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En otra columna anterior escribí sobre cómo la economía nos puede ayudar a conseguir pareja. En la presente quiero mostrar cómo la economía nos puede ayudar a progresar en el trabajo, sin importar qué se esté haciendo, ya sea buscando un ascenso o cambiando carrera.
¿Por qué el mundo laboral es tan frustrante?, ¿por qué pareciera que nuestros colegas son los que progresan cuando en realidad nosotros somos mucho más talentosos? ¿Por qué trabajamos tan duro a cambio prácticamente de nada?
La vida en una empresa es como un torneo de tenis, donde los jugadores son recompensados por ganar y no por intentar. Sin embargo, los jugadores de tenis siguen intentando. Tal vez esto es algo que los empleadores notan, pues ellos saben que muchos de nosotros queremos llegar a la cima y recibir mejores beneficios. De hecho, esta es la razón por la cual nuestros jefes reciben sueldos tan altos, no para motivarlos a ellos, sino para motivarnos a nosotros a trabajar más duro por la esperanza de que algún día podamos estar en sus zapatos. Esto es tener buen sentido empresarial.
«Uno podría pensar que para ser exitoso laboralmente lo que se debe hacer es encontrar el trabajo ideal y realizarlo maravillosamente. ¡Error! Entonces, aparentar que se realiza de manera maravillosa. ¡Error nuevamente!»
Sin embargo, lo que es bueno para la empresa no siempre es bueno para los trabajadores, ya que no son muchos los puestos altos disponibles. Entonces, ¿cómo se puede triunfar en el puesto de trabajo? Para esto es necesario, en primer lugar, entender el juego. Uno podría pensar que para ser exitoso laboralmente lo que se debe hacer es encontrar el trabajo ideal y realizarlo maravillosamente. ¡Error! Entonces, aparentar que se realiza de manera maravillosa. ¡Error nuevamente!
En realidad, todo gira alrededor de la información. La compañera de al lado parece que trabaja, pero en realidad está haciendo compras en internet. El compañero de al lado parece que trabaja, pero en realidad está trabajando en su propio emprendimiento. El hecho es que en ninguno de los dos casos a nadie le importa, porque nadie sabe. Puede ser difícil de creer, pero algunos jefes no tienen ni idea de qué tan buenos somos. Después de todo, podríamos estar aparentando y si nuestro jefe vive ocupado, o está lejos de nosotros, o es muy ignorante de nuestra especialidad, puede tomar un tiempo largo antes de que se dé cuenta.
Una situación como esta, en donde una persona tiene mejor información que la otra, es denominada información asimétrica por los economistas. La información asimétrica no es solo un problema para los jefes, sino también para nosotros. El economista George Akerlof lo ejemplifica de manera brillante usando como ejemplo la compra de un vehículo de segunda.
Si se quiere comprar un carro de segunda, ¿cómo podemos saber que es un buen negocio y no una estafa? El problema acá es que el vendedor tiene cierta información que el comprador no tiene. No es posible saber de antemano si es un carro bueno (denominado durazno) o un carro malo (denominado limón), e infortunadamente el vendedor sí lo sabe.
Este es exactamente el mismo problema que nuestro jefe enfrenta: puede no ser obvio cual empleado es un durazno y cual es un limón. El vendedor del carro puede decirnos muchas cosas, pero este es el problema con la información asimétrica: no sabemos si nos está diciendo la verdad. Esto no solamente es un problema para nosotros, sino también para el vendedor, porque al final por desconfianza podemos decidir no comprar el carro.
En las empresas sucede lo mismo. Sin la información precisa, cómo saber quién es inteligente, quién es leal y, de manera más importante, si uno sabe que uno es un durazno, ¿qué podemos hacer para probarlo? Nuestro empleador no puede distinguir quién es un durazno y quién es un limón. Seguro, siempre se puede aparentar, pero tarde o temprano nos descubrirán. En el largo plazo, si queremos salir adelante tenemos que demostrar que tenemos lo que se necesita para avanzar. Para esto se requiere enviar las señales correctas.
Los economistas denominan a esto la ‘teoría de la señalización’, la cual consiste en probar a través de actividades varias que se tienen ciertas habilidades que no pueden ser aparentadas. Por ejemplo, obtener educación de calidad. Esto señala habilidades tales como capacidad analítica, dedicación, esfuerzo, entre otras. En ese sentido, la educación de calidad, sin importar la carrera, puede servir como un instrumento que señala que el individuo que la obtuvo tiene atributos tales como energía, liderazgo, integridad o flexibilidad, necesarios en el mundo laboral.
Pero, ¿qué pasa con las personas que tienen las habilidades o el talento, pero no tienen la señal de la educación? ¿Cómo pueden estas personas progresar en el mundo laboral? Las credenciales académicas pueden señalar qué tan diligente o inteligente es una persona, pero, ¿qué pasa con competencias tales como carisma, madurez, emprendimiento e imaginación?
Para algunos trabajos es necesario encontrar un modo diferente de probar que somos un durazno, no un limón. Para esta situación es importante quitar el riesgo del empleador. Por ejemplo, ofrecer una garantía en dinero al empleador que sería retornable en caso de no hacer un buen trabajo. Esto podría ser como una oportunidad de pago por desempeño. Si la persona no se desempeña adecuadamente, esta no recibe ningún pago y el empleador conserva el dinero de la garantía que cubriría los costos incurridos por el mal desempeño, pero si la persona se desempeña de acuerdo con las expectativas recibe el dinero de vuelta y adicionalmente es contratada. Una idea un poco loca, pero que podría ayudar a disminuir el desempleo juvenil.
Entonces, sin importar el trabajo que elijamos, o la etapa en la que nos encontremos en el mismo, la señalización es la prueba que nos puede poner un paso por delante de los demás.
Alexander Correa
Docente de la Facultad de Administración, Finanzas y Ciencias Económicas
