causa primera es un concepto que se da fuera del espacio tiempo. Es instantánea. Así como el efecto que, como resultado, tampoco está en el espacio ni el tiempo. Es también instantáneo. Pero lo que sí pertenece y se sucede en las dimensiones de espacio tiempo es el proceso, al que sí se puede y se debe administrar.
Y, aquí, aparece el concepto de que toda causa tiene un propósito que se concreta en un efecto. De no ser así, concluiríamos que el universo es un caos, cuya entropía permanente lo destruiría. La evidencia del universo nos muestra cierta armonía que nos permite concluir que ello no es así.
Por tanto, la causa, tiene en su esencia un propósito que, en este sentido, denominamos potencia. La capacidad de tener un propósito y hacerse de un proceso que le permita lograrlo. A esto es a lo que llamamos gestion. Fundamento filosófico que da razón de ser a la gerencia y al direccionamiento estratégico de las empresas que lideran los empresarios.
En el caso del universo y de todo lo que contiene, la causa primera y su efecto final es Dios. El Alfa y el Omega, principio y fin de todas las cosas.
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