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Tampoco se trata de preguntarse si el mercado es una fuerza del bien o del mal. Su poder para generar riqueza y extender la libertad es incomparable. Pero esta crisis nos ha recordado que, sin una atenta vigilancia, el mercado puede descontrolarse”. Discurso de posesión de B. H. Obama

 

La cuestión de la justicia en el mundo global se debe responder desde dos perspectivas: el acceso y el beneficio proporcional de quienes acceden, en palabras de Amartya Sen, el tema de la injusticia obedece a la exclusión y a la inclusión desigual. La discusión no es si los pobres son más o menos pobres sino más bien si las riquezas se distribuyen entre los actores que contribuyen a su creación. En este sentido, el debate acerca de la globalización no consiste exclusivamente en encontrar soluciones por fuera de ella sino también en hallar los acuerdos justos para distribuir sus beneficios.

 

Con frecuencia, la conveniencia de la globalización se juzga desde una perspectiva economicista según la cual, la injusticia global es un resultado del mercado. No obstante, es preciso señalar que los mercados no actúan en el vacío, por el contrario, existe un conjunto de factores determinantes que convierten la transacción en un intercambio económico, social, político, cultural y moral.

 

La capacidad todopoderosa que se le otorga al mercado es una fantasía que niega el carácter interdependiente de la interacción humana. El mercado puede ser un vehículo de progreso pero el intercambio humano es mucho más que mercado y son las políticas públicas el escenario en donde tiene lugar la disputa por acuerdos más equitativos. Las políticas públicas, entendidas como las directrices elaboradas sobre la base de mecanismos que confieren voz a todos los afectados con el fin de abordar las prioridades de la agenda pública, se convierten en complemento indispensable para hacer frente a la exclusión e inclusión desigual que caracteriza la economía global.

 

Todo ciudadano debe conocer las políticas públicas para entender sus procesos e implicaciones en los ámbitos global y local e intervenir sea en la deliberación, en el seguimiento, en la retroalimentación o en todas sus etapas. De lo contrario, seguiremos condenados a las desigualdades y asimetrías que trae consigo la decisión de los pocos que se toman las políticas públicas en serio.

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