¿Por qué fallan las predicciones Económicas?
¿Por qué unos economistas predicen que el petroleo va a subir, otros predicen que va a bajar y otros que se va a mantener estable?
¿Por qué la revolución informática, especialmente la internet y las tablets, ha llevado a la crisis a muchos prestigiosos medios impresos sin que los economistas lo anticiparan?
¿Por qué insisten los economistas en predecir el futuro y continúan equivocándose?
Un comentario gracioso que hacíamos entre compañeros cuando estudiábamos en la facultad, decía que los economistas se pasaban la mitad de la vida produciendo una teoría económica y la otra mitad tratando de explicar por qué no había funcionado.
Lo que acabo de decir es una exageración, pero más adelante verás por qué exagero.
Hay muchas propuestas económicas que se han implementado y han funcionado. Por ejemplos la implementación de las propuestas Keynesianas (las cuales explicaremos en otra entrega de este blog) durante el siglo pasado funcionó en mayor o menor medida en todo el mundo.
Las leyes de la oferta y la demanda funcionan en la práctica en la mayoría de situaciones.
En fin, hay una gran cantidad de principios económicos que nos hacen pensar que las Ciencias Económicas son ciencias y son exactas.
Una gran lección que podemos recibir de algunos de los grandes economistas del mundo es que se expresan de forma muy clara. Muchos de ellos dictan cátedras a estudiantes jóvenes e inexpertos, otros han tenido oportunidad de hacer llegar sus descubrimientos a las grandes masas a través de los medios de comunicación, por lo tanto, la regla general es que hacen ver sencillo todo lo que transmiten. Esto puede ser un gran alivio para quienes rehuyen a los intelectualoides que creen que mientras más enredado suenen, más profundo y complejo es el concepto que están tratando de explicar.
Por otro lado, también será un alivio para quienes han tenido discusiones con los economistas ortodoxos, que tratan de explicar conceptos muy sencillos, llenando tableros con fórmulas matemáticas complejísimas que nunca dan respuestas exactas por la imposibilidad de manejar todas las variables que pueden intervenir en los fenómenos humanos y sociales. Mediante estos complejos procesos, llegan a conclusiones como: “Teniendo en oferta una cantidad constante del producto X. Dado un aumento de la demanda, el precio debe aumentar… o disminuir… todo depende de otras variables”.
Es tan inmensa la cantidad de variables, que influyen en la conducta de los seres humanos, que los modelos matemáticos o el método de las ciencias positivas descrito por Comte, se quedan cortos, o después de un gran trabajo, en muchos casos nos dan las mismas respuestas que “intuitivamente” habíamos predicho (la palabra “intuitivamente” está escrita entre comillas, porque en realidad más que un arte adivinatorio, la intuición podría ser un análisis inconsciente y rapidísimo de infinidad de variables, dándoles más importancia relativa a unas que a otras).
En algunas ciencias bastante exactas como la física mecánica, podemos ver cómo se puede predecir con bastante aproximación, cuánto tiempo se demoraría en caer una manzana que uno soltara desde una posición de reposo a dos metros de altura. Inclusive, el resultado (tanto teórico, como práctico), no variaría así alteráramos muchas de las variables de la manzana. Podría ser una manzana grande o pequeña, madura o podrida, roja o verde, e inclusive podríamos cambiar la manzana por un hombre… y si lo dejamos caer desde la misma posición de reposo a dos metros de altura, le tomaría aproximadamente el mismo tiempo llegar al suelo, que a la manzana.
En cambio, si tratáramos de predecir matemáticamente cómo reaccionaría un hombre ante un determinado estímulo económico o social, tendríamos que tener en cuenta una infinidad de variables como: La edad del hombre, su raza, su educación, su nacionalidad, sus preferencias sexuales, su situación económica, si tiene hambre en ese momento o no, si está furioso o tranquilo, si va de afán, si el papá le pegaba cuando niño, etc., etc., etc., la lista sería interminable. En su libro: «Pensamiento Complejo», el pensador francés Edgar Morin nos recordaba que Barchelard, el filósofo de las ciencias, había descubierto que “lo simple no existe. Solo existe lo simplificado. La ciencia construye su objeto extrayéndolo de su ambiente complejo para ponerlo en situaciones experimentales no complejas. La ciencia no es el estudio del universo simple, es una simplificación heurística necesaria para extraer ciertas propiedades, ver ciertas leyes” (1)
John Nash (Premio Nobel de Economía), por su teoría de juegos y estudios sobre la toma de decisiones, y conocido por la interpretación que hizo Russell Crowe de él en la película “Una Mente Brillante”, recientemente ganó el premio Abel de Matemáticas, un premio de gran prestigio.
Dicho premio lo recibió por su trabajo en ecuaciones diferenciales parciales, una herramienta empleada para describir todo tipo de fenómenos científicos, desde los campos de la termodinámica a la física cuántica y según dice el comité del premio Abel, éste trabajo es más profundo y de mayor alcance que los que lo hicieron acreedor al premio Nobel.
A pesar de los profundos, modelos matemáticos formulados por Nash, cuando se trata de hacer predicciones en cuanto a decisiones basándonos en su teoría de juegos, podemos predecir tendencias o mayor probabilidad de ocurrencia de una conducta determinada, pero en ningún caso podemos predecir una decisión con exactitud; mucho menos una cadena de decisiones que pueda llevar a un evento y menos aún hacer una predicción práctica, como: “Durante el año 2016 el precio de la finca raíz descenderá un 15% en Colombia” (esto es solo un ejemplo de una posible predicción. Pido al lector no tomarlo literalmente).
Por eso, las Ciencias Económicas están todavía muy lejos de ser ciencias exactas.
Cuando leas artículos que dicen que el dólar seguirá subiendo mientras otros dicen que bajará; predicciones que anuncian que el precio de la finca raíz seguirá subiendo, mientras otras predicciones dicen que la burbuja inmobiliaria está a punto de reventar; políticos que aseguran que el desempleo disminuirá, mientras sus opositores aseguran que aumentara… no te asustes, ni te confundas.
La mayoría de esos predicciones son sacadas de un sombrero y tienen tanto de científicas o de exactas, como los intentos que hacían los alquimistas de la edad media para transformar el plomo en oro.
Es posible que la economía evolucione algún día como la alquimia lo hizo hasta convertirse en química. Es posible que la capacidad de procesamiento de los computadores nos permita algún día tener en cuenta miles de millones de variables y esto nos permita hacer predicciones más aproximadas a la realidad.
Mientras tanto, el consejo que te doy es que ante las predicciones de los economistas de los medios, uses tu intuición para saber si creerles o no, pues lo que anticipan puede ocurrir, o no… todo depende.
Ramiro Calderón
Consultor Empresarial
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(1) – MORIN, Edgar. Introducción al Pensamiento Complejo. Editorial Gedisa, Barcelona, 2001, Pág 35
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