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Por Beatriz Estefanía Jiménez Aguirre – Investigadora RADDAR CKG.

Hace unos días una buena amiga de la familia vino de visita, ella estudia arquitectura, lo que hace que vea las construcciones, los edificios, las estructuras, las ciudades, etc de otra forma. Nos pidió ir a la Biblioteca Pública Virgilio Barco, de acuerdo con ella una verdadera obra de arte; habló de su peculiar forma circular, del manejo de la iluminación, de cómo hicieron para que entrara la luz pero sin afectar a los libros que se dañan si el sol les pega directamente, de la materialidad, de la circulación, le tomó fotos hasta a las escaleras, dijo que parecían rampas y que permitía generar todo un recorrido en la biblioteca…

Yo por mi parte, solo estaba anonadada de cómo lo que estudiamos y vivimos hace que veamos el mundo con otros ojos, y por supuesto, de contar con un servicio como ese y aún así nunca haber ido. Sé lo que están pensando y se los confirmo, ese domingo de octubre fue mi primera vez en una biblioteca pública y no porque no me gusten las bibliotecas. De hecho, durante mi época universitaria incluso yo bromeaba con mis amigos y le llamaba a la biblioteca Octavio Arizmendi Posada de la Universidad de la Sabana mi segundo hogar, me gustaba refugiarme en el cuarto piso, y para ser sinceros, cuando tengo algún proyecto importante, lo uso como excusa para volver y recordar viejos tiempos.

Les cuento esto porque hay personas que no se apropian de este tipo de espacios; muchos de mis amigos jamás pisaron una biblioteca porque se sentían más cómodos estudiando en sus casas o en otro tipo de espacios. Pero esa definitivamente no es mi situación, y aún así, era mi primera vez en la Virgilio Barco. En mi caso, tal vez no había visitado alguna biblioteca pública por desconocimiento, tal vez por comodidad, tal vez por la lejanía o por un simple perjuicio con respecto a que las cosas públicas no son siempre de la mejor calidad. Eso me llevó a pensar sí hay personas como yo a las que si les gusta consumir espacios de estudio como las bibliotecas,  entonces, porqué no le había dado  la oportunidad a  semejante espacio de interés público.

De acuerdo con la Encuesta de Consumo Cultural (ECC) realizada por el DANE (actualizada a 2016, habrá que esperar los datos de este año que salen en diciembre) de los 30 millones de personas mayores a 12 años en Colombia, cerca  del 20% declaró haber asistido a una biblioteca, y en la mayoría de los casos con una frecuencia mensual y semanal. De hecho, yo entraría en este porcentaje pues he ido innumerables veces a la de mi alma máter, pero nunca a una biblioteca pública. Aquellos que no pusieron un pie en una biblioteca tomaron esta decisión en su mayoría por falta de tiempo y sobre todo de interés. Tan solo el 11,8% mencionó la lejanía como un factor determinante. Debía seguir investigando, aún no llegaba al dato que quería.

¡Bingo! Por tipos de bibliotecas visitadas, las públicas son las más comunes, el 52,5% de los asistentes a bibliotecas vivieron esta experiencia en 2016. La verdad el dato me sorprendió, esperaba una cifra algo menor, había tenido tan solo una limitada porción de la realidad y eso que hay que esperar la encuesta actualizada que se publica a finales de este año. Lo cierto es que hay personas que piensan parecido, otras no tanto, otras son outliers. En este caso, creo que yo pienso parecido a un grupo más pequeño de personas, aquel que optó por no ir a bibliotecas públicas por la lejanía y la falta de tiempo, siendo este último motivo uno de los principales. Y bueno, mis motivos también clasifican en la conocida categoría de “otros”, pues una de mis razones es el hecho de que ya contaba con un lugar de estudio en mi universidad y por default vi lo privado por encima de lo público, sin ni siquiera darle una oportunidad este último.

Esta vez le di el “chance” como una turista, quién sabe la próxima cómo sea… Como buena ñoña que soy, llevé mi computador y no pude evitar sacarlo para escribir esto. La próxima vez ya no será mi primera vez, traeré mi computador, sabré que antes de entrar debo dejar todas mis cosas en los casilleros y ya no necesitaré hacer tantas preguntas… Lo importante es que sé que habrá una próxima vez.

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