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Durante el reciente Congreso de Ciencia Política, el profesor Roth recomendó superar el análisis del ciclo de las políticas por medio de nuevas visiones politológicas. Es pertinente tener en cuenta las limitaciones del enfoque pero también es necesario reconocer su potencial práctico. Mientras se acate el consejo de Aguilar (1996): “la separación analítica no debe ser confundida con una separación real, una secuencia temporal”, el ciclo sigue siendo la herramienta adecuada para estudiar la evidencia empírica de los procesos de decisión social que conducen nuestras políticas públicas.

En la literatura de análisis de políticas públicas, se propone el Policy Process (Jones, 1984) como herramienta para descomponer en etapas el objeto de estudio. Existen diversas interpretaciones, entre otras: sistema de acción (Meny y Thoenig, 1992), proceso de la política (Aguilar, 1996), marco secuencial (Muller, 2006) y funciones de gobernanza (Peters, 2006).

El ciclo es una herramienta que permite delimitar el análisis de acuerdo con un conjunto de etapas que dan forma al desarrollo de las políticas. En este sentido, una manera sencilla de abordar las políticas públicas consiste en identificar un antes, un durante y un después; simplismo útil cuando las restricciones para la comprensión –recursos económicos, lugar, tiempo– son determinantes para la toma de decisiones. En síntesis, la lógica consiste en deliberar, hacer y evaluar para volver a deliberar. No obstante, un análisis completo debe profundizar en detalles que no captura el conjunto tripartito en mención toda vez que es preciso distinguir entre las intenciones de una acción y sus condiciones previas de deliberación y posteriores de ejecución.

La ventaja del ciclo radica en la posibilidad de aplicarse al estudio de las políticas sin importar su espacio temporal, geográfico o sectorial, pero puede convertirse en una herramienta compleja de acuerdo con la conexión entre fases del proceso. Reconocer las políticas como proceso no implica acatar un orden sucesivo de etapas que se condicionan a manera de prerrequisitos. Por el contrario, hablar de proceso en una política, sugiere la existencia de algunos patrones que muestran la evidencia pero reconoce la complejidad de las dinámicas políticas, por tanto, los patrones también pueden coexistir o no existir de acuerdo con las condiciones de interacción entre actores e instrumentos. Así, no es adecuado asumir una evolución secuencial ya que existen otras condiciones como la simultaneidad, la omisión y la superposición entre las diferentes etapas.

Cuando se trata de escenarios perentorios, en donde las decisiones son impuestas por la urgencia, el análisis de políticas puede hacer estudios y ofrecer recomendaciones alrededor del proceso tripartito. Pero una decisión plenamente deliberada, orientada a resolver problemas sociales, no puede hacer caso omiso de responsabilidades, limitaciones, intereses y demás asuntos que cada proceso político trae consigo; así, el análisis requiere indagar por cada una de las fases que existen o coexisten durante la interacción política subyacente. 

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