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Por Catalina Sánchez Caballero Investigadora RADDAR CKG, Directora Observatorio de Moda RADDAR Inexmoda

Creo que el título de esta entrada podría hablar por sí solo, pero no; porque para poder hablar de este odio y de este título, hay que ir a lo profundo de este sentimiento y de esta prenda de la cual podemos sacar cosas buenas y cosas malas y que como en mi caso resulte que no lo usa, pero tampoco lo odia.

Para empezar hay que ahondar en qué es un “levantacola”, este es un pantalón cuyo objetivo es hacer parecer que las mujeres tienen más nalgas y caderas, para este fin hay dos formas de hacerlo; La primera, es desde la confección agregar pinzas que hagan, que donde van las nalgas se expanda un poco la tela, y hacer que las piernas y la cadera queden un poquito más ajustadas, y la segunda, es hacer todo lo anterior, pero además quitar el bolsillo de atrás, de allí el llamado “Simbol” que lo que hace es crear un efecto visual, adicional al del realce, que promueve la percepción de que cada nalga es más grande. Esto es hablar en turco para muchos, pero es necesario explicarlo para entender el porqué.

 Sucede que por allá en los años 70 tuvimos una historia no muy bonita con el narcotráfico, lo cual, hizo que cierto tipo de estética se convirtiera en estándar en algunas regiones del país, esto es apenas normal que pasara porque como todo en la historia se refleja en la moda, esta estética dio cabida al surgimiento de muchas marcas de ropa y sobre todo a un tipo de cuerpo “ideal” donde lo importante era poder emular la figura reloj de arena y tener unas voluptuosidades que no todas las colombianas tienen. En esa época la cirugía plástica se puso muy de moda, tanto, que lo geográfico segmentó especialistas en estas labores, sin embargo no todas y todos podían adquirir un procedimiento; así que como dijo el dicho, “confunde y reinarás”, las mujeres empezaron a buscar la forma de lograr esta estética o este ideal, fingiendo.

No sé exactamente quién inventó el levantacola, ni exactamente en qué ciudad surgió, lo que sí es cierto es que le ha regalado a más de una las curvas que su genética no le dio. Y es allí donde yo deje de odiar el levantacola, porque primero le dio a las mujeres cierto tipo de empoderamiento, porque la que se lo pone normalmente sale muy orgullosa y sintiéndose muy bien con él, Aunque parte del odio que sentimos es por lo que representa y por el mal contexto que le hemos dado a quienes lo usan o los compran, este odio o desagrado llega a nosotros por todo lo que representa desde la estética que emergió de los 70´s, y 80´s, llegando hasta lo que vemos hoy en día, con todas las variaciones y problemas de confección. Hay que mencionar las desastrosas combinaciones, cortes y  malas copias que se han hecho, que eso si lo que logra es despertar aún más la inconformidad con esta prenda. Además la mala forma de interpretar una tendencia y aplicar 5 en una misma prenda, ya es un dolor en los ojos.

A pesar de ello esta prenda de vestir se ha vuelto icónica a nivel internacional, tanto que hasta Gap, intentó hacer una réplica, pero ¡oh sorpresa! No gusto porque no hacía el efecto levantacola que si tenía el producido en colombia, es decir en este punto pasamos de tener solo un pantalón levantacola a tener un “jean Colombiano”. Si, y aunque usted no lo crea, esa es una de denominaciones de origen más clara que tiene el país, fuera del café y algunos otros productos, funciona como la tanga brasileña de Brasil y el sombrero panameño que no es de Panamá.

Ahora muchas mujeres siguen diciendo que es un horror un levantacola, pero si van a grandes cadenas a comprar un “push up”, déjeme decirles a todas ellas que eso hasta en inglés quiere decir levantamiento, y si va justo donde van las nalgas, pues igual está comprando un levantacola, solo que parece un poco más refinado, porque seguramente viene de una marca europea.

Ahora bien el tamaño de las ventas de los levantacolas es algo increíble; hay marcas que en un solo año alcanzan a vender 3 millones de prendas solo en el exterior, y que colocan orgullosamente en sus etiquetas o puntos de venta el “jean colombiano”. Con esto quiero decirles que si usted considera que solo las mujeres de cierto estrato y con ciertas preferencias que se debe estar imaginando, son las únicas que lo compran, pues no, hasta en Europa con mayores ingresos y aspiracionales distintos, también los compran y bastante. Esto es un llamado a los productores que creen que hacer un levantacola le va a dañar su marca, pues primero sepa, que son más las que tienen, que las que no y que su mercado no solo es Colombia, sino el mundo.

Por todo lo anterior, sobre todo el ingenio en la confección y lo que representa esta prenda en términos internacionales que yo le perdí el odio, el desagrado, no los uso porque no me parecen cómodos con ese tiro tan bajo, pero como entre gustos no hay disgustos y los aspiracionales son tan distintos entre uno y otro, pues el pantalón no le hace dańo a nadie, eso sí, trae crecimientos a una industria y puede generar más empleo. Así que mejor comprar un levantacola, que un push up extranjero, que es más caro y realza menos; por eso compre el colombiano y deje de odiarlo.

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