La pandemia y su encerramiento obligatorio, ocasionada por la COVID-19, llevó al Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria (Panaca) a la crisis económica y de ahí a acogerse a la Ley 1116 (Régimen de Insolvencia Empresarial). Sin pensar que le atacaran por otro flanco y cuando todo parecía ir mejorando, llegó el paro y el cierre de las vías que mermaron la llegada de turistas al Quindío.
Por si lo anterior fuera poco, al cielo oscuro que le cubría le llegó otro ataque aún más virulento: en la noche del sábado 12 de junio una tormenta eléctrica ocasionó un incendio de grandes proporciones en la estación Ganadería del parque.
Sin duda, Ganadería, uno de los sitios más visitados y admirados por todos los visitantes fue presa de la furia de la naturaleza, paradójico en un sitio que es un santuario de la naturaleza.
El saldo: 5.700 metros cuadrados hechos cenizas, ningún afectado, ni personas ni animales; de esta última, la más completa colección de razas bovinas que pueda verse en cualquier sitio.
«Solidaridad amigo», fue lo que pidió Jorge Ballen (foto), el presidente de la Organización Panaca, en un mensaje personal que le hice llegar una vez me enteré del infortunado hecho.
«Nada nos detiene. Ni los virus, ni los bloqueos, ni los fenómenos naturales. Nuestra resiliencia, competencias y nuestra fe en el Omnipotente nos hacen tan grandes como el Parque Panaca», escribió el empresario en mensaje enviado a los socios comerciales del parque.
Las pérdidas aún no han sido cuantificadas, pues al momento de escribir este blog el humo de las cenizas aún se percibe en el parque; en eso quedó convertida una mega infraestructura que combinaba la guadua y muchos otros materiales forestales, propios de la zona, pero que una vez los toca el fuego los convierte en combustible.
Así las cosas, no deja de ser preocupante la situación, no solo la del parque Panaca, sino de toda la infraestructura turística del departamento que para estos puentes festivos y temporada de vacaciones de mitad de año esperan gran afluencia de público, más cuando el inclemente invierno está jugándole una mala pasada a todo el país rural y urbano.
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