Por Andrés Alejandro Rodríguez Lozano, Analista Junior RADDAR CKG.
Durante siglos, la civilización requirió la participación de un ente regulador, centralizado que resolviera los problemas a los que se enfrentaba la sociedad. Los conflictos de los civiles debían ser resueltos por el estado, representado por un rey, alcalde, dirigente de las fuerzas armadas de cada localidad o nación. Solo ellos tenían la potestad de impartir justicia, bajo el poder otorgado por “Dios” o el mismo pueblo, quienes veían a su dirigente como un líder sabio, honesto y capaz de solucionar todo lo que le podía competer para llevar a su pueblo a un desarrollo prospero.
A medida que fue pasando el tiempo, estos líderes y organismos se fueron convirtiendo en grandes instituciones que regían enormes territorios, velando por el bienestar común y particular de todos los habitantes de su territorio. Con mayores aciertos en unos que en otros lugares, las naciones se fueron convirtiendo en territorios pujantes, que desplegaban grandes innovaciones y progreso para dotar a los habitantes de mejores condiciones y permitirles crear innovaciones que mejorarían la vida de todos los seres que habitan el planeta. Se puede resaltar que no todos los gobernantes generaron mejoras para el pueblo y muchos de los líderes de naciones fracasadas se enfocaron en el bien particular, aumentando sus arcas y propiedades a costa de hacer pasar penas a las personas que tenían a cargo, quienes los aceptaban como gobernantes y que con el pasar del tiempo irían exigiendo mejores gobiernos y gobernantes. Procesos que implican cambios de modelos y dirigentes que aun suceden cuando las sociedades se encuentran enfrascadas en problemas a los cuales el sistema no puede solucionar.
Hoy en día, el poder del estado se ha extendido a todas las regiones locales de cada nación, incluso en Colombia, quien libraba hasta hace poco una guerra con uno de los más grandes grupos armados revolucionados de Latinoamérica, firmando acuerdos de paz, permitiendo la llegada del estado a los territorios más apartados del país, donde se presentan dificultades de acceso al territorio y limitación en las dotaciones disponibles por los pobladores. Pero esta extensión del poder del estado no es del todo buena. Ha generado grandes procesos de represión a la población vulnerable de las distintas regiones de la tierra. Obligando a la población a exigir cambios de modelos gubernamentales usando la fuerza y el desorden civil para lograr mejoras en su calidad de vida, como ocurrió con la Primavera árabe y como está ocurriendo actualmente con el vecino país de Venezuela.
Que el estado extienda su poder no necesariamente significa una mejor calidad de vida para las personas, empeorando las relaciones entre los habitantes y tomando decisiones erradas en temas que puede existir falta de conocimiento por parte del organismo regulador, desinterés o incluso posiciones cargadas por parte de los líderes estatales para buscar beneficios económicos ilícitos de situaciones que vive el país. Esto ocurre con diferentes modelos de negocio e innovación que están revolucionando (o acabando, dependiendo del punto de vista) algunos mercados del mundo.
Gracias al uso del internet como medio conectarte entre oferentes, consumidores y mercados distantes, se cambió la forma de establecer negocios, de vender productos y servicios. Generando el día de hoy grandes beneficios para los usuarios que no necesitan estar presentes en un determinado lugar para acceder, observar y adquirir productos en lugares distantes del planeta. Estas nuevas plataformas han generado grandes contradicciones en el Estado como ente regulador de los productos consumidos, ofrecidos y gravados en los mercados locales. De Estado manera, muchas importaciones que se realizan por páginas de ventas en Internet no pueden ser causadas con impuestos en los países destinos, pues son pagadas en línea y enviadas como una encomienda, generando en los gobiernos disminución en sus ingresos.
Por el déficit en ingresos fiscales y por la presión e interés de los gremios que colaboran en las campañas políticas de los gobernantes poco éticos, quienes reciben o tienen negocios que se ven amenazados por la innovación, el Estado ha empezado y continuado la intervención a empresas que operan bajo nuevos paradigmas y diferentes plataformas, ofreciendo servicios que no son del todo comprendidos por el Estado. Junto a los diferentes intentos que ha realizado el Ministerio de transporte para bloquear la operación y el servicio de la empresa de transporte personal como Uber, voy con cupo demás, a quienes el Gobierno tiene en la mira debido a claramente a los intereses de los taxistas que actúan en contra del progreso, como si el cartero se dedicara a quemar computadores porque los E-mails le quitan el trabajo.
Recientemente se sancionó a la plataforma booking por no tener ciertos permisos operativos de turismo exigidos en el territorio colombiano, mostrando así como la cacería de brujas del Estado no sólo se limita a el transporte, sino que se encuentran tras aquellas empresas que ofrecen productos y servicios que no entienden su funcionamiento y no pueden tasar fácilmente para recibir una dinero por su operación en el país.
sólo resta a los consumidores colombianos ser usuarios activos y participa de las decisiones e intervenciones que realicen las entidades para limitar el funcionamiento de las nuevas ideas que le facilitan la vida y cambian la manera de realizar operaciones, transacciones y adquirir productos de una forma más ágil con disminución en los costos de operación que traducen en precios más bajos para el mercado.
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