Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Por: Lida Alejandra Acosta (Investigadora RADDAR CKG / Directora de Estudios Económicos)

Con la situación que enfrenta el planeta en torno al virus, – porque esto ya no se trata de “algunos” sino de “todos”, muchos gobiernos han optado por uno de los instrumentos de política económica que podría llegar a tener más efectividad en estos tiempos, la deuda. No por nada, más de la mitad de los países miembros del FMI se han remitido a solicitar préstamos al organismo multilateral, muchos de Latinoamérica. Pero si siempre se ha tomado con precaución el nivel de endeudamiento de los países, considerándose inclusive como un termómetro de la economía, ¿acaso, estamos ad portas de entender el endeudamiento de otra manera o sencillamente esto podría desencadenar una peor situación?

La deuda se convierte en el As bajo la manga de muchos países, es una antigua estrategia confiable que permite a los gobiernos a ayudar a muchas personas en condición de vulnerabilidad e implementar medidas sanitarias. Es así como los gobiernos tienden a usar esta clase de ingresos para satisfacer las necesidades económicas producidas por acontecimientos excepcionales, que en esta ocasión resulta siendo, nada más y nada menos que una pandemia. En promedio en América latina la deuda de los países ronda por alrededor del 60%, cifra que ha aumentado de manera considerable en la última década; esta, resulta no siendo minúscula cuando el crecimiento demográfico de la región es alto, lo que implica un mayor gasto del gobierno. A esto se adiciona una creciente dificultad para la generación de ingresos propios. Argentina, Brasil y El Salvador resultan siendo los países en donde la deuda es más alta dentro del PIB.

Retomando a lo que nos estamos enfrentando hoy en día, se calcula que nuestro nivel de endeudamiento va a crecer de manera considerable, pero no solo esto, también se prevé el crecimiento de las tasas de pobreza e inseguridad alimentaria entre otras, pues no todos los recursos llegarían a cada rincón de los países, lo que va agudizar aún más la crisis social latinoamericana. Frente a esto, las entidades financieras internacionales han optado por posponer el pago de las cuotas, sin embargo, para nadie es un secreto que ni siquiera para el 2022 estaríamos cerca de una recuperación total. Obviamos además las implicaciones negativas que está generando y generará una moneda cada vez más devaluada consecuencia de la fuga de capitales, menores exportaciones, así como de remesas en muchos países de América latina.

A partir de esto, se entra a considerar en algunos casos la condonación de la deuda a países altamente endeudados o con alta vulnerabilidad, esto se ha considerado en las economías de África, pese a esto y considerando la situación, tal como van las cosas, algunos países de latinoamericana podrían ser candidatos de están medida. Sin embargo, algunos pondrían el grito en el cielo, al considerar estás medidas algo regresivas. Para esto debe considerarse la manera como se interpreta la deuda y los recursos que en este momento se están otorgando a los distintos gobiernos. De lo contrario, de seguir las dinámicas de préstamos, el continente podría enfrentarse a una crisis mayor en términos fiscales y sociales en un continente adolorido y socialmente alterado.

Compartir post