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… Y decidieron las piernas quitarse de encima el peso de las vísceras, las glándulas y la cabeza que era la que más les oprimía.

Les inquietaba que eran ellas, las piernas, capaces de llevar el peso de todo a cualquier parte.

Pero, esa decisión, no estaba en ellas, sino en la cabeza y, además, cargaban con el bulto de las vísceras y las glándulas, que generaban mucha carga, y no entendía qué hacían estas ni para qué las necesitaban. Eran un peso muy grande para las piernas y se convertían en un lastre innecesario.

Fue así como, las dos piernas, se pusieron de acuerdo y decidieron deshacerse, cuidadosamente, de toda esa pesada carga, para sentirse libres y ligeros.

Con mucho cuidado, las piernas, desarrollaron su complot.

Sabían que la tarea no era fácil, pues su objetivo tenía mucha inteligencia y contaba con el apoyo de las vísceras y las glándulas, que demandaban la mayor cantidad de los recursos del cuerpo.

Como parte clave de la estrategia, llamaron a un aliado bien importante que pudiera derrotar a la cabeza.

Encontraron que, los brazos, tenían el mismo problema. Aunque no soportaban un peso grande de la carga, sí querían ser más autónomos, pues, con sus habilidades, lograban alcanzar alimentos para el cuerpo y, las manos con que contaban, les permitían hacer uso de algo que la cabeza llamaba tecnología, de la cual, ellos, no lograban ningún beneficio, y los triunfos, se le reconocían, exclusivamente, a la cabeza.

En esta alianza de las piernas con los brazos, aquellas, no la veían fácil: veían que los brazos tenían una posición privilegiada por estar cerca de la cabeza, lo cual les daba, según ellas, una ventaja estratégica que debían aprovechar; pero, también, veían que aquellas tenían ventajas. Pues no eren usadas por el cuerpo como medio de transporte, sino que, su función, estaba ligada a los logros de la cabeza, cosa que beneficiaba al cuerpo para poder disponer de muchas cosas buenas, que disfrutaban las viseras y sus amigas, las glándulas, cosa que hacía retorcer de envidia a las piernas.

Después de muchas negociaciones, en las que se discutió la estrategia a seguir para quitarse de encima la opresión de la cabeza, las vísceras y las glándulas, las piernas, terminaron de asegurar su alianza con los brazos, siempre y cuando, se respetara la superioridad jerárquica de aquellas durante y después del complot.

Fue así como, después de determinar una estrategia muy meticulosa, empezaron a ejecutarla, lo que provocó, en las vísceras, las glándulas y la cabeza, mucho malestar. El liderazgo de la cabeza empezó a resquebrajarse, pues las vísceras eran envenenadas por las provisiones que suministraban los brazos con sus manos; y, la cabeza, que dependía, principalmente, de la función de varias glándulas claves, así como del buen funcionamiento de algunas vísceras, empezaba a sentirse desorientada, perdía  el juicio y su capacidad de dirección, lo que producía, evidente, su pérdida de liderazgo sobre toda el cuerpo.

La armonía que manifestaba, en otro tiempo, la relación de las vísceras y las glándulas, en el cuerpo, también se deterioraba.

La falta de liderazgo de la cabeza, hacia que no supieran desempeñar correctamente su oficio las viseras ni las glándulas y, cada vez, se aumentaban las dificultades y contradicciones entre ellas.

Los brazos y las piernas, disfrutaban del momento, pues ya sentían que se terminaba la opresión. Ya se empezaba a sentir con cierta libertad, pues disminuía la dependencia de la cabeza.

Cuando todo terminó y las piernas y los brazos sentían que ya no había más opresión, festejaron el fin del régimen por varios días, al final de los cuales, se dieron cuenta que estaban inanimadas e inertes, pues no había quien las condujera y las alimentara. Se dieron cuenta que, por sí solas, no podían pensar y tampoco sostenerse.

Así fue como, la rebelión de las extremidades, acabó con la cabeza, las vísceras, las glándulas y todo el cuerpo.

Muchos años después, algunos investigadores que encontraron los despojos de esta comunidad, le llamaron: “la desaparecida sociedad del homo sapiens”.

Acusaron su extinción a la torpeza, soberbia, ambición e ignorancia de sus miembros extremos, que nunca supieron entender que todos eran uno y que, las partes, cobran sentido, si y solo si, existe el todo.

(Q.D.E.P)

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