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Por Juan Pablo Sánchez Bustos. Gerente de Operaciones RADDAR CKG.

Hace un par de días visité un supermercado como cualquier otro del norte de la capital, y realicé una compra normal sin el mayor lío, mi sorpresa nació cuando me percaté que no recibí mis vueltas con exactitud.

De mi compra el cambió terminaba siendo 90 pesos. Decidido reclamé los 90 pesos,  no sin antes, ser  objeto de miradas de sorpresa que juzgaban mi solicitud; en ese momento pensé que quizá pude haberme comportado como una persona tacaña frente a todas las demás personas que se encontraban en la fila de la caja en donde incluso se encontraban mis compañeros de trabajo, quienes no desaprovecharon la oportunidad de hacer uno que otro comentario en medio de la sorpresa, lo que al final no dejé en claro era mi intención entender por qué no tenía mi cambio completo.

 De inmediato el cajero se manifestó:

 “qué pena, pero solo puedo devolverle 50 pesos, porque no tengo como devolverle los 90 pesos completos”

 Sin trámite, me entregó los 50 pesos y sin más me marche del supermercado reflexionado sobre la cantidad de personas que a diario les puede pasar lo mismo.

Analizando la situación en lo primero que pensé fue en la ubicación del supermercado. Este supermercado está más o menos en la 108 con 7 y cuenta con una demanda de clientes muy interesantes, es paso obligado de los prestigiosos residentes del barrio santa Ana, por allí también circulan con cierta frecuencia los soldados que habitan los batallones aledaños entre otras poblaciones que estudian, trabajan y residen cerca.

Con este público que puede ser comprador a diario, me senté a pensar en esos 40 o 45 pesos que quedan flotando en la caja de los supermercados por la no devuelta correctamente, y esto me llevo a realizar el siguiente ejercicio, teniendo en cuenta el flujo tan grande de personas que entran a comprar a este supermercado,  en una hora puede que se presenten 50 casos como el mío donde el cajero no devuelva los 40 pesos, es decir podemos estar hablando más o menos de 2.000 pesos por hora, que entran silenciosamente en esa zona gris. La pregunta es: ¿de quién es la culpa, del cajero, o del supermercado que etiqueta los productos?

2.000 pesos pueden parecer que no son nada, pero si estamos hablando de una jornada laboral de 8 horas con una cantidad de 7 cajas con las que cuenta este supermercado con esos 40 pesos podemos terminar hablando que al finalizar el turno la cifra aumento los 112.000 mil pesos, con cada 45 o 40 pesos que como consumidores estamos regalando a los supermercados. El dato al final del mes consolida una cifra promedio de 3.360.000 mil pesos.

Ni para que multiplicar la cifra de los 3 millones de pesos por los 12 meses del año, en tanto que termina siendo escandalosa y particularmente significativa, no sólo como monto, sino por el peso que en el tiempo implica en el bolsillo, ahora bien, hay normas que obligan a los comercios a entregar las vueltas exactas y con monedas vigentes, y si esto no sucede nosotros como compradores tenemos el derecho a denunciarlo porque de peso en peso que no reclamamos los comercios pueden estar ganando un dinero muy importante.

Mi invitación con esta breve reflexión y estos sencillos cálculos es que, así como tenemos deberes como compradores y consumidores también hagamos respetar nuestros derechos exigiendo las cuentas claras y las vueltas completas. No se trata de ser tacaño se trata de ser consiente de lo que significa cada peso.

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