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El Dane reveló la semana pasada la cifra de pobreza, indigencia y desigualdad para 2011, todos los indicadores mejoraron respecto a 2010. La pobreza bajó cerca de 3%, la indigencia pasó de 12.3% a 10.6% y la desigualdad –medida  por el coeficiente de Gini– bajó de 0.56 a 0.458.  Las cifras son alentadoras, pero el interrogante es si esto es transitorio, pues los hechos estilizados indican que en el país cuando la economía crece entre el 4% y el 5% la pobreza cae alrededor de 3%. En contraste, las crisis y las caídas del PIB tienden a incrementar el número de pobres, especialmente a través de una mayor tasa de desempleo.

Hay quienes piensan que la economía como ciencia ha fracasado en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Creo sin embargo, que la disciplina económica tiene atenuantes, pues han buscado formas de medir la pobreza y la desigualdad y han elaborado teorías científicas que dan indicios del tratamiento de ambos problemas. Es cierto que la formulación de dichas teorías está llena de supuestos (y buenas intenciones) pero es algo para mostrar desde la ciencia y en cierto sentido nos excusa ante la sociedad, que exige a la economía y los economistas soluciones más creativas.

En contraste, la lucha contra la pobreza y la desigualdad sí ha sido un fracaso –y bastante estruendoso– de la clase dirigente, pues la falta de voluntad política para tomar acciones decidas ha sido una constante, y no cabe duda de que para enfrentar estos problemas la férrea voluntad de los Gobiernos es fundamental (tampoco es regalando casas como mejoran los índices): se necesita elaborar programas realistas y estructurados, generar incentivos adecuados e ingeniarse planes de redistribución simples, como lo ha propuesto la Economía del Bienestar desde hace lustros (si quieren redistribuir la renta ¿porque no distribuirla simplemente y olvidarse de mecanismos ineficientes?).

Pero los políticos y dirigentes, oportunistas de profesión, buscan ganar indulgencias con oraciones ajenas, atribuyéndose logros que son consecuencias del crecimiento económico y de la baja inflación; pues a propósito de la reciente cifra sobre la reducción de la pobreza, Juan Manuel Santos está feliz porque el Gobierno “sí hace algo por los pobres“y el director del Departamento para la Prosperidad Social está muy satisfecho pues, según sus palabras, “el invierno impidió que la reducción en la pobreza fuera mayor y que los resultados indican que el Gobierno va por el camino correcto “.

Esperemos pues por el bien de ese 1.2 millones de colombianos que dejaron de ser pobres, que la prosperidad social los siga acompañando y alcance para todos.

@jhbarrientos

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