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En Alemania no estar a tiempo para la partida del tren significa perderlo. Un minuto de demora y se fue sin nosotros.

En una carrera de ciclismo o de atletismo o de autos, una milésima de segundo puede significar ganar o quedar de segundo en la llegada a la meta.

Llegar un minuto tarde a la hora del cierre de una licitación significa quedar por fuera de la competencia.

Si tienes una infección por una bacteria peligrosa, no tener el antibiótico correcto a tiempo puede ser fatal. Por no acudir al hospital a tiempo, la bacteria te puede matar.

En la zona de la Florida en Estados Unidos, no evacuar cuando avisan que viene un huracán puede ser muy peligroso y el precio de la decisión de quedarse en casa puede costar la vida.

Debo reconocer que hay personas que están en el lugar opuesto a estas reflexiones y son las que consideran que el “añejar las decisiones”, retardar lo más posible una decisión y hasta rumiarlas (como hacen las vacas con el manejo de sus 4 estómagos y mascar lento) es benéfico porque el tiempo muchas veces toma la decisión por nosotros a favor o en contra pero la toma y si la decisión sale a favor dicen que fue bueno esperar, pero si sale en contra dicen que había mucho que analizar y no se podía tomar una decisión a la ligera.

El proceso de la toma de decisiones y la ejecución posterior de las acciones es en ocasiones complejo, pero hay que definir y resolver. En lo que hay que correr es en la verificación de los argumentos que deben servir de soporte para una decisión. El demorar conseguir información y verificar para tener un porcentaje alto o razonable de confianza es lo que puede traer como consecuencia el impacto y las consecuencias a veces costosas y a veces fatales de no haber tomado la decisión a tiempo.

Por otro lado hay que tener una mejor percepción de la urgencia de tomar una decisión y desde luego siempre hay un riesgo que acompaña las decisiones y que se puede cumplir, pero aún así hay que decidir con valentía y esperar las consecuencias favorables o desfavorables de la decisión.

Supongamos que tienen que operar a un familiar cercano e importante para nosotros y se trata de una cirugía de alto riesgo, pero si no lo operan, se puede morir o quedar como un vegetal…Si tomamos la decisión de no autorizar la cirugía, habrá que alistar la funeraria o ver como administrar la vida vegetativa del familiar y si nos arriesgamos y la autorizamos podríamos  salvarle la vida o ir alistando la funeraria. Yo siempre iría por autorizar la cirugía, pero respeto los que dicen no.

 

Cuando uno mira hacia atrás con el retrovisor de la vida, se da cuenta que muchos problemas vividos y sufridos se hubieran podido evitar si nuestra decisión y acción se hubiera tomado en el momento que correspondía e igual nos damos cuenta que las decisiones y acciones que tomamos en el pasado no llevaron a tener problemas más adelante, problemas en el futuro de esos mementos. Muchas enseñanzas respecto a nuestras terquedades o nuestra falta de visión o nuestros miedos o nuestras ignorancias o nuestras ingenuidades, pero lo clave aquí es lo que esta reflexión nos invita a reconocer, que es el verdadero aprendizaje para no volver a fallar y aconsejar con más vehemencia a otros y así evitarles problemas similares a nos tuvimos que vivir.

A veces agachar o esquivar un segundo la cabeza a tiempo, nos evita recibir un balazo o un puñetazo, asunto que resulta ser muy inteligente…O muy afortunado.

Yo hoy día analizo velozmente, hago referenciación y me documento rápido para acelerar las decisiones y tener alto grado de acierto. Cuando toca improvisar, mido el riesgo en segundos y me lanzo con una acción, si es que hay que hacerlo. Les recomiendo eso mismo, según sea el caso.

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