Hay libros, hechos y momentos que siempre están con nosotros, que viven en nuestra memoria y cuyos recuerdos van y vienen con el tiempo. Solo falta escuchar una palabra o ver alguna imagen para volverlos a traer a nuestro presente, junto con sus mil sensaciones. Es algo innato en los seres humanos y es la viva prueba de nuestra sensibilidad a los hechos memorables o al arte en sí.
Esta semana una noticia en particular llamó mi atención: la conmemoración de los 75 años de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz. Esta no tuvo mucha visibilidad en medios pues compitió en tiempo con dos eventos que estremecieron el mundo. El primero de ellos, es la rápida propagación del Coronavirus, que amenaza con volverse una pandemia, lo que ha puesto a todas las personas alrededor del mundo en una clara situación de alerta. Por tanto, el foco de las redes está en China, su comida y sus costumbres. Entre tanta información, algo de discriminación y rechazo empieza a salir hacia esta milenaria e inmensamente rica cultura, al punto que ya se empieza a hacer un llamado para que no se discrimine a los chinos que habita alrededor del globo.
El segundo, fue la muerte de la estrella del baloncesto Kobe Bryant. Un genio de este deporte que inspiró a miles de niños alrededor del mundo. Difícil no reconocer en él a uno de los mejores exponentes del deporte norteamericano, pese a que algunos revolvieron su pasado para traer algunos hechos no tan memorables al presente. Al final, nadie se va limpio de las redes sociales ni de los artículos de opinión.
A pesar de esto, creo que la conmemoración del cierre del campo de concentración nazi más recordado por todos tiene un tinte muy especial. Tal como expuso Viktor Frankl, gran neurólogo y psiquiatra austriaco, en su libro El hombre en busca de sentido, nos lleva a reflexionar sobre lo que somos como especie. Él más que nadie puede hablarnos de esto. Superviviente de los campos de concentración, donde perdió a sus seres más queridos, escribió: “¿qué es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración”.
Es decir, el hombre es un ser increíble capaz de soportar los sufrimientos más elevados ideados por él mismo. Es capaz de una gran determinación, aguante y piedad, pero también de una gran maldad. Una ambivalencia que lo acompaña toda la vida y que se refleja fuertemente en la sociedad cuando encuentra un consenso. Cuando el sentimiento es generalizado.
Esos tintes positivos y negativos los vemos en cada nota de prensa, en cada noticia. Por ejemplo, en el discurso del presidente del Consejo Judío Mundial, Ronald Lauder, quien afirmó desde Polonia en medio de una gran multitud que en la Segunda Guerra Mundial “todos miraban para otro lado, y que casi todos los países europeos enviaron a sus judíos al exterminio, y que nadie los ayudó. ¿Y hoy? Hoy se está produciendo «una abierta y nueva propagación» del odio antisemita”. Mientras el mundo se duele de la barbarie del nazismo, al mismo tiempo muchos países retoman ideologías de extremo.
Recordar hoy los campos de concentración nazi y rechazarlos es muy fácil, ya que han sido condenados vehementemente por la historia. Nadie se pondría en palestra pública por opinar diferente. Sin embargo, la semilla de la xenofobia sigue viva. Hace 75 años hacia los judíos y hoy hacia muchos otros, incluidos los chinos. Nunca muere, solo fluctúa en intensidad de un momento a otro, siendo el tiempo su catalizador. Así, la sensibilidad ante eventos como los ocurridos en Auschwitz van perdiendo efecto con el transcurrir de los años mientras ganan terreno miedos actuales. Las personas ya no se identifican con las víctimas del pasado y nos vamos sintiendo inmunes, adormecidos. Entonces suele repetirse la historia con otros actores y otros argumentos.
Tal como dice el adagio popular: “el tiempo es el mejor remedio para olvidar”, sin embargo, hay cosas que es mejor nunca enterrar, para que la historia siempre nos recuerde qué somos en realidad.
@joseluisalayon
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