Por Juan Sebastian Téllez – Investigador Junior RADDAR CKG.
El 2020, y los eventos que permiten que hoy tengamos esta discusión, no sólo freno gran parte de la economía y la vida social, sino que también aceleró procesos de transformación digital que se venían gestando ya hace varios años. La digitalización de servicios que en nuestro diario vivir realizamos físicamente, ha impulsado y acelerado el crecimiento de las Fintech y ha atraído numerosas personas a utilizar estas herramientas. De esta manera, las billeteras digitales se están convirtiendo en una aplicación común en los teléfonos de los colombianos y están permitiendo nuevas dinámicas de consumo e incluso la integración de aquellos que habitualmente son marginados del sistema financiero.
El crecimiento del variado comercio electrónico ha sido uno de los pilares de la expansión de estas aplicaciones. Vale la pena recordar que hace unos años, por no decir uno o dos, sí se quería pagar una suscripción a un servicio o comprar un producto por internet, había que tener una tarjeta de crédito o por lo menos una cuenta bancaria. Ahora, basta con cargar una billetera digital y generar una tarjeta, también digital, con la cual se podrá realizar compras libremente, Y esto solo hablando del comercio electrónico “formal”.
Las ventas por redes sociales no se han quedado atrás en integrar estas herramientas en sus negocios. Por otro lado, en el marco de las restricciones de movilidad que afectan al mundo entero, los pequeños negocios informales están aprovechando estas aplicaciones como medios de pago, además de realizar pagos a proveedores y el pago de facturas por estos medios. La facilidad de realizar transferencias rápidamente y los múltiples métodos de recarga de estas billeteras permite que pequeñas transacciones se puedan llevar a cabo en fracciones de segundos.
Personas de bajos ingresos, los migrantes, los informales, reportados en las centrales de riego, incluso los menores de edad están logrando acceder a servicios que antes le eran imposibles o tenían barreras . Estas aplicaciones están derribando restricciones al permitir que los usuarios creen cuentas con el número de pasaporte o permiso de permanencia, algo que ayudará a los migrantes; También al permitir que menores de edad tenga billeteras digitales con su tarjeta de identidad, lo cual quizás iniciará una cultura digital y financiera desde una menor edad; y al no tener costos de manejo y montos mínimo se permite que personas de bajos ingresos se animen a aventurar en estos espacios. La diversificación de usuarios está permitiendo que la integración financiera de los colombianos sea más equitativa.
Por otro lado, a través de las Fintech abren las puertas para que más colombianos se sumen a la adquisición de seguros o accedan a formas sofisticadas de ahorro e inversión como el crowdfunding y los fondos de inversión. Sin embargo, el rápido crecimiento también trae grandes retos. La regulación financiera de las Fintech tendrá que crecer en rigurosidad y la seguridad digital será clave para evitar malas pasadas.
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