Muchos debates de las ciencias sociales se reducen al dualismo entre Estado y mercado, sus beneficios, perjuicios y, al final del día, se acuerda su relación de complementariedad. Sin embargo, los invitados más importantes suelen ser convidados de piedra a la discusión: las personas y sus interacciones sociales que hacen uso de los marcos políticos y económicos que dicta el debate entre regulación y laissez faire.
Intelectuales importantes (la politóloga OSTROM, el economista BOWLES, el matemático GINTIS, por citar algunos ejemplos) han venido trabajando en el reconocimiento de los atributos de la comunidad por medio de experimentos que permiten evaluar el papel de las actitudes diferentes al egoísmo racional (solo entre 30-40% de las decisiones evaluadas se fundamentan en comportamiento egoísta, el porcentaje restante se asocia con valores sociales como confianza, reciprocidad, cooperación, solidaridad).
En Colombia también se han realizado trabajos en esta dirección (con el notable liderazgo de CÁRDENAS), pero además del reto del posicionamiento del asunto como materia de investigación multidisciplinar entre los académicos, también está la conexión con el mundo de la práctica; la dirigencia política está en mora de prestar atención seria y suficiente al papel promotor de estos atributos comunitarios. Los precandidatos a elecciones locales -que desde ahora se avizoran por docenas pero a la espera de guiños expresidenciales- tienen la responsabilidad de convertir este tipo de ejercicios experimentales y sus resultados, en insumos indispensables para la elaboración de programas de gobierno que en realidad logren traducir promesas en acciones.
Se trata de una apuesta que complemente el análisis de tendencias globales, regionales y nacionales con la perspectiva analítica de lo local, lo familiar y lo personal con el fin de identificar limitaciones e incentivos presentes en el juego de las decisiones sociales. Desde allí se puede promover la invención e innovación de las políticas públicas en clave comunitaria, esto es, en lugar del desplazamiento (crowding out) o anulación del factor comunidad, se deben construir procesos de decisión fortalecidos por esa capacidad social de cada territorio.
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